Chicas raras
Frente a la homogeneidad de la representaci¨®n de la mujer ideal del franquismo, las escritoras Dolores Medio y Concha Al¨®s presentaron formas ¡°inconvenientes¡± de feminidad
Escribimos para atrapar la vida o para huir de ella? ?Creamos mundos imaginarios porque el que vivimos nos horroriza? ?O nos inventamos ficciones para entender mejor lo que nos inquieta? ?Separamos vida y literatura, experiencia y escritura, realidad y ficci¨®n? Para m¨ª no hay antagonismo entre estos t¨¦rminos, la ficci¨®n me ayuda a comprender la realidad, y me invento historias no para huir de la vida, sino para entenderla y entenderme mejor. Esta postura, que une tiempo de vida y tiempo de literatura, que implica una relaci¨®n simbi¨®tica entre experiencia y escritura, es com¨²n en escritoras de ¨¦pocas y geograf¨ªas diversas. En Vivir el tiempo: Mujeres e imaginaci¨®n literaria (Ediciones Bellaterra), Noelia Ad¨¢nez contesta impl¨ªcitamente estas preguntas a trav¨¦s del an¨¢lisis de dos figuras clave (aunque olvidadas) de nuestra literatura: Dolores Medio y Concha Al¨®s.
Medio y Al¨®s escriben durante los a?os cincuenta y sesenta del siglo XX, en plena dictadura franquista y cuando tanto la ley como la moral cat¨®lica imponen un comportamiento represor y asfixiante a las mujeres. Son, desde sus primeras publicaciones, lo que Carmen Mart¨ªn Gaite llama ¡°chicas raras¡± (t¨¦rmino que recoge Ad¨¢nez con mucho tino), mujeres a las que mueve el deseo de libertad y de romper con el mandato de ¨¢ngel del hogar sumisa, abnegada y silenciosa. Frente a la mujer que no domina la palabra, la ¡°chica rara¡± es ¡°la mujer articulada, lectora, escritora, so?adora, anhelante, inconveniente¡±. La forma de rebelarse de las dos escritoras es, seg¨²n Ad¨¢nez, ¡°vivir el tiempo¡±, una expresi¨®n evocadora que refiere a que ¡°lejos de dejar correr el tiempo, de matarlo, asumieron el riesgo real de vivirlo a trav¨¦s de la escritura¡±. En estas dos autoras no hay elecci¨®n entre vida y escritura, entre experiencia y creaci¨®n. Escribir no es una forma de huida de esa realidad opresiva, sino una apropiaci¨®n de la misma: la escritura fija la vida, le da el ritmo que la escritora elige; la escritura disecciona la realidad y extrae de ella toda su fealdad para convertirla, a trav¨¦s de la imaginaci¨®n, en un arma contra ese otro tiempo impuesto (el tiempo de la mujer reducida a las tareas propias de su sexo), contra esa otra imaginaci¨®n impuesta (la femineidad nacionalcat¨®lica que coarta el deseo y la libertad).
Frente a la homogeneidad de la representaci¨®n de la mujer ideal dise?ada por el franquismo (la pureza virginal, la maternidad sagrada, la sexualidad al servicio del var¨®n y la patria), estas escritoras presentan formas ¡°inconvenientes¡± de ser mujer. Esa representaci¨®n tuvo, por supuesto, sus consecuencias negativas en las carreras de ambas. Ad¨¢nez se?ala que la cr¨ªtica literaria calificaba la literatura de Concha Al¨®s como ¡°soez, expl¨ªcita, repulsiva, enferma y ¡ªsobre todo¡ª impropia de una mujer¡±.
Cuando publiqu¨¦ mi segunda novela, un periodista me dijo que le gustaba mi literatura porque era poco femenina. Pensar¨ªa que me estaba halagando con su comentario y se sorprendi¨® cuando, de malas maneras, le pregunt¨¦ qu¨¦ consideraba ¨¦l que era literatura femenina. Esto, se?oras y se?ores, en pleno 2019. Igual es que todav¨ªa, a pesar de todos los avances y derechos conseguidos, quedan resquicios por donde se siguen colando los prejuicios contra las ¡°chicas raras¡±, igual es que todav¨ªa a algunos les gustar¨ªa seguir imponiendo sus tiempos y palabras. Escribo, escribimos, para vivir el tiempo, y este tiempo que nos ha tocado vivir tiene sus propios retos e imposiciones. Algunas suenan, por desgracia, demasiado cercanas a las que vivieron Al¨®s y Medio. Por ejemplo: lo mucho que empodera coser un bot¨®n.
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