Antidisciplinar
Se trata de trabajar en espacios que no encajan en ninguna disciplina existente, y de sacar al investigador de su zona de confort
Es una de las primeras palabras que se aprenden al entrar, incluso para entrar, en el MediaLab del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachu?setts (MIT) o en el nuevo Centro para Humanos y M¨¢quinas que dirige en Berl¨ªn Iyad Rahwan. Se suele asegurar que los equipos profesionales, incluida la ense?anza y la investigaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica, tienen que ser multi- o interdisciplinares. Es decir, no s¨®lo hace falta montar equipos en los que haya especialistas de diversos campos, no ¨²nicamente cient¨ªficos y tecnol¨®gicos, sino tambi¨¦n en ciencias humanas, para abordar y resolver problemas complejos, especialmente los que ata?en a la complejidad humana. Y as¨ª contar con cient¨ªficos de la computaci¨®n, f¨ªsicos, expertos en clima, arquitectos, junto a fil¨®sofos, psic¨®logos y soci¨®logos que interact¨²en. En muchas universidades hay carreras que juntan disciplinas, y generan as¨ª innovaci¨®n.
Es, adem¨¢s, una necesidad. As¨ª, el ingeniero tiene hoy en d¨ªa que tener tambi¨¦n conocimientos no superficiales de ¨¦tica. Justamente, los cursos de ¨¦tica han comenzado a proliferar en escuelas tecnol¨®gicas como la de Princeton o la Carnegie Mellon, especialmente en relaci¨®n con las aplicaciones de inteligencia artificial. Robert McGinn, en su libro The Ethical Engineer (2018), observaba una desconexi¨®n entre la formaci¨®n ¨¦tica de los estudiantes de ingenier¨ªa (lado te¨®rico) y la realidad del trabajo de ingenier¨ªa actual de cada d¨ªa, que, gracias a la tecnolog¨ªa, es m¨¢s ubicuo (lado pr¨¢ctico). De hecho, el campo de la ¨¦tica en la IA se est¨¢ desarrollando r¨¢pidamente con propuestas en todo el mundo, desde la Uni¨®n Europea hasta EE UU, pasando por China, la OCDE o el G20.
Pero lo inter -o multi- disciplinar no genera suficiente innovaci¨®n o lo que el MediaLab ¡ªque se intenta recuperar a ra¨ªz del esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n del ped¨®filo Jeffrey Epstein, que se suicid¨®¡ª se jacta en buscar: ¡°Singularidad, impacto y magia¡±, seg¨²n su exdirector Joichi Ito. El enfoque antidisciplinar quiere ser creativo. En un lugar innovador donde los haya, como el citado centro, cuando uno llega con una especialidad, muchas veces le ponen a trabajar en algo que no sab¨ªa. He tenido la oportunidad de visitar recientemente el centro que cre¨® Nicholas Negroponte, y ser pastoreado en ¨¦l por Luis Alonso, arquitecto espa?ol dedicado ahora a aplicar la inteligencia artificial y los datos masivos (big data) a la City Science, la ciencia de las ciudades, para generar barrios o ciudades innovadores, con escala humana, por medio de complejas simulaciones. Estas acomodan desde el envejecimiento de algunas poblaciones a la integraci¨®n de refugiados sirios en una ciudad como Hamburgo, muy a menudo con datos de geolocalizaci¨®n en tiempo real, frente a lo que est¨¢ haciendo el Ayuntamiento de Madrid. Luis Alonso, pese a la pericia que tra¨ªa en planeamiento urbano, empez¨® en el MediaLab de forma antidisciplinar, por el dise?o de espacios rob¨®ticos transformables para apartamentos peque?os (micro-units). Otro objetivo de lo antidisciplinar es sacar al investigador, al menos en un principio, de su zona de confort, es decir, de lo que m¨¢s sabe, para aplicar esa sabidur¨ªa a otras zonas no investigadas por ¨¦l. Pues as¨ª se crea.
Como explica un antiguo del MediaLab, se trata de trabajar en espacios que simplemente no encajan en ninguna disciplina acad¨¦mica existente, de generar un campo de estudio espec¨ªfico con sus propias palabras, marcos y m¨¦todos. Un objetivo es generar lenguajes comunes entre disciplinas inconexas o para proyectos disruptivos. No es una suma de disciplinas, sino la creaci¨®n de algo nuevo. Claro que para ello se requiere flexibilidad en la ense?anza universitaria y en los proyectos de investigaci¨®n, que muchas veces se empiezan y no se sabe qu¨¦ van a producir, si es que no llevan a un callej¨®n sin salida. Se requiere una nueva actitud cultural y mental (incluso para generar una cultura de los datos de la que a¨²n carecemos) y financiera. En el MediaLab reina la diversidad, con laboratorios para M¨¢quinas Sociales, pasando por otros sobre computaci¨®n afectiva.
Hay que romper barreras mentales y profesionales, y aprender a aprender de forma permanente y creativa, a colaborar entre instituciones. Pues hoy ¡ªy siempre¡ª las redes lo son casi todo. Tambi¨¦n para la creatividad tecnol¨®gica.
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