Solo hacen falta dos minutos para lograr un acuerdo entre rivales
Un estudio sorprende por la facilidad para acercar posturas incluso en temas muy pol¨¦micos
En tiempos de polarizaci¨®n, de acuerdos imposibles y de posiciones irreconciliables sorprende redescubrir que las personas est¨¢n perfectamente preparadas para entenderse sin problemas. Incluso en situaciones en las que parten de posiciones antag¨®nicas, en temas ideol¨®gicos que favorecen la obstinaci¨®n. "Hablamos de que estamos en el apocalipsis de la raz¨®n, con terraplanistas, antivacunas, etc., de que la raz¨®n ha perdido fuerza y que vivimos en la era del temperamento", afirma el neurocient¨ªfico Mariano Sigman. Y a?ade: "La raz¨®n conserva su fuerza, pero no en Twitter; tiene fuerza en los lugares en los que puede desarrollarse la comunicaci¨®n humana".
"Hemos abandonado el di¨¢logo porque no creemos que funcione, pero tenemos que propiciar las condiciones", asegura Sigman
Lo dice con datos en la mano. Sigman ha visto en sus experimentos como miles de personas llegaban a acuerdos con otras en un ratito de conversaci¨®n, incluso cuando part¨ªan de posiciones completamente opuestas. "Es sorprendente descubrir cu¨¢ntos grupos llegan al acuerdo cuando tienes gente completamente antag¨®nica, sobre todo con respecto a la expectativa que tenemos. Creemos que tenemos una gran rigidez de principios morales, pero los cambiamos incluso sin saberlo", asegura. "En estos casos de gente antag¨®nica, resulta que se llega a un acuerdo con una probabilidad de un orden de magnitud m¨¢s grande de lo que la gente pensaba: entre un 25% y un 30% de las veces se ponen de acuerdo, para sorpresa de todos", apunta el neurocient¨ªfico. "No sabemos qu¨¦ pasar¨ªa con m¨¢s tiempo, pero sabemos que solo dos minutos son suficientes, esa dosis peque?a ya es efectiva", se?ala.
Sigman, de la Universidad Di Tella, en Buenos Aires, lleva varios a?os realizando macroexperimentos que tienen un poco de performances, como ¨¦l mismo las define, junto a sus colegas Joaqu¨ªn Navajas y Dan Ariely (de Duke). Usan como sujetos experimentales a las cinco mil personas que acuden a charlas multitudinarias y realizan con ellos estudios fugaces sobre el comportamiento humano. El ¨²ltimo estudio que han publicado, en la prestigiosa revista Current Biology, explica las condiciones en las que funcionan esos casos de despolarizaci¨®n fugaz.
Conversar es eficiente
Este estudio tiene un antecedente importante que ayuda a entender los resultados. En un experimento previo hab¨ªan comprobado que las personas, con una simple conversaci¨®n en un grupo peque?o, multiplican de forma notable la eficiencia de sus decisiones. Es sabido que en muchas circunstancias funciona lo que se denomina sabidur¨ªa colectiva: si a un grupo numeroso de personas se le pregunta individualmente la altura de la torre Eiffel muy pocos se acercar¨¢n, pero la media de todas las respuestas se aproximar¨¢ bastante. En el estudio se hizo esto mismo, pero antes de desvelar el dato correcto se invit¨® a cinco mil participantes a consensuar una respuesta en grupos de cinco personas. La media de los grupos era mucho m¨¢s acertada que la media de todos los sujetos por separado. Sorprendentemente, la media de solo cuatro grupos de cinco personas ya mejoraba la media total.
Sigman explica que cuando decidimos algo muchas veces no sabemos por qu¨¦ y puede ser simplemente una decisi¨®n r¨¢pida e intuitiva. "Pero en cuanto debes argumentar te das cuenta de posibles errores en tu razonamiento", afirma Sigman, "el simple hecho de conversar con otros, en dos minutos, mejora notablemente en procedimiento de toma de decisiones, que est¨¢ anclada en procesos poco eficientes". Entonces, los cient¨ªficos se preguntaron qu¨¦ pasar¨ªa con las decisiones en las que no hay una ¨²nica verdad, como la altura de una torre, sino m¨²ltiples verdades subjetivas.
A las cinco mil personas se les propon¨ªan situaciones complejas como un aborto, el incesto o la elecci¨®n a la carta de los genes de los hijos, y deb¨ªan juzgar si estaban a favor o en contra
A las cinco mil personas que participaban en este trabajo se les propon¨ªan situaciones complejas, propensas a polarizar opiniones como un aborto tard¨ªo, el incesto o la elecci¨®n a la carta de los genes de los hijos, y deb¨ªan juzgar si estaban a favor o en contra. Pero las opciones no eran binarias, sino una escala con "grises cuantitativos" entre el totalmente negativo 1 y el completamente favorable 10. Entonces les juntaron en grupos de tres personas para que se comportaran como un comit¨¦ de ¨¦tica que deb¨ªa escoger un n¨²mero que les represente a todos como grupo, por consenso, en dos minutos. "No ten¨ªan la obligaci¨®n de lograr un acuerdo, solo ten¨ªan que hablar para ver si lo lograban", explica Sigman, ya que ten¨ªan la opci¨®n de dejar su grupo como infructuoso.
Para su sorpresa, muchos grupos alcanzaron el consenso incluso cuando hab¨ªa sujetos con opiniones contrapuestas. Al analizar los tr¨ªos exitosos, aparecieron algunos patrones llamativos que ofrecen claves interesantes. Como los denominados "grises de alta confianza", personas con posiciones moderadas pero mucha confianza en su posici¨®n, consegu¨ªan reducir la polarizaci¨®n de las otras dos personas con ideas m¨¢s extremas. Estos cient¨ªficos explican que, por lo general, la gente que se sit¨²a en el medio lo hace porque duda, mientras que los extremistas suelen serlo en dos sentidos: extremistas en su posici¨®n y en la confianza en lo que dicen. "Pero estos grises de alta confianza ayudan a moderar", resume Sigman. Y a?ade: "El problema en pol¨ªtica, por ejemplo, es que nadie lo ve desde fuera, todos tenemos una opini¨®n firme".
Otro aspecto que descubrieron es que no se alcanzaban acuerdos en los grupos en los que hab¨ªa mucha asimetr¨ªa, es decir, cuando se juntaban dos personas de una opini¨®n extrema contra otra de la corriente contraria. "No funciona el dos contra uno, porque ese uno solo en el extremo no se mueve de ah¨ª por m¨¢s gente que le pongas en contra", asegura el neurocient¨ªfico. Y resume sus conclusiones: "Hemos abandonado el di¨¢logo porque no creemos que funcione, pero tenemos que propiciar las condiciones: poca gente, charla sosegada, opiniones diversas y que estemos en modo escuchar, no intentando destrozar al otro".
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