La granada contra los ni?os fue de odio y todos sabemos qui¨¦n la lanz¨®

Lo que ocurri¨® en Europa entre los a?os 2014 y 2017 no fue una crisis de refugiados, sino una crisis de acogida y protecci¨®n. Un d¨¦j¨¤-vu de Ruanda y los Balcanes, pero con una onda expansiva a¨²n mayor: en su empe?o por culpar a la v¨ªctima, los gobiernos europeos han puesto en jaque el sistema mundial de asilo y han embarcado a sus sociedades en un ejercicio de histeria nacional-populista que podr¨ªa cambiarnos hasta hacernos irreconocibles.

Tomen el caso de Madrid, una ciudad que ha presumido siempre de su car¨¢cter abierto. Solo en las ¨²ltimas semanas hemos vivido dos ejemplos repugnantes de c¨®mo la manipulaci¨®n informativa y pol¨ªtica puede llegar a destrozar la vida de las personas m¨¢s vulnerables. El primero de ellos es el del colapso de los servicios de acogida a solicitantes de asilo, decenas de los cuales han tenido que dormir al raso frente a las puertas del SAMUR Social mientras las administraciones se enzarzaban en un espect¨¢culo obsceno de reproches cruzados. Su situaci¨®n constituye un ep¨ªtome del intolerable colapso del sistema nacional de asilo y de la incapacidad de las administraciones locales para ofrecer la protecci¨®n m¨¢s b¨¢sica a los refugiados que llegan a nuestro pa¨ªs.

Pero el segundo resulta a¨²n m¨¢s doloroso y complejo: en Madrid, los chavales extranjeros no acompa?ados est¨¢n siendo objeto de una operaci¨®n de acoso y derribo. La ambig¨¹edad pol¨ªtica de quienes deber¨ªan proteger a un ni?o por el simple hecho de serlo est¨¢ dando carta blanca a todo tipo de tarados y a su discurso del odio. Ayer mismo, como saben, fue lanzada contra el centro de menores de Hortaleza una granada de entrenamiento que hubo de ser desactivada por los Tedax.

El vicepresidente madrile?o, Ignacio Aguado (Cs), ha hecho un llamamiento a la ¡°calma¡±. Pero a quien deber¨ªa pedir ¡°calma¡± es a los representantes de Vox, el partido que desfila frente a los centros de menores mintiendo a boca llena y que le garantiza seguir en su cargo. O dirigirse a su presidenta, que no pierde oportunidad de pedir disculpas por no repatriar a estos ni?os en la sentina de un carguero.

Este Gobierno de bomberos pir¨®manos tiene una responsabilidad directa en lo que est¨¢ ocurriendo y en lo que ocurra a partir de ahora.

?Qu¨¦ pol¨ªtico dar¨¢ la cara por estos ni?os? ?Qui¨¦n arriesgar¨¢ su cargo o su coalici¨®n por hacer lo correcto? ?D¨®nde demonios est¨¢n los l¨ªmites? Ser una ciudad de acogida ¨Cuna ciudad santuario, si prefieren el t¨¦rmino que se ha popularizado en los Estados Unidos¨C empieza por no ser una ciudad de odio. La desatenci¨®n social de asilados puede ser consecuencia de la incompetencia administrativa; pero el segundo asunto exige un punto a?adido de crueldad que lo hace m¨¢s alarmante, si cabe.

No reconozco a mi ciudad en estos comportamientos. S¨¦ que la inmensa mayor¨ªa de la gente no es cruel y recapacita cuando conoce los casos de cerca. Pero no me cabe en la cabeza que 648.000 de mis conciudadanos hayan votado el 10N a un partido que lleva este asunto como bandera. Perdonen mi pesimismo, pero creo que estamos enfermos de miedo.