Los 14 bigotes m¨¢s carism¨¢ticos de la historia
Fil¨®sofos, actores, deportistas y m¨²sicos que aportan razones contundentes para dejarse crecer el mostacho en el mes en el que hay que hacerlo, noviembre
Noviembre es el mes oficial del bigote desde 2004, cuando la fundaci¨®n Movember, dedicada a la prevenci¨®n del c¨¢ncer de pr¨®stata, decidi¨® invitar a sus simpatizantes a dejarse mostacho para visibilizar la toma de conciencia acerca de esta enfermedad. Por eso, en los ¨²ltimos a?os, miles de hombres en todo el mundo se unen al movimiento y cultivan, durante noviembre, un mostacho m¨¢s o menos adaptado a su gusto, fisonom¨ªa y posibilidades.
En ICON hemos elegido los 14 bigotes m¨¢s carism¨¢ticos de la historia...
Tom Selleck
Si hemos decidido abrir este recorrido con Tom Selleck (Detroit, EE. UU., 1945) es porque hemos comprobado su calado: cada vez que en la redacci¨®n mencion¨¢bamos ¡°hombres con bigote¡±, alguien dice su nombre. No es casualidad. Selleck, estrella absoluta de las pel¨ªculas de sobremesa, encarna una visi¨®n de la masculinidad que en los ochenta era cool, en los noventa decay¨® ante el auge de las figuras adolescentes y hoy vuelve a ser interesante. La clave est¨¢ en el protagonismo absoluto que el estadounidense concede a su mostacho: las mejillas perfectamente rasuradas, la piel brillante, el pecho lobo y la cabellera poblada sirven de marco para un bigote de longitud media, tono uniforme (las canas a¨²n no eran consideradas como algo sexi) y densidad exacta.
Ringo Starr
La Inglaterra de los a?os sesenta vivi¨® un auge neoeduardiano; es decir, un revival de la est¨¦tica inglesa de principios del siglo XX, cuando los caballeros londinenses vest¨ªan extravagantes trajes a medida, viv¨ªan en casas neomedievales llenas de muebles Arts & Crafts y conced¨ªan un culto absoluto a la forma. Aqu¨ª, Ringo Starr (Liverpool, 1940), en 1969, luce una melena entre hippie y rom¨¢ntica, y un bigote que no hubiera desentonado entre los pintores prerrafaelitas ni entre el grupo de amigos de Oscar Wilde. Que hoy identifiquemos ese estilo como propio de los a?os sesenta demuestra las vueltas que da la historia y los reg¨ªmenes capilares de cada d¨¦cada.
Burt Reynolds
Que los a?os setenta fueron la d¨¦cada dorada del mostacho es algo que queda patente en este dechado de perfecci¨®n que es Burt Reynolds (Michigan, EE. UU., 1936- Florida, EE. UU. 2018) en 1973. El bigote se alarga en torno a las comisuras de los labios para volverse simp¨¢tico y guerrillero, y el cabello despeinado, con patillas boscosas formando caracolillos alrededor de las orejas, enmarca este momento de gloria capilar. Si quiere probarlo en casa, haga como Burt y d¨¦jese crecer el cabello de manera paralela al bigote; de otro modo, parecer¨¢ un soldado napole¨®nico de paseo por Europa.
Jos¨¦ Mar¨ªa I?igo
?Fue Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo (Bilbao, 1942- Madrid, 2018) nuestro Burt Reynolds? Esta foto de 1977 sostiene esta tesis, aunque a la influencia americana habr¨ªa que a?adir aqu¨ª otra muy tangible en la Espa?a de finales de los setenta: Curro Jim¨¦nez y el discreto encanto del bandolero de Despe?aperros. Aqu¨ª I?igo se pone la patria por mostacho y deja que el pelo se extienda m¨¢s all¨¢ de sus fronteras naturales, llegando casi hasta la barbilla y apuntando el inicio de una perilla que, por suerte, no se generalizar¨ªa hasta los a?os noventa. Adem¨¢s, lo complementa con el aderezo capilar predilecto de la ¨¦poca: patillas largas, anchas y desmadradas. Punto extra para la camisa de cuello setentero, cuyos picos replican la forma del bigote.
Hulk Hogan
Hay algo indefinible, casi surrealista, en el bigote rubio y fantasioso de la estrella de la WWE Hulk Hogan (Georgia, EE. UU. 1953), una de las celebridades m¨¢s queridas de la televisi¨®n de los ochenta. A su mantra, ¡°entrenar, rezar y tomar vitaminas", habr¨ªa que a?adir otro verbo: cuidarse el bigote, decolorarlo y perfilarlo para conformar una silueta ins¨®lita capaz de sobrevivir al paso de los a?os. Hoy, el mito de Hogan ya no est¨¢ ah¨ª, pero su bigote sigue intacto. Ya no es rubio, sino blanco, pero sigue alargando sus extremos hacia la barbilla, conformando una perilla incompleta y tambi¨¦n un estatus del que solo gozan algunos privilegiados: el de haber desarrollado una imagen propia que se puede reconocer de un solo trazo. ?Moraleja? No intente imitarlo si usted no es Hulk Hogan. Y, si lo hace, sepa que todo el mundo (mayor de 35 a?os) se lo recordar¨¢.
Freddie Mercury
El del vocalista de Queen es, como otros bigotes de esta lista (v¨¦ase Ringo Starr), un mostacho historicista, casi carnavalesco, que procede de los de los galanes del cine cl¨¢sico, igual que el cabello repeinado con brillantina y el l¨¢piz de ojos que Mercury (Zanz¨ªbar, 1946- Londres, 1991) emplea con liberalidad. No pretende proyectar naturalidad, sino teatralidad y espect¨¢culo. Maquillaje esc¨¦nico para transitar por la vida y un bigote inclasificable para desmontar todos los t¨®picos de la masculinidad hegem¨®nica.
Clark Gable
Un respiro en medio de tanto revival setentero para acudir a una de las fuentes primigenias del bigote contempor¨¢neo: Clark Gable (Ohio, EE. UU., 1901- Los ?ngeles, EE. UU. 1969). El gal¨¢n indiscutible del cine estadounidense de los a?os treinta y cuarenta era tambi¨¦n un hombre incre¨ªblemente carism¨¢tico que consigui¨® hacer de su bigote fino, delicado y casi caricaturesco una se?a de identidad reconocible. Hoy esta f¨®rmula pertenece por derecho propio al kitsch. Lo llev¨® Jean Dujardin en The Artist (donde emulaba a Gable) y sigue llev¨¢ndolo, a d¨ªa de hoy, el director de cine John Waters, uno de los creadores que mejor sabe evocar los fantasmas del star system estadounidense.
Salvador Dal¨ª
El del artista catal¨¢n es, probablemente, uno de los primeros bigotes performance de la historia. Salvador Dal¨ª (Figueras, 1904-1989) sol¨ªa decir que se hab¨ªa dejado crecer el bigote a consecuencia de su decisi¨®n de no fumar; llevaba varios bigotes postizos en la tabaquera y los ofrec¨ªa igual que otros propon¨ªan un cigarrillo. En cualquier caso, para Dal¨ª el bigote era un componente imprescindible de su imagen como artista, un ejercicio de extravagancia que ayudaba a generar desconcierto. Lo modelaba con cera y aceite, le daba formas casi escult¨®ricas y jugaba con ¨¦l de manera teatral.
Friedrich Nietzsche
Un bigote tan extremo y superlativo como el pensamiento de su portador. Friedrich Nietzsche (1844-1900) llevaba lo que en su ¨¦poca se denominaba "bigote de morsa", tan poblado que ocupa parcialmente los labios y parte de la cara. Era muy habitual en su ¨¦poca y, de hecho, el canciller Otto Von Bismarck llevaba uno igual en la misma ¨¦poca. Es decir, que, a diferencia de otros ilustres bigotudos, el mostacho del fil¨®sofo era simple y llanamente moda. Hoy podr¨ªamos replicarlo, pero resulta escasamente favorecedor; como si, a mitad de su proceso de rasurado, la maquinilla de un barbudo se hubiera quedado de bater¨ªa.
Mark Spitz
El modo en que los deportistas subrayan su individualidad es un tema de lo m¨¢s interesante, porque suelen vestir de uniforme, as¨ª que tienen que centrarse en otros elementos (cabello, tatuajes) que quedan fuera de la jurisdicci¨®n de la equipaci¨®n. El nadador y multimedallista estadounidense Mark Spitz (California, 1950) lo ten¨ªa a¨²n m¨¢s dif¨ªcil, porque su equipaci¨®n se reduc¨ªa a un ba?ador de competici¨®n, as¨ª que decidi¨® ceder todo el protagonismo a su bigote, que permit¨ªa distinguirle del resto de competidores. Hoy lo vemos como un representante m¨¢s que digno de los gloriosos bigotes de los a?os setenta.
Robert Redford
Robert Redford (California, 1936) no llev¨® bigote siempre, pero s¨ª lo hizo en Dos hombres y un destino (1969), un western que apuntal¨® su categor¨ªa de estrella. El mostacho que eligi¨® era relajado, suficientemente descuidado como para resultar cre¨ªble (la pel¨ªcula est¨¢ ambientada a finales del siglo XIX) y tambi¨¦n dotado de cierto rigor hist¨®rico, porque Sundance Kid, el personaje hist¨®rico que interpreta Redford, era un pistolero bigotudo y altanero. Tambi¨¦n refleja la est¨¦tica de la ¨¦poca y acaba con una era de h¨¦roes del oeste rasurados o con barba de tres d¨ªas.
Paul Newman
El compa?ero de reparto de Redford en Dos hombres y un destino no llevaba bigote, pero no tard¨® demasiado en desquitarse; en los a?os setenta, Paul Newman (Ohio, EE UU, 1925- Connecticut, 2008) comenz¨® a dejarse bigote intermitentemente, demostrando que el mostacho no es patrimonio exclusivo de los morenos y que sus rasgos suaves y escult¨®ricos bien pod¨ªan admitir este atributo de la virilidad cl¨¢sica. Newman era m¨¢s bien lampi?o, as¨ª que su bigote no es poblado, sino ligero y levemente despeluchado.
Prince
El bigote fino, casi trazado con l¨¢piz, del genio de Minneapolis (1958-2016) es un gui?o a la tradici¨®n afroamericana, pero tambi¨¦n un juego en los l¨ªmites del g¨¦nero a los que era muy aficionado este artista que hablaba de seducci¨®n en falsete. Heredero directo del de los galanes del cine mudo, es, como el de Mercury, parte de un personaje, de una m¨¢scara y de una puesta en escena. Arriesgado, pero ambiguo y llamativo.
James Franco
Hay pocos actores en el Hollywood de hoy tan acostumbrados (y aficionados) a jugar con su imagen como James Franco (California, EE UU, 1978), que en los ¨²ltimos a?os se ha transformado en distintos hombres en funci¨®n del papel o el momento vital que estuviera atravesando. El bigote ha reaparecido en distintos momentos de su trayectoria: para remarcar su paso a la madurez, para rendir homenaje al cine de los setenta e incluso como gui?o al underground. Aqu¨ª lo vemos en 2016, en plena fiebre retro, con pelo ligeramente largo y repeinado, bigote contenido y cazadora bordada.
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