Naci¨®n, Estado y el atraco del afilador
Uno de los aspectos m¨¢s desalentadores de la pol¨ªtica reciente es el ¨¦nfasis en las identidades
En ¡®Tabl¨®n de anuncios¡¯, uno de los relatos de Trescientos d¨ªas de sol (Xordica), Ismael Grasa describe una curiosa forma de robo. El narrador recibe la visita de un afilador. Le da un cuchillo. Luego, el afilador, con el cuchillo en la mano, le dice el precio que debe pagarle. Podr¨ªa ser una met¨¢fora del conflicto acerca de las naciones, nacionalidades y la Constituci¨®n.
La discusi¨®n sobre cu¨¢ntas naciones hay en Espa?a tiene algo de comparaci¨®n entre supersticiones y quiz¨¢ sea m¨¢s una cuesti¨®n de teolog¨ªa que otra cosa: ya dijo Borges que la teolog¨ªa es una rama de la literatura fant¨¢stica. Como tantas cosas m¨ªsticas, tiene consecuencias en el mundo real.
La prevenci¨®n parece sensata, porque hay una confusi¨®n interesada con la polisemia del t¨¦rmino. Si algunos aluden a un concepto cultural de naci¨®n, otros tienen un objeto pol¨ªtico. Y a otros, autodefinidos como patriotas, les molesta una diversidad que es real, est¨¢ protegida por la ley y es valorada por los ciudadanos. A menudo, la preservaci¨®n de la diversidad de Espa?a se hace a costa de la diversidad interna de determinadas zonas. Las caracter¨ªsticas supuestamente particulares se consideran propias; sensibilidades o tradiciones compartidas con el resto del territorio se presentan como ajenas, producto de una contaminaci¨®n o colonizaci¨®n. La naci¨®n cultural se convierte en coartada del desarrollo de la naci¨®n pol¨ªtica, una entidad que, seg¨²n una visi¨®n rom¨¢ntica, debe tener su propio Estado. El nacionalismo es un bovarismo pol¨ªtico, como dec¨ªa Kedourie: tenemos derecho a vivir un gran amor, como los que salen en las novelas. El atrezo del folclore puede desembocar en una reformulaci¨®n del demos.
Uno de los aspectos m¨¢s desalentadores de la pol¨ªtica reciente es el ¨¦nfasis en las identidades. Las identidades subestatales, nacionales, de izquierda o derecha se convierten en algo exclusivo y serio, cuando sabemos que son mucho m¨¢s azarosas y mixtas. Es un fen¨®meno de tribalizaci¨®n generalizado. En Contra los jefes, contra las oligarqu¨ªas (P¨¢gina Ind¨®mita), Richard Rorty habla del ironista liberal: un liberal, siguiendo a Judith Shklar, como alguien que detesta la crueldad por encima de todas las cosas, y un ironista que sabe tomarse a s¨ª mismo un poco a la ligera: es consciente de que est¨¢ a ¡°merced de las contingencias de su educaci¨®n, su cultura y su ambiente¡±. ¡°La parte liberal es p¨²blica y la parte ir¨®nica, privada¡±, aclara. Vamos a necesitar las dos. @gascondaniel
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