Bolsonaro y Moro quieren usar la ¡°ley del hielo¡± con Lula da Silva
El presidente de Brasil y su equipo de Gobierno parece que han decidido no responder a las acusaciones del exmandatario
En psicolog¨ªa se llama ¡°ley del hielo¡± o ¡°ley del silencio¡± al comportamiento que usamos con una persona a la que queremos aislar e ignorar. Cuando habla no le hacemos caso: con ella usamos solo el silencio. Puede tratarse de una relaci¨®n de pareja, de un grupo de estudiantes o de un miembro de la familia al que no se le tiene en consideraci¨®n y es arrinconado en las conversaciones.
Esa misma ley puede ser utilizada en pol¨ªtica cuando decidimos no relacionarnos con alguien ni hacerle caso, diga lo que diga, sin reaccionar ni a sus provocaciones. Es lo que, al parecer, han decidido hacer Jair Bolsonaro y S¨¦rgio Moro frente a las provocaciones y acusaciones del expresidente Lula da Silva despu¨¦s de salir de la c¨¢rcel y de haber iniciado su campa?a electoral.
Bolsonaro parece haber decidido personalmente y ha pedido que lo hagan tambi¨¦n los miembros de su Gobierno: ¡°dejar que Lula hable solo¡±. No responder a sus acusaciones, imponerle ese mecanismo psicol¨®gico de la ley del hielo. Moro, que ya hab¨ªa llamado canalla al exmandatario brasile?o, dijo: ¡°yo no respondo a criminales presos o en libertad¡±.
La pregunta es hasta cu¨¢ndo Bolsonaro y Moro ser¨¢n capaces de mantener esa ley del silencio con el expresidente, hoy en libertad, sin responder a sus cr¨ªticas, ni siquiera a las m¨¢s duras. El excapit¨¢n retirado no parece ser, por sus declaraciones, un personaje capaz de controlarse frente a una provocaci¨®n. Todo en ¨¦l, al rev¨¦s, induce a pensar que es reactivo, provocador, violento y fogoso. No le ser¨¢ f¨¢cil ni a ¨¦l ni a sus seguidores m¨¢s agresivos quedarse mudos cuando Lula los provoque.
?Y Moro? Moro es diferente. Es fr¨ªo, de acero, sabe controlar sus palabras y sus sentimientos. Y es ambicioso, por lo que es capaz de usar esos instrumentos psicol¨®gicos del hielo y el silencio con sus provocadores. Y si responde lo har¨¢ con monos¨ªlabos y sarcasmos. Sabe contener sus nervios de hierro.
Hay analistas pol¨ªticos brasile?os que ya comparan, en efecto, la psicolog¨ªa de Moro a la de Putin, el presidente ruso, calculador, herm¨¦tico y ambicioso pol¨ªticamente. De hecho, a pesar de todas las cr¨ªticas que se le han hecho despu¨¦s de haber entrado en el Gobierno de Bolsonaro como ministro de Justicia y, a pesar de los roces tenidos ya con su jefe, ha sabido mantener viva su popularidad super¨¢ndole en los consensos. M¨¢s a¨²n, en las recientes manifestaciones contra el Supremo Tribunal Federal, Moro se ha visto aclamado como un ¡°mito¡±, despojando ese t¨ªtulo a Bolsonaro, el mito por excelencia.
Su frialdad y ambici¨®n pol¨ªtica junto con su capacidad de control personal es lo que ha llevado a Moro a ser paragonado al presidente ruso Putin. De ¨¦l ha escrito Christian Druso en su Perfil psicol¨®gico de Vladimir Putin: ¡°Refleja una personalidad extremamente dura, impenetrable. De todos los presidentes del mundo, Putin podr¨ªa ser uno de los m¨¢s temidos por su fr¨ªa personalidad herm¨¦tica¡±.
Con Putin, sin embargo, con esa su personalidad inflexible e inmutable en los momentos m¨¢s duros de su Gobierno, en el que aparece fr¨ªo como el hielo en el combate a la violencia y en el uso de los servicios secretos, no funciona la ley del hielo, de intentar aislarle. Creo que ni Bolsonaro ni Moro ser¨¢n capaces de aislar a Lula, un personaje a las ant¨ªpodas del presidente ruso, incapaz de callarse ante los ataques. Y al final, esa estrategia del silencio frente a ¨¦l, podr¨ªa ser un boomerang de Lula contra ellos. En efecto, la ley del hielo funciona con personalidades m¨¢s bien fr¨¢giles, con poca autoestima, que al final son incapaces de soportar esa actitud de frialdad calculada de los que le rodean y acaban despertando un s¨ªndrome con consecuencias f¨ªsicas o ps¨ªquicas.
En la facultad de la Sapienza de Roma, el profesor Luigi Cancrini hizo un experimento de la ley del hielo con un grupo de estudiantes, unos diez. Deb¨ªamos discutir un tema propuesto por ¨¦l. Antes se hab¨ªa puesto de acuerdo con el grupo para que cuando hablara una colega, escogida por ¨¦l, sin que ella lo supiera, nadie le respondiera ni le hiciera caso. Y cuanto m¨¢s insistiese por entrar en el debate, m¨¢s silencio deb¨ªa hacerse en torno a ella. Cancrini nos hab¨ªa dicho: ¡°Van a ver c¨®mo no aguanta ni media hora de debate sin sentirse mal¡±. As¨ª fue, y a los 20 minutos de discusi¨®n en la que nadie la escuchaba cuando hablaba ni se le daba ninguna atenci¨®n, como si no existiera, la chica se levant¨® y le dijo al profesor ¡°que se sent¨ªa mal del est¨®mago¡±. Para defenderse de la ley del hielo a la que hab¨ªa sido sometida desarroll¨® el s¨ªntoma de un malestar f¨ªsico.
Cancrini, uno de los pioneros en el estudio de los problemas de la droga juvenil, sol¨ªa decirnos que ¨¦l ¡°ve¨ªa al ni?o que llora en cada paciente¡±. Y nos explicaba que las personas que hab¨ªan sufrido un gran rechazo en su infancia por parte de sus padres era f¨¢cil que, de adultos, acabaran siendo tiranos con los otros. Y nos pon¨ªa el ejemplo de Hitler, del dictador espa?ol Franco y de Stalin.
Los d¨¦spotas, seg¨²n ¨¦l, se forjan en la infancia donde son importantes, por ejemplo, f¨¢bulas como Blanca Nieves o Cenicienta, de la literatura infantil. En ellas, dec¨ªa el psiquiatra, se habla de maltratos, y as¨ª el ni?o se acostumbra a que haya peligros, pero que se pueden superar si se cuenta con el amor de alguien. Por eso sol¨ªa decir ¡°yo veo en cada paciente adulto el ni?o que llor¨® en su infancia¡±.
Volviendo a la decisi¨®n de Bolsonaro y Moro de imponer a Lula la ley del silencio no parece una tarea f¨¢cil. El expresidente es consciente de su valor, de su capacidad de hacer pol¨ªtica y de tocar el alma de los m¨¢s pobres. No es un santo, pero usa con ¨¦xito los mecanismos capaces de tocar las fibras m¨¢s ¨ªntimas de las personas. Y es al mismo tiempo orgulloso y tozudo. Su infancia de dureza econ¨®mica y de abandono familiar, lo hac¨ªan candidato a ser uno de esos personajes d¨¦spotas de los que habla Cancrini. Seguramente, Lula supo encontrar ya de peque?o el ant¨ªdoto psicol¨®gico para defenderse.
Es, pues, a¨²n una inc¨®gnita la relaci¨®n que podr¨¢ entablarse entre Lula, Bolsonaro y Moro en la guerra pol¨ªtica en curso. Una cosa parece cierta: no creo que ante el silencio de quienes han decidido ignorarlo, Lula pueda caer en un s¨ªndrome ps¨ªquico de abandono. Es una buena experiencia para los psiquiatras brasile?os.
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