Ojo
Al menos 230 personas han perdido o menguado su vista por obra y gracia de una terror¨ªfica lluvia de granizo nada fortuito en las protestas de Chile
M¨¢s de tres mil heridos y 23 muertos han ca¨ªdo en Chile durante las manifestaciones multitudinarias que revelan una vez m¨¢s las razones de la sinraz¨®n y el desamparo, el delirio de los poderes equivocados y la pasi¨®n silente de quienes hacen sentir su conciencia en seis cuerdas, danzando en colores y tambi¨¦n, gritando a voz en cuello el hartazgo.
De todas las noticias terribles que llegan de Santiago y dem¨¢s ciudades de Chile que se han izado contra la cerraz¨®n y abierta represi¨®n, capta la mirada de cualquiera la ominosa suma de al menos 230 personas que han perdido sus ojos con los perdigones de goma o balines letales que fueron disparados a quemarropa, al azar, al vac¨ªo o a la masa. Con eso basta intentar esta columna que, en realidad, no sabe qu¨¦ palabras a?adir a la tragedia: 230 personas han perdido o menguado su vista por obra y gracia de una terror¨ªfica lluvia de granizo nada fortuito. Baleados directamente desde rifles dirigidos por m¨¢scaras, heridos por compatriotas de uniforme y s¨ª, los ecos de un pasado en blanco y negro que se cre¨ªan superados vuelven a empa?ar las calles que todos quer¨ªamos pisar nuevamente, m¨¢s temprano sin reposo.
Ojo que mira la caries del mundo anquilosado en algoritmos necios y prisas injustificadas; ojo que mira el vaiv¨¦n constante de los precios y las oscilaciones de inversiones con enga?os, saqueos injustificados, mentiras multiplicadas y explicaciones huecas. Ojo que mira las caras de los ni?os y j¨®venes que ya navegan un paisaje que parec¨ªa tan ajeno a las bombas sobre La Moneda o la sombra ins¨®lita de un general siniestro que se proyecta intacta sobre las p¨¢ginas de una Constitutic¨®n anacr¨®nica y las fotos en sepia y la cara de Allende y un verso de Neruda y los discos de V¨ªctor Jara y el ojo que mira hoy mismo el espejismo del pret¨¦rito en la ira que destila la saliva de un renacido militar de verde olivo y casco gal¨¢ctico que dispara sin piedad al bulto de todos reunidos y abrazados en el miedo sin considerar o medir que ha de romper el ojo sin que liquide la mirada, porque lo miramos todos y vemos ya sin el ojo perdido la sa?a y el dolor, la locura y el sinsentido de todo tras el delicado velo enrojecido de una pupila que parece que se limpia porque no deja de llorar.
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