Si no es sostenible, no es progreso

La crisis clim¨¢tica que vive el planeta es ya la m¨¢xima emergencia a la que se enfrenta la sociedad, que empieza a exigir pol¨ªticas de cambio. La pr¨®xima cita de la agenda clim¨¢tica es la COP25 de Madrid, una cumbre mundial donde expertos y pol¨ªticos tendr¨¢n que buscar soluciones que frenen el calentamiento global y permitan que contin¨²e el desarrollo.

M¨¢s informaci¨®n

Clima y migraci¨®n: un campo a¨²n sin explorar

La cooperaci¨®n como medicina contra el discurso del odio

En este momento clave, la Coordinadora de ONGD, formada por 78 ONG de desarrollo y m¨¢s de 450 organizaciones, junto con la Red Espa?ola de Estudios del Desarrollo (REEDES), presentaron esta semana el ?ndice de Coherencia de Pol¨ªticas para el Desarrollo Sostenible (ICPDS). Esta es una herramienta que se?ala en qu¨¦ materias deben mejorar los territorios para avanzar en materias de igualdad, ecolog¨ªa, inclusi¨®n y justicia. El informe, bautizado como El cambio inaplazable, es un an¨¢lisis de las pol¨ªticas p¨²blicas de 148 pa¨ªses y refleja que los estados no emprenden sus pol¨ªticas p¨²blicas centradas en las personas y la sostenibilidad, sino en el crecimiento econ¨®mico.

Incluso Noruega, ejemplo frecuente en materia de desarrollo, cuenta con un modelo de gran impacto ambiental, siendo uno de los principales exportadores de petr¨®leo. Seg¨²n Pablo Jos¨¦ Mart¨ªnez, coautor del informe, ¡°no es que los estados no puedan ser como Noruega, es que ninguno deber¨ªa ser como Noruega¡±.

Actualmente los dos indicadores m¨¢s usados para medir el desarrollo son el Producto Interior Bruto (PIB) y el ?ndice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora cada a?o Naciones Unidas. Este ¨²ltimo s¨ª tiene en cuenta componentes sociales como la esperanza de vida o la alfabetizaci¨®n adulta, pero no mide los efectos que las actuaciones de una regi¨®n tienen sobre otros territorios, una carencia que pretende resolver el ¨ªndice, estableciendo una visi¨®n transfronteriza de las pol¨ªticas que llevan a cabo los gobiernos.

Espa?a ocupa el puesto n¨²mero 26 en el ranking mundial del IDH 2018, pero sube posiciones gracias al principio ambiental de este nuevo ¨ªndice, pues presenta mayor equilibrio entre la dotaci¨®n de infraestructuras y los factores medioambientales y sociales. A trav¨¦s de nuevos par¨¢metros, este an¨¢lisis pretende cambiar la perspectiva global y transformar la clasificaci¨®n de los modelos de progreso, cambiando el concepto de ¡°potencia mundial¡± por el de ¡°desarrollo sostenible¡±.

Espa?a en el ¡®top 10¡¯

Espa?a obtiene el noveno puesto del ranking del ICPDS porque ha demostrado compromiso con acuerdos internacionales en materia de DDHH, derechos LGTBI e igualdad de g¨¦nero, seg¨²n el informe. Asimismo, punt¨²a positivamente respecto al grado de militarizaci¨®n de la sociedad, comparado con Estados Unidos o Francia, que ocupan las primeras posiciones en materia de armamento nuclear y acceso a armas peque?as.

Sin embargo, en Europa, el Estado espa?ol ocupa uno de los ¨²ltimos puestos en materia social y econ¨®mica, siendo el segundo con mayor tasa de desempleo solo por detr¨¢s de Grecia. Adem¨¢s, a pesar de que no destaca por su capacidad b¨¦lica, dedica en torno al 1,27% del PIB al gasto militar. Una inversi¨®n significativamente superior a la de otros estados y pr¨¢cticamente invariable, algo remarcable en los a?os de la crisis, cuando el gobierno redujo el presupuesto en educaci¨®n.

Los territorios que se rigen bajo el modelo del ¡®estado del bienestar¡¯, como Islandia o Dinamarca, se sit¨²an favorablemente en materia social y en aplicaci¨®n de pol¨ªticas de cooperaci¨®n y migraciones. Por el contrario, los que se quedan a la cola son aquellos que actualmente viven situaciones de alta tensi¨®n regional o que mantienen estructuras de discriminaci¨®n hacia la mujer, reflejando las dificultades que derivan de no contar con el sesgo occidental.

Sin olvidar que las pol¨ªticas de los gobiernos se desarrollan bajo relaciones de interdependencia, analizar las diferentes variables permite apreciar las contradicciones internas en los modelos de desarrollo. De esta manera, y por primera vez, se meten en la ecuaci¨®n aspectos como la opacidad bancaria o el grado de militarizaci¨®n de la sociedad.

Viendo la actual crisis ecol¨®gica, no es de extra?ar que las naciones que encabezan el ranking en materia ambiental del ¨ªndice no sean las m¨¢s desarrolladas. De hecho, ninguna de las consideradas como ¡®potencias econ¨®micas mundiales¡¯ se encuentra entre los primeros 25 puestos. Es m¨¢s: los pa¨ªses occidentales con un alto nivel de desarrollo econ¨®mico o social son estructuralmente insostenibles, confirmando la incompatibilidad entre renta per c¨¢pita y coherencia ambiental.

Si todos los territorios que se encuentran en pleno desarrollo aplicaran la r¨¢pida industrializaci¨®n de los pa¨ªses emergentes, el planeta no podr¨ªa soportar los costes medioambientales. Una de las conclusiones que obtienen las organizaciones es que, para reducir la huella ecol¨®gica ¨Cmarcada por la producci¨®n y el consumo¨C, las regiones industrializadas que ostentan la riqueza econ¨®mica deben ser las responsables de liderar el cambio.