¡°Yo soy la capitana del barco¡±
La estadounidense Rebecca Jayne Argo aboga por una pesca respetuosa con el medio ambiente, m¨¢s accesible a los j¨®venes y segura para los trabajadores de este sector, uno de los m¨¢s peligrosos del mundo
"La primera pregunta que me hacen normalmente es ?D¨®nde est¨¢ el capit¨¢n? Y yo respondo: Yo soy la capitana del barco". As¨ª se presenta ella ante su tripulaci¨®n masculina, los pescadores artesanales ind¨ªgenas con los que trabaja o los porteadores mexicanos que esperan en el puerto a que ella atraque detr¨¢s del volante los 23 metros de eslora de su embarcaci¨®n en la costa de Alaska. Rebecca Jayne Argo, estadounidense de 34 a?os, es la capitana y copropietaria del Sunnyvale, un barco que durante cerca de cinco meses al a?o se adentra en las aguas profundas del Pac¨ªfico Norte para refrigerar y conservar el salm¨®n que les venden en alta mar los peque?os pescadores de la comunidad nativa de Chignik. "Siempre me respetan todos, aunque alguna vez he tenido que buscar el aval de mi socio para reafirmar lo que digo", cuenta m¨¢s bien como una an¨¦docta.
Es enjuta y robusta a la vez, y se define como "petite", peque?a en franc¨¦s. Tiene las manos secas y fuertes, le divierte que su apariencia mueva los l¨ªmites de las expectativas de la gente y es consciente de que puede inspirar a otras mujeres y j¨®venes que ans¨ªan alcanzar su posici¨®n. "Tengo muchas amigas que quieren ser capitanas, tener su barco. Est¨¢n cansadas de ser las que sirven la comida a bordo, y de que nos miren cuando llega la hora de comer, pero es un camino dif¨ªcil", considera Argo durante una entrevista en la sede de la Organizaci¨®n de la ONU para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO), en Roma. Ha sido invitada a participar en el evento de apertura del Simposio Internacional sobre la sostenibilidad de la pesca y ante 200 personas del sector y responsables de pol¨ªticas p¨²blicas se?al¨®: "Es caro que los j¨®venes podamos comprar un barco y conseguir los permisos (...) En Alaska la legislaci¨®n nos da esta oportunidad y disuade del monopolio".
Es adem¨¢s un camino dif¨ªcil porque la pesca comercial ha sido calificada como la segunda profesi¨®n con la mayor tasa de mortalidad del mundo; por los abusos laborales en el sector; porque las inversiones en los barcos, su tecnolog¨ªa y su mantenimiento son elevados y arriesgados; por la competencia desleal de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada; por la sobreexplotaci¨®n de los recursos o porque la crisis clim¨¢tica est¨¢ calentando las aguas, volvi¨¦ndolas m¨¢s ¨¢cidas y cambiando los patrones de movimientos de los peces. "Es inestable, ahora no se puede prever igual hacia donde van las poblaciones. El a?o pasado, la captura del salm¨®n en mi zona fue un fracaso, y este a?o no ha sido lo suficientemente fuerte. Siempre hay miedo por la incertidumbre", se?ala Argo, que se apresura a resaltar que este desconcierto condiciona tambi¨¦n la vida de los ind¨ªgenas de Chignik, que les venden el pescado desde barcas en alta mar.
Una de cada 10 personas en el mundo depende de la pesca para ganarse la vida y alimentar a su familia, y alrededor del 95% de ellas vive en ?frica y Asia, seg¨²n c¨¢lculos de FAO. "En el caso de estas comunidades en Alaska, si no es una buena temporada, los ingresos que esperan los ind¨ªgenas no les alcanza. Y adem¨¢s es una poblaci¨®n sin una buena representatividad global entre los responsables pol¨ªticos. Es triste si pierden su estilo de vida", se?ala la capitana, que sabe que para garantizar el mantenimiento sostenible del sector se tienen que respetar por completo los ciclos biol¨®gicos de las especies. "En Alaska tenemos cient¨ªficos que revisan y cuentan cuantos salmones suben al r¨ªo. Y si no hay suficientes, se cierra la zona de pesca", indica satisfecha.
La sobreexplotaci¨®n es otra de las grandes cuestiones que afectan al sector. Cerca del 33% de las poblaciones de peces marinos se pescan a niveles "biol¨®gicamente insostenibles ¡ªen comparaci¨®n con s¨®lo el 10% hace 40 a?os¡ª", indica FAO. "Ahora hay un movimiento importante por la pesca sostenible, se paga m¨¢s por una mayor calidad, por la captura con ca?a, por que sea uno a uno. Y el mercado demanda estos productos", considera Argo, que pas¨® tambi¨¦n varios a?os pescando con redes hasta que despu¨¦s de invertir en restaurar, trabajar y vender otras dos embarcaciones m¨¢s peque?as compr¨® Sunnyvale. "Quer¨ªa trabajar con las manos, usar mi cuerpo, ser una parte de la naturaleza, estar rodeada de ella. Eso es una satisfacci¨®n para m¨ª", dice dibujando con gestos sus palabras.
Ahora, una persona consume cada a?o 20,3 kilos de prote¨ªnas "de buena calidad" y micronutrientes esenciales del pescado. Y las exportaciones de productos pesqueros alcanzaron en 2017 la cifra r¨¦cord de 141.000 millones de euros, informa la FAO, que a?ade que desde mediados de la d¨¦cada de los setenta, los pa¨ªses en desarrollo han aumentado los beneficios comerciales netos del pescado de casi cero a m¨¢s de 36.000 millones de euros anuales. Pero hay otra informaci¨®n que no se puede contrastar; la de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. "Es esencial que esto se resuelva. Tenemos cada vez m¨¢s datos cient¨ªficos para controlar este tipo de capturas y hay que mantener los oc¨¦anos saludables. Hay que hacer un seguimiento de esta cuesti¨®n", se?ala.
Argo proviene de uno de los pa¨ªses que m¨¢s emisiones de di¨®xido de carbono lanzan a la atm¨®sfera, lo que incide con m¨¢s virulencia en el aumento de las temperaturas de las regiones del sur global y provoca m¨¢s inestabilidad en su sector y su seguridad alimentaria. "Siento mucho esta situaci¨®n y Estados Unidos necesita aceptar su responsabilidad y cambiar esta din¨¢mica", reclama la capitana en un sector que va siendo cada vez m¨¢s sostenible en los pa¨ªses desarrollados y que todav¨ªa tiene que hacer esfuerzos para conseguirlo en los de rentas m¨¢s bajas. "Yo espero ahora que me concedan una ayuda que he pedido para poder instalar bater¨ªas en mi barco y no tener que quemas combustibles f¨®siles. Hay que invertir en energ¨ªas renovables, y en Estados Unidos podemos hacerlo y tenemos dinero para ello", concluye.
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