C¨®mo la tuberculosis y los rayos X cambiaron la arquitectura y nuestras ciudades
La obsesi¨®n por evitar el polvo y la nueva visi¨®n que iluminaron los avances en t¨¦cnicas diagn¨®sticas renovaron las normas constructivas. Hoy, enfermedades como las alergias o el autismo configuran nuevas formas de crear edificios
La relaci¨®n entre la enfermedad y la arquitectura puede no resultar evidente, y sin embargo est¨¢ ah¨ª. Para la arquitecta y te¨®rica Beatriz Colomina (Madrid, 1952) es incluso el tema sobre el que han girado la mayor parte de sus investigaciones durante las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. En 1980, y tras haber estudiado arquitectura en Barcelona, lleg¨® como fellow al New York Instiute for the Humanities, donde coincidi¨® con compa?eros tan prestigiosos como la escritora Susan Sontag. Hac¨ªa un par de a?os que se hab¨ªa publicado un libro de esta ¨²ltima, Illness as Metaphor (Picador USA, 1978), donde se cuestionaba y exploraba el entramado simb¨®lico asociado a distintas enfermedades (ella misma estaba trat¨¢ndose de un c¨¢ncer de mama mientras lo escrib¨ªa, aunque esta circunstancia no se citaba en el texto), entre ellas la tuberculosis, tradicionalmente considerada una "enfermedad creativa".
"Aquel libro me caus¨® una gran impresi¨®n", explica Beatriz Colomina a ICON Design. "Y de repente empec¨¦ a ver la arquitectura moderna desde el punto de vista de la enfermedad, incluyendo todas las patolog¨ªas, reales o imaginarias". Agorafobia, claustrofobia, des¨®rdenes nerviosos en general¡ y, sobre todo, la tuberculosis.
En su libro X-Ray Architecture (Lars M¨¹ller Publishers, 2019), publicado en ingl¨¦s, condensa la relaci¨®n particularmente intensa entre esta ¨²ltima dolencia y la arquitectura moderna. Colomina explica aqu¨ª c¨®mo en el siglo XIX y principios del siglo XX se extendi¨® en la sociedad occidental una obsesi¨®n por la tuberculosis y por los medios para combatirla ¡ªla higiene extrema, la adecuada ventilaci¨®n, la aversi¨®n al polvo, las paredes blancas¡ª, que habr¨ªan determinado los derroteros del Movimiento Moderno de Arquitectura.
As¨ª, se remite a un edificio tot¨¦mico de la modernidad n¨®rdica, el sanatorio para tuberculosos en Paimio de Alvar Aalto, proyectado en 1929, donde incluso las uniones entre los muros y el suelo son redondeadas para evitar la acumulaci¨®n del polvo, considerado letal para los enfermos (al describir c¨®mo los cad¨¢veres de los enfermos menos afortunados eran hurtados al ojo del resto de los pacientes y despu¨¦s r¨¢pidamente desalojados, Colomina obtiene uno de los fragmentos m¨¢s fascinantes de su an¨¢lisis).
Pero el libro no se limita a glosar casos tan evidentes como este: tambi¨¦n dedica un buen n¨²mero de p¨¢ginas a desarrollar el caso de Le Corbusier, cuyas viviendas orientadas al sol, con amplias terrazas y azoteas en los que practicar la "vida sana" ¡ªir¨®nicamente, Colomina advierte de que, al parecer, el riesgo de desarrollar c¨¢ncer de piel no entraba en sus c¨¢lculos¡ª, y elevadas sobre pilotes para despegarse del contacto con la tierra insalubre, ser¨ªan consecuencia de esta misma obsesi¨®n con la infecci¨®n pulmonar. Se recuerda asimismo c¨®mo en su ensayo Vers une architecture (1923) el arquitecto suizo ya hab¨ªa denunciado las casas tradicionales como agentes debilitantes del organismo.
Por cierto, Colomina tampoco teme explorar las vinculaciones entre Le Corbusier y el fascismo a partir de su relaci¨®n con el doctor Pierre Winter, que le introdujo en el culto a la actividad f¨ªsica al aire libre como medio para librarse de la fatiga y el estr¨¦s. Adem¨¢s de amar la pr¨¢ctica deportiva, Winter era seguidor de Georges Valois, el autoproclamado Mussolini franc¨¦s que fund¨® el partido ultraderechista Le Faisceau en 1925. "El impulso totalitario est¨¢ por todas partes en la obra de Le Corbusier", afirma Colomina. "Era muy controlador, y para ¨¦l la salud era una excusa para crear nuevas reglas. En cuanto a Winter, ¨¦l llega a escribir del plan de Le Corbusier para Par¨ªs que solo un fuerte programa de urbanismo, el de un gobierno fascista, es capaz de adaptar la ciudad moderna a las necesidades de todos".
Visi¨®n de rayos X: cuando el interior deja de ser oculto
Tan interesante o m¨¢s que todas estas vinculaciones es la que Colomina establece entre la arquitectura y los rayos X en su aplicaci¨®n al diagn¨®stico m¨¦dico, un descubrimiento de finales del siglo XIX que revolucion¨® el modo en que el ser humano contemplaba la realidad, cambiando para siempre las nociones de lo interior y lo exterior, de lo visible y lo invisible, que de pronto quedaban invertidas. Las c¨¦lebres y muy influyentes casas de cristal de Richard Neutra o Mies Van der Rohe se habr¨ªan hecho eco de esta nueva cosmovisi¨®n, en la que la transparencia de los muros permit¨ªa contemplar desde el exterior las entra?as de la vida dom¨¦stica, antes ocultas.
Este paradigma a¨²n perdura, y no solo por la vigencia de los muros de cristal en distintas tipolog¨ªas arquitect¨®nicas. Basta con pararnos a pensar en momentos de nuestra vida cotidiana que ya damos por hecho, como cuando debemos coger un avi¨®n o un tren, o simplemente acceder a algunos edificios institucionales. "?Cu¨¢ntas veces al d¨ªa somos escaneados?", se pregunta Colomina. "El de los rayos X no es un cap¨ªtulo cerrado, e incluso quiz¨¢ se haya intensificado".
Pero cada ¨¦poca tiene su enfermedad caracter¨ªstica, y del mismo modo que hace m¨¢s de un siglo advino el imperio de la tuberculosis, nuestros tiempos est¨¢n marcados entre otros fen¨®menos por la infecci¨®n por VIH. De hecho es importante recordar que, poco despu¨¦s de que Susan Sontag publicara el ensayo que sirvi¨® de inspiraci¨®n para la l¨ªnea de investigaci¨®n de Beatriz Colomina, estallaba oficialmente la crisis del sida. Y la arquitectura tampoco ha sido inmune a sus efectos, como admite la arquitecta espa?ola: "Cada enfermedad cambia el paisaje de la arquitectura. Uno de mis estudiantes de doctorado, Ivan L¨®pez Munuera, est¨¢ estudiando el impacto arquitect¨®nico y urban¨ªstico del sida. Y hoy tenemos otro tipo de enfermedades con efectos diferentes: piensa en la epidemia de alergias, o en el autismo. La arquitectura no puede permanecer igual".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.