Los arquitectos se est¨¢n devanando los sesos para mejorar tus relaciones afectivas (y estas son algunas de sus ideas)
"Necesito m¨¢s espacio" no es solo algo que se diga a una paeja. En el festival Housing the Human celebrado en Berl¨ªn j¨®venes pensadores plantean soluciones a nuestra inminente relaci¨®n con las m¨¢quinas y la creciente variedad de relaciones sentimentales
Nuestro mundo cambia y, como parte de ¨¦l, la arquitectura tambi¨¦n lo hace. Los avances tecnol¨®gicos, las nuevas relaciones familiares y afectivas y los condicionantes medioambientales definen c¨®mo ser¨¢n los espacios que habitaremos en el futuro. Y esta ha sido la materia de la que se ha nutrido el debate del festival Housing the human ("albergar al ser humano") que ha tenido lugar recientemente en Berl¨ªn.
Celebrado en Radialsystem V, una antigua estaci¨®n de bombeo de agua a orillas del r¨ªo Spree hoy convertida en centro cultural, el evento ha ofrecido un programa que inclu¨ªa conferencias y encuentros con expertos del prestigio de Beatriz Colomina (profesora de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Princeton) o Mark Wigley (anterior decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Columbia); adem¨¢s de presentar cinco proyectos realizados por j¨®venes pensadores, arquitectos y dise?adores que tratan de anticipar c¨®mo ser¨¢n nuestros entornos dom¨¦sticos en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
En Lovaratory (juego de palabras entre las palabras "amor" y "laboratorio"), la arquitecta de origen ucraniano Dasha Tsapenko ofrec¨ªa una performance protagonizada por una pareja en la que un miembro pronunciaba una frase que es ya un cl¨¢sico en toda relaci¨®n de hoy en d¨ªa: "Necesito m¨¢s espacio". A partir de ah¨ª se abr¨ªan las posibilidades, desde el individualismo radical al poliamor: con ello, Tsapenko reflexiona sobre c¨®mo la alteraci¨®n del objeto de nuestros afectos necesariamente debe influir en c¨®mo definimos y construimos los espacios habitacionales.
Y no solo por el hecho de que las normatividad heterosexual y la monogamia hayan cedido paso a otras opciones sexuales y a la posibilidad poliamorosa; tambi¨¦n porque ha variado nuestra forma de relacionarnos con los animales dom¨¦sticos e incluso con los objetos inanimados. O, en un momento dado, con los aut¨®matas.
De alguna manera, podr¨ªa considerarse otro de los proyectos, Home Is Where the Droids Are ("el hogar es donde est¨¢n los androides"), del estudio germano-estadounidense Certain Measures, como un posible desarrollo de esta misma idea. En ¨¦l se nos enfrenta a un espacio dom¨¦stico plagado de m¨¢quinas que desempe?an distintas tareas, y cuya configuraci¨®n externa ¨Cest¨¢n cubiertos de pelo artificial o de floridos estampados¨C nos remite a la idea de la domesticaci¨®n.
Y ya que toda domesticaci¨®n implica la creaci¨®n de v¨ªnculos de dependencia, como le explicaba el zorro al Principito en el libro de Antoine de Saint-Exup¨¦ry ¨C"si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. T¨² ser¨¢s para m¨ª ¨²nico en el mundo. Yo ser¨¦ para ti ¨²nico en el mundo"¨C, aqu¨ª se nos enfrenta a la idea, desde luego inquietante, de que quiz¨¢ en el futuro nos veamos abocados a desarrollar relaciones afectivas con esos androides que compartir¨¢n nuestra vida cotidiana.
Alrededor de esa promiscuidad entre el ser humano y la m¨¢quina tambi¨¦n gira Homeschool, el corto de animaci¨®n 3D de la dise?adora e investigadora afincada en ?msterdam Simone N. Niquille. En ¨¦l la c¨¢mara adopta el punto de vista de un robot dom¨¦stico que deambula por una casa y, al toparse con muebles y peque?os objetos, una voz ¨Cque es la del propio aut¨®mata, pero suena como la de una ni?a de corta edad¨C va enunci¨¢ndolos a medida que aprende a reconocerlos. Asistimos as¨ª a la educaci¨®n de una m¨¢quina poni¨¦ndonos en su lugar, de manera que como espectadores sentimos hacia ella una extra?a empat¨ªa que puede hacernos sentir inc¨®modos.
Por su parte, la arquitecta espa?ola residente en Berl¨ªn Luc¨ªa Tahan ha desarrollado una interfaz gr¨¢fica de realidad virtual a trav¨¦s de la cual los residentes del futuro pueden redecorar sus viviendas. Instalada en una simple tableta, la plataforma nos propone distintos elementos de mobiliario para que elijamos a nuestro antojo y los ubiquemos donde m¨¢s nos guste.
La contrapartida es que, al tomar esas decisiones, proporcionamos una informaci¨®n que permite a las empresas atosigarnos con pop-ups publicitarios personalizados. Con ello, Tahan reflexiona sobre los pros y contras de la realidad virtual y las redes sociales, a las que libremente alimentamos con datos que resultan ¨²tiles para la comunidad en general, pero que tambi¨¦n suponen un peligro para quienes los cedemos.
Por ¨²ltimo, Agrocologies proporciona un enfoque m¨¢s optimista, de la mano de Mae-ling Lokko, directora del programa Building Sciences del Instituto Polit¨¦cnico Rensselaer (Nueva York). Sus investigaciones sobre los cultivos de hongos se describen en una performance donde participan dos compa?eros de piso. No sin cierto didactismo, ambos integran en su vida cotidiana la rutina de alimentar sus cultivos f¨²ngicos con los residuos org¨¢nicos que se generan tras prepararse un caf¨¦ o exprimir un lim¨®n, lo que les permite elaborar con el resultado cuencos, asientos e incluso materiales constructivos.
Todo acto de futurolog¨ªa consiste en proyectar las inquietudes del presente en un lugar abstracto al que llamamos futuro, con el fin de aislarlas y poder reflexionar mejor sobre ellas. Por lo general, este ejercicio suele generar m¨¢s preguntas que respuestas. Y esta no ha sido una excepci¨®n: tras interactuar con las distintas propuestas del festival berlin¨¦s, bull¨ªan en el ambiente preguntas como: ?qu¨¦ tipo de espacios tendremos que dise?ar para acoger relaciones m¨¢s complejas y variables? ?C¨®mo negociaremos nuestra interacci¨®n con unas m¨¢quinas que ser¨¢n cada vez m¨¢s parecidas a nosotros? ?Podremos hacer m¨¢s sostenible y ecol¨®gicamente eficiente nuestro h¨¢bitat? ?Distinguiremos los planos real y virtual, o habitaremos todos en uno tercero h¨ªbrido entre ambos?
En uno de los momentos m¨¢s memorables, la arquitecta e historiadora espa?ola Beatriz Colomina ofreci¨® una charla sobre el papel de la cama y la privacidad en los tiempos de las redes sociales. Y lo hizo subida ella misma en una cama, ataviada con un pijama blanco e invitando a los participantes a acompa?arla durante la posterior discusi¨®n. Se debati¨® entonces sobre la tendencia a convertir el lecho en el nuevo escenario laboral por antonomasia, a partir de un estudio seg¨²n el cual el 80% de los j¨®venes profesionales de Nueva York declaraban trabajar desde ¨¦l con regularidad.
El problema llega cuando esto no ocurre de manera voluntaria sino obligada: Colomina record¨® a los asistentes que, dada la precariedad que nos asola, muchos j¨®venes viven en apartamentos tan min¨²sculos que en ellos pr¨¢cticamente no hay espacio para nada m¨¢s que la cama. As¨ª que, forzosamente, en la cama sucede todo. En ella se duerme, se lee, se come y, por supuesto, se trabaja.
Lo que, ya con unas connotaciones muy distintas, nos devuelve al origen: sea cual sea el futuro de la vivienda, podemos afirmar que, como las parejas, lo que necesitaremos es m¨¢s espacio.
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