Alerta roja: especies invasoras
En Europa, animales y plantas aut¨®ctonos pierden terreno frente a los ecosistemas externos
EUROPA EN general y Espa?a en particular ¡ªtodos los continentes, en realidad¡ª son escenarios de un fen¨®meno que todav¨ªa carece de una soluci¨®n consensuada: la multiplicaci¨®n de plantas y animales provenientes de otros ecosistemas que se imponen sobre las especies aut¨®ctonas provocando desequilibrios ecol¨®gicos y p¨¦rdidas econ¨®micas.
Algunos de estos animales llegaron a Espa?a para su cr¨ªa intensiva en granjas peleteras, como el vis¨®n americano; otras especies lo hicieron adheridas a los cascos de los nav¨ªos, como el mejill¨®n cebra; el siluro fue colado en los r¨ªos para fomentar la pesca deportiva, y ciertas plagas como la del escarabajo picudo se propagaron por la introducci¨®n ilegal de palmeras egipcias, aunque la presencia de la mayor¨ªa de especies invasoras tiene su origen en la suelta irresponsable de mascotas como mapaches, cotorras, tortugas y cerdos vietnamitas.
El camalote o jacinto de agua que estraga el Guadiana desde hace una d¨¦cada es otro triste caso de irresponsabilidad perpetrado por alguien que arroj¨® al r¨ªo aquella planta acu¨¢tica del Amazonas.El coste de la limpieza del Guadiana ha superado los 30 millones de euros y algunas plataformas c¨ªvicas denuncian que las Administraciones no se esfuerzan en combatir la plaga para no perder las subvenciones. Algo semejante ocurre con la campa?a contra el vis¨®n americano. Desde que algunas organizaciones animalistas liberaron 30.000 ejemplares de varias granjas peleteras a comienzos del siglo XXI, la lucha contra los must¨¦lidos liberados ha supuesto 16 millones de euros de los presupuestos p¨²blicos de 11 comunidades aut¨®nomas.
Por otro lado, el mejill¨®n cebra ha provocado da?os calculados en 1.600 millones de euros durante los ¨²ltimos 10 a?os porque sus colonias inutilizan tuber¨ªas, motores, de?sag¨¹es, canales de riego y sistemas de refrigeraci¨®n como el de la central nuclear de Asc¨®. No disponemos de ninguna cifra oficial que nos indique lo que invierten las Administraciones espa?olas en combatir a las especies invasoras, aunque a nivel continental s¨ª sabemos que la Uni¨®n Europea destina 12.500 millones de euros anuales a contrarrestar sus estragos.
Con todo, la irresponsabilidad de miles de personas que por ignorancia y noveler¨ªa se encaprichan en tener especies ex¨®ticas como mascotas es una de las principales razones por las que se han multiplicado mapaches, tortugas tropicales, ranas toro, cerdos vietnamitas y cotorras grises o de Kramer ¡ªentre otras especies¡ª por parques, bosques y hasta parques nacionales de Espa?a. El coste ecol¨®gico y medioambiental es tan o m¨¢s grave que el econ¨®mico, porque las especies aut¨®ctonas son exterminadas por las competidoras for¨¢neas y as¨ª la invasi¨®n de ecosistemas por otras especies se ha convertido en la segunda causa de p¨¦rdida de biodiversidad en nuestro planeta.
?Y si la diseminaci¨®n mundial de las especies fuera otra expresi¨®n de esta globalizaci¨®n vertiginosa que consiente la circulaci¨®n de mercanc¨ªas, capitales, individuos y datos digitales? Ninguna especie sali¨® de su entorno natural por voluntad propia, y por eso organizaciones como WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acci¨®n y PACMA han protestado contra las ¨²ltimas modificaciones de la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad (2018), que sali¨® adelante a pesar de las cr¨ªticas de 17 sociedades cient¨ªficas y 600 investigadores.
Seg¨²n el G¨¦nesis, los animales regresaron a sus santuarios originales cuando ¡°salieron por familias¡± del arca de No¨¦, pero a ver qui¨¦n les recuerda el camino de vuelta a los mapaches madrile?os, a las cotorras sevillanas y a los cerdos vietnamitas catalanes.
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