Vandalismo institucional
Quienes violan constantemente la Ley de Memoria Hist¨®rica, ahora deciden retirar del cementerio de La Almudena las placas de los all¨ª fusilados entre 1939 y 1944
Esos que tanto hablan de no remover el pasado con huesos y muertos, que dicen que exhumar al dictador genocida ¡°no aporta nada al debate¡± (a qu¨¦ debate se refieren es un misterio), esos que violan constantemente la Ley de Memoria Hist¨®rica, esos mismos deciden retirar (y con ello destruir) del cementerio madrile?o de La Almudena las placas con los nombres de los all¨ª fusilados entre 1939 y 1944. F¨ªjense bien en las fechas, es importante. Estas v¨ªctimas no son ni siquiera fusilados durante la contienda, sino durante la purga genocida que comenz¨® con la victoria franquista del 39.?PP y Ciudadanos justifican la decisi¨®n interpretando de forma torticera la recomendaci¨®n del extinto Comisionado de Memoria Hist¨®rica, un ente que respond¨ªa ante la Oficina de Derechos Humanos y Memoria, la cual fue suprimida por el nuevo Ayuntamiento, con lo que se puso fin a las pol¨ªticas de memoria para las v¨ªctimas del franquismo iniciadas por el equipo de Manuela Carmena.?El Comisionado propon¨ªa ¡°honrar a todas las v¨ªctimas del periodo b¨¦lico para evitar nuevos agravios¡±. As¨ª que insisto: los fusilamientos se dieron en el periodo posb¨¦lico. Ahora, dicen desde el Ayuntamiento, se va a unificar ¡°el reconocimiento a las v¨ªctimas de ambos bandos¡±. As¨ª, pretenden reconocer a aquellos que ya estuvieron glorificados durante 40 a?os de dictadura junto con los que fueron asesinados tras juicios infames, sus familias vejadas y condenadas a la pobreza o el exilio, sus bienes confiscados. Esos que dec¨ªan que el pasado no importa planean continuar con la venganza y la humillaci¨®n de las v¨ªctimas del franquismo. A eso llaman ellos normalizar la memoria.
Pero normalizar la memoria es algo muy diferente. Normalizar la memoria significa primero superar el trauma de la violencia pasada y sus herencias. Convertir ese trauma en una narrativa de memoria que no incida en el dolor, la humillaci¨®n, el deseo de venganza, la sensaci¨®n de p¨¦rdida irreparable por parte de las v¨ªctimas y sus descendientes requiere un gran ejercicio ¨¦tico y un compromiso de no repetici¨®n por parte de los causantes del da?o. Los herederos del r¨¦gimen franquista (tanto ideol¨®gicos como econ¨®micos) son los principales responsables de que la normalizaci¨®n se produzca. Las personas que defendemos una democracia sin r¨¦moras del pasado dictatorial llevamos a?os haciendo ese trabajo (cada cual con sus herramientas) que es, lo repito por en¨¦sima vez, potenciar la memoria de aquellas v¨ªctimas que no tuvieron el proceso debido de memoria, justicia y reparaci¨®n e intentar, en la medida de lo posible, que ese proceso ocurra. Esta lucha no es partidista, no es revanchista, no falsea la historia. Es pura y simplemente una reivindicaci¨®n de la justicia. Las v¨ªctimas y sus descendientes a veces se resisten al olvido que supone la normalizaci¨®n porque creen que as¨ª se otorga el perd¨®n a quien ha cometido el crimen. Se limpian las culpas del criminal porque se considera que ya est¨¢n pagadas, y lo est¨¢n porque la justicia ha hecho su trabajo (con c¨¢rcel, reparaciones o reconocimientos p¨²blicos de responsabilidad, seg¨²n el caso). Pero cuando los que han cometido el crimen o se han beneficiado de ¨¦l, cuando sus herederos creen que esos cr¨ªmenes estaban justificados, no dar¨¢n ning¨²n paso para la normalizaci¨®n porque creer¨¢n que nada hay que perdonarles. Eso s¨ª, seguir¨¢n trabajando para que creamos que es normal un pa¨ªs en el que hay m¨¢s de 100.000 v¨ªctimas en las cunetas y cuyas pol¨ªticas de memoria consisten en ejercer a¨²n m¨¢s violencia contra su memoria y sus familiares. Un pa¨ªs en el que el Ayuntamiento de su capital vandaliza placas de v¨ªctimas en un cementerio.
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