La rebeli¨®n de los claustros

Quim Torra ha logrado rentabilizar las movilizaciones juveniles recientes, pero muchos de los que est¨¢n en la calle no lo tragan, y tampoco tragan a la mitad del Govern (ni a Mas, ni a Puigdemont). En los medios, sin embargo, las manifestaciones engrosan la columna de agraviados por el Estado espa?ol m¨¢s facha de la historia, como si todos secundasen la cirug¨ªa fina practicada en el oto?o de 2017.

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La Universidad frente al conflicto; por M. Le¨®n

Ante semejante ruido, la Universidad no calla y se rebela, como ha hecho tantas otras veces. Los claustros universitarios han salido como un solo hombre (o mujer) en defensa de un acosado independentismo pol¨ªtico sin poder, sin portavoces, sin partidos, sin medios, sin instituciones y sin asociacionismo. La Universidad representada en sus claustros le ha ofrecido el auxilio que nadie m¨¢s en Catalu?a se hab¨ªa atrevido a ofrecerle.

Esta vez los claustros se han olvidado de ejercer de contrapoder intelectual y, en lugar de encarnar y difundir una respuesta democr¨¢tica y anal¨ªtica ante la complejidad del problema, han preferido tomar aire, cerrar los ojos y someterse con obsequiosidad a la Generalitat. Con evidentes dosis de coraje, han firmado manifiestos muy semejantes que parecen un extracto apa?ado de los discursos neovanguardistas de Torra. El esp¨ªritu de Waterloo ha insuflado en esos universitarios el valor para someterse sin chistar a la voz del poder. Por fortuna, les ayudan en su heroica lucha las movilizaciones programadas con traca final el 9 de noviembre: colapso de pa¨ªs, imagen de unanimidad, insumisi¨®n de todo un pueblo reproducida en bucle en los medios y, en temible consecuencia, autom¨¢tica victoria de la derecha a lo largo del d¨ªa 10. Entonces oiremos en altavoces m¨¢s estridentes todav¨ªa al neoespa?olismo de casta rancia de Albert Rivera o a la admirable Cayetana ?lvarez de Toledo instalar losas aut¨¦nticas al paso alegre del 155.

El jaleo de la calle encendida est¨¢ rindiendo sus frutos en equipos directivos de las universidades en forma de adhesi¨®n, de dejaci¨®n de funciones o de pura pusilanimidad. En privado sin duda habr¨¢ escr¨²pulos de conciencia y verg¨¹enza ¨ªntima. Pero tambi¨¦n mucha cautela, incluida la de los siempre locuaces intelectuales universitarios (casi no hay otros). Es probable que alg¨²n d¨ªa los altos cargos pol¨ªticos sepan que su alianza activa con una mitad de catalanes habr¨¢ consentido y facilitado la ruptura traum¨¢tica con la otra mitad.

La ruptura no ser¨¢ con Espa?a, al menos de momento. La ruptura sucede mientras responsables institucionales fomentan la parcialidad flagrante y sin escr¨²pulos. Torra no libra la batalla contra el Estado espa?ol; esta pelea concierne, de entrada, a catalanes que identificamos en la independencia una mala idea. El sentimiento de impunidad institucional es democr¨¢ticamente letal, corrosivo, y quiz¨¢ por eso mismo los manifiestos de los claustros han estado por debajo de su dignidad institucional y de espaldas a la pluralidad efectiva de sus universidades. El d¨ªa que la ¨¦tica de la responsabilidad los mire a los ojos, ya no sabr¨¢n hacia d¨®nde mirar.