Brexit, ninguna certeza
El acuerdo suscrito entre Londres y Bruselas para la retirada ordenada no tiene asegurada su viabilidad
El proceso del Brexit inicia una pausa, pero todo est¨¢ a¨²n por decidir y permanecen todas las incertidumbres, tanto las m¨¢s veros¨ªmiles como las m¨¢s remotas. El hecho de que se haya salvado la fecha guillotina del 31 de octubre evitando la ejecuci¨®n de una retirada brit¨¢nica ca¨®tica sin acuerdo, acompa?ado de la pr¨®rroga generosamente concedida por la UE para la puesta en pr¨¢ctica del pacto alcanzado con Boris Johnson, procura un alivio al disiparse temporalmente ¡ªen realidad, aplazarse¡ª el escenario m¨¢s catastr¨®fico. Que adem¨¢s habr¨ªa coincidido con el inminente momento clave de las amenazas proteccionistas de Washington contra el decisivo sector de la automoci¨®n, entre otros. Se aleja as¨ª el fantasma de una eventual recesi¨®n provocada desde el exterior: desde el retraimiento anglosaj¨®n, campe¨®n hist¨®rico del liberalismo democr¨¢tico, hacia posiciones de iliberalismo autoritario.
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Pero el acuerdo suscrito entre Londres y Bruselas (no olvidemos, el segundo) para la retirada ordenada no tiene asegurada su viabilidad. Solo si su firmante, el ultraconservador Johnson, ganase claramente las elecciones del 12 de diciembre ¡ªuna eventualidad regresiva¡ª, podr¨ªa darse por casi seguro: el casi obedece a la imprevisibilidad del primer ministro.
Pero podr¨ªa ganar por poco y necesitar el concurso del extremismo antieuropeo de Nigel Farage, con lo que el texto firmado amenazar¨ªa retoques imposibles. O ser derrotado ya por los laboristas, ya por una alianza mayoritaria anticonservadora, lo que probablemente abrir¨ªa paso a un refer¨¦ndum, no ya sobre la salida sino sobre si esta es mejor que lo actual: en realidad, la segunda parte l¨®gica de la incompleta consulta de 2016. Ello replantear¨ªa la actualidad del acuerdo. Y tampoco es descartable la repetici¨®n de un empate parlamentario discontinuo e inestable, arduo para alcanzar ninguna conclusi¨®n.
As¨ª que nadie dispone de certezas. Ni siquiera la de que el Brexit ca¨®tico no pueda volver a escena como mueca de probabilidad: o en 2020 cuando acabe la pr¨®rroga o al final del periodo transitorio de un par de a?os en el que debe dise?arse la relaci¨®n futura euro-brit¨¢nica.
Mientras, el Reino Unido es susceptible de exportar m¨¢s incertidumbres, en forma de incentivos a los movimientos secesionistas, si se profundiza el litigio con Escocia. O vendavales de pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s ultras que el ultraliberalismo, si un Gobierno neoconservador ultima un modelo tan desregulado como superintervencionista al estilo de Singapur, con una agresiva competencia fiscal de signo antieuropeo. Por todo ello, la UE debe mantener la sangre caliente y la cabeza fr¨ªa. El reciente nombramiento del negociador del Brexit, Michel Barnier, como su delegado para acordar la futura relaci¨®n es una buena se?al de la perseverancia en esa actitud.
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