Yo quer¨ªa votar a Jacinda Arden, pero me pillaba lejos
Proponemos a nuestros indecisos lectores tres buenas razones para no quedarse en casa el domingo.
Este domingo yo quiero votar a Jacinda Arden. Veo los v¨ªdeos de la primera ministra neozelandesa como mis hijos ven en YouTube a Rozal¨¦n. Su entusiasmo me resulta contagioso y creo que en un debate como el del lunes ella no hubiese dejado escapar tan f¨¢cilmente a un mat¨®n prohibidor y mentiroso como Abascal.
El problema es que Arden no se presenta a estas elecciones. Nos tenemos que conformar con una pandilla de irresponsables que nos han tra¨ªdo hasta aqu¨ª sin que todav¨ªa sepamos bien por qu¨¦. Muchos tendr¨¢n la tentaci¨®n de quedarse en casa, pero yo ir¨¦ a votar. Votar¨¦ a la izquierda y estas son tres razones para hacerlo:
1. Estoy hasta los benguels de que nadie hable de lo que a m¨ª me importa. Enti¨¦ndame bien: el proc¨¦s me resulta tan extraterrestre como al que m¨¢s y considero que Torra y sus pares pertenecen a un museo del siglo XIX. Pero si algo garantiza el encostramiento de este debate es la posibilidad de que los hipernacionalistas espa?oles se hagan cargo del hipernacionalismo catal¨¢n. No es que la izquierda haya demostrado mucho arrojo en este tema, pero su m¨²sica suena mejor. Quiero di¨¢logo, rebajar la tensi¨®n y empezar a hablar de otros asuntillos menores: la posibilidad de que el planeta implosione, el tipo de respuesta a una nueva desaceleraci¨®n econ¨®mica, el hecho de que mis hijos disfruten alg¨²n d¨ªa de una pensi¨®n de jubilaci¨®n, la desfibrilaci¨®n de la ayuda al desarrollo, la reforma de este modelo migratorio inmoral e idiota, la investigaci¨®n, la movilidad sostenible, la dependencia, detener la regresi¨®n de la UE, etc.
2. Nunca hab¨ªa visto en un gobierno a tanta gente de la que me f¨ªo. Ser¨¢ la edad, pero tengo la suerte de conocer personalmente a no menos de una docena de altos cargos de este gobierno cuyo compromiso con una sociedad m¨¢s justa y un planeta m¨¢s sostenible es irreprochable. Gente honesta y competente a los que he visto trabajar duro por cambiar las cosas fuera de la Administraci¨®n y que continuar¨¢n haci¨¦ndolo cuando la abandonen. Un ejemplo: escuchando esta semana a la ministra Teresa Ribera pensaba que solo por ella merecer¨ªa la pena mantener a su partido al mando. Si adem¨¢s son capaces de incorporar talento de otros grupos pol¨ªticos, imag¨ªnense.
3. Por encima de todo, creo que tenemos la responsabilidad hist¨®rica de pararle los pies al populismo de ultraderecha. Y mandar de paso una se?al pr¨ªstina a quienes est¨¢n dispuestos a gobernar con sus votos, que no son otra cosa que c¨®mplices de Vox. Cuando escuchaba a Abascal en el debate del otro d¨ªa pens¨¦ en c¨®mo se sentir¨ªa al o¨ªrle la chica que fue violada por la Manada. O la muchacha centroamericana que cuida y quiere a mi sobrina como si fuese suya. O cualquiera de mis amigos homosexuales. Me provoc¨® rabia y tristeza. Como me consta que est¨¢n bien asesorados, que tienen un gran predicamento entre los j¨®venes y que han llegado para quedarse, me alarma profundamente que obtengan algo parecido a lo que sugieren las encuestas. No creo que debamos normalizar esto de ninguna manera.
Uno de los discursos m¨¢s emocionantes de Arden es el que pronunci¨® despu¨¦s de la matanza de inmigrantes en una mezquita. Su ¡°ellos son nosotros¡± encapsula de forma luminosa una idea de sociedad. Esa es la sociedad en la que yo quiero vivir. Por eso me parece inconcebible quedarse en casa el domingo.
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