El caso Marielle una prueba definitiva para S¨¦rgio Moro
Hasta ahora, el exjuez del caso Lava Jato, en los momentos dif¨ªciles para Bolsonaro, o para alguno de sus hijos, ha buscado minimizar los hechos
S¨¦rgio Moro, el ministro de Justicia del presidente Jair Bolsonaro, no lleva en sus manos el caso Marielle Franco, la concejala asesinada. Sin embargo, en el asesinato hay sospechas de que en ¨¦l, de alguna forma, est¨¢ involucrada la familia del presidente brasile?o. Moro, exjuez de la operaci¨®n Lava Jato, se encuentra ante un dilema: ser el ministro de Justicia o el abogado defensor de Bolsonaro y sus hijos.
Fue Bolsonaro, al ser elegido presidente, quien hab¨ªa asegurado que su ministro de Justicia no iba a ser, como en los Gobiernos de Lula y Dilma, su abogado defensor y s¨ª: su brazo fuerte contra la corrupci¨®n. El caso Marielle est¨¢ revelando, seg¨²n las ¨²ltimas investigaciones, una situaci¨®n complicada para Moro. Las pesquisas se centran en el portero del complejo de lujo en Barra de Tijuca (R¨ªo de Janeiro), donde viv¨ªa la familia Bolsonaro y tambi¨¦n la del acusado de asesinar a Marielle, Ronni Lessa. Todo ello est¨¢ llevando a Bolsonaro, padre e hijos, a un ataque de nervios.
Por si fuera poco, el caso se lo disputan ahora la Justicia de R¨ªo y la federal de Brasilia con acusaciones de ambas partes de estar intentando esconder algo que podr¨ªa comprometer al presidente de Brasil. Para empezar, S¨¦rgio Moro, ante el caso del portero del complejo urbano en el que viv¨ªan Bolsonaro y su familia, intervino minimizando y pidiendo que sea la polic¨ªa federal la que interrogue al casero y haga las investigaciones, en un intento de federalizar el caso. Y es sabido que Moro sigue controlando a la polic¨ªa federal con la que trabaj¨® codo a codo en las investigaciones de la Lava Jato.
Si Moro decidiera entrar furtivamente en el caso Marielle, su comportamiento ser¨¢ una prueba definitiva para saber si es solo el ministro de Justicia del Gobierno o, como algunos ya empiezan a sospechar, el abogado defensor de Jair Bolsonaro. Hasta ahora, Moro, en los momentos dif¨ªciles para Bolsonaro, o para alguno de sus hijos, ha buscado minimizar los hechos. D¨ªas atr¨¢s cuando el diputado federal, Eduardo Bolsonaro, levant¨® un avispero con su explosiva declaraci¨®n sobre la posibilidad de instaurar en Brasil un instrumento autoritario como el Acto Institucional N¨²mero Cinco (AL 5), el m¨¢s duro y sangriento de represi¨®n de la dictadura. Moro al ser interrogado por los periodistas se limit¨® a decir que ¡°eso fue ayer. Eduardo pidi¨® perd¨®n. Caso cerrado¡±. No, no est¨¢ cerrado. Ni ese ni el de Marielle ya que las fuerzas democr¨¢ticas, desde la derecha a la izquierda, incluidos parte de los militares, criticaron con dureza las palabras del diputado como algo muy grave contra la democracia.
A pesar de que sigue neg¨¢ndolo, existen pocas dudas de que Moro est¨¢ pensando en ser candidato a la presidencia de Brasil. Lo har¨ªa cualquier otro al que los sondeos le brindasen cerca del 60 % de aprobaci¨®n, como a ¨¦l le sucede. El dilema es que para ello necesitar¨ªa no perder el apoyo del grupo duro de un 30 % que sigue a Bolsonaro y que no piensa abandonarlo. Es ese ej¨¦rcito aguerrido del presidente brasile?o quien sigue apoyando el programa inicial del ultraderechista enfocado en combatir la corrupci¨®n y tambi¨¦n exige que Moro salve al mandatario y a su Gobierno de posibles acusaciones, como el asesinato de la activista Marielle.?
Existen pocas dudas de que Bolsonaro parece haber abandonado la bandera contra la corrupci¨®n dada, adem¨¢s, su amistad con el presidente del Supremo, Dias Toffoli, visto como uno de los mayores cr¨ªticos de la Lava Jato. La inc¨®gnita es que Moro no puede dejar, al mismo tiempo, de aparecer como el gran fustigador de la corrupci¨®n pol¨ªtica que llev¨® a la c¨¢rcel al popular expresidente Lula da Silva. Y sigue, en efecto, intentando demostrar que su posici¨®n en ese campo no ha cambiado. La gran duda es c¨®mo podr¨¢ conjugar su imagen de juez intransigente con los casos de corrupci¨®n que han aparecido en el partido de Jair Bolsonaro y en sus hijos. No es f¨¢cil imaginar hasta cu¨¢ndo podr¨¢ mantener su l¨ªnea oficial de independencia en el Gobierno brasile?o y la defensa a ultranza del mandatario cuando a este le surja un grave tropiezo en el camino.?
As¨ª, el caso Marielle se convierte en algo definitivo para entender si el exjuez Moro preferir¨¢ ponerse al lado de su jefe para no perder su benevolencia y asegurarse pol¨ªticamente su fuerza electoral o si ser¨¢ capaz de demostrar su independencia rechazando abiertamente vender su faceta de independiente por el plato de lentejas de sus sue?os pol¨ªticos. Todo ello si antes, Bolsonaro, en caso de dudar de la fidelidad de su ministro, no sea quien le ponga de patitas en la calle.
Y si todo eso fuera poco, ahora le surge a Moro, en el caso Marielle, el desencuentro, por no decir el enfrentamiento, del presidente Bolsonaro con el gobernador del Estado de R¨ªo de Janeiro, Willson Witzel, al que acusa de querer involucrarlo en las investigaciones. Dicho enfrentamiento con Witzel es sintom¨¢tico para Moro y Bolsonaro, porque el gobernador eligi¨® la pol¨ªtica dura contra la violencia y el crimen y ya ha anunciado que ser¨¢ candidato en 2022 contra Bolsonaro. Ocurre que Witzel, como Moro, es tambi¨¦n un exjuez con pretensiones fara¨®nicas de poder y amor por la pol¨ªtica. Dif¨ªcil no ver en el horizonte retumbar entre los tres importantes personajes tambores de guerra, todo lo que Brasil no necesita en este momento de borrasca pol¨ªtica. Cada d¨ªa aparece m¨¢s cierto lo que ya escribimos en esta columna que Marielle ser¨¢ para la familia Bolsonaro m¨¢s peligrosa muerta que viva, con el agravante de que a los muertos no se les puede volver a matar.
A no ser que todas esas guerras de poder y nostalgias dictatoriales acaben tan envenenadas que hasta los que votaron por Bolsonaro, por falta de alternativas cre¨ªbles, le abandonen dando lugar a una nueva esperanza democr¨¢tica que ofrezca algo m¨¢s que armas y violencia por parte del Estado para resolver las crisis.
Brasil necesita de un equilibrio pol¨ªtico para volver a dar vida a una normalidad democr¨¢tica. Lo necesita y con urgencia sobre todo las clases m¨¢s desamparadas que parecen en esta hora abandonadas a seguir sufriendo su at¨¢vica desigualdad. Son, seg¨²n un estudio de Pna Cont¨ªnua, 104 millones, la mitad de los brasile?os, obligados a vivir con una renta de 413 reales al mes. Esos pobres han perdido un 3,8% de su renta irrisoria, los m¨¢s ricos la han aumentado un 8,2%.
Es esa caravana que est¨¢ resbalando hacia una nueva pobreza la que se ve cada vez m¨¢s amenazada por los f¨¦rreos arrojos ultraliberales y dictatoriales de Bolsonaro que castigan al pa¨ªs, y en los que el exjuez Moro parece haber aprendido a nadar en sus aguas. ?Hasta cu¨¢ndo?
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