Ancianos guerrilleros
El libro 'La brigada 22', de Emilio Gancedo, fabula la historia de varios guerrilleros antifranquistas del maquis que se ocultan de la Guardia Civil en una serran¨ªa hasta 1980
Le parec¨ªa raro pensar que hubo un d¨ªa en que su cuerpo no era un trozo de materia permanentemente azotado por vergajos, achicharrado a base de brasas, colgado de los pulgares, obligado a permanecer en posturas imposibles, a toda hora maltratado por el fr¨ªo, los hombres y la rugosidad de un min¨²sculo calabozo de suelo cementado. Carne aplastada, perforada, hendida, triturada o desgajada, carne que le lleg¨® a parecer ajena¡¡±. Este fragmento pertenece al primer cap¨ªtulo de La brigada 22, novela de Emilio Gancedo publicada recientemente por la editorial Pepitas de Calabaza. En este inicio de novela, tan brutal como po¨¦tico, un guerrillero antifranquista del maquis es torturado hasta la muerte por agentes de la Guardia Civil. Cuarenta a?os despu¨¦s, en unos archivos que consulta un teniente del mismo cuerpo de seguridad, s¨®lo puede leerse que muri¨® en un accidente tras ser apresado. La ficci¨®n, la versi¨®n fabulada de la muerte del guerrillero, enmienda la historia en el archivo.
Esta novela es una admirable defensa de la imaginaci¨®n, del lenguaje literario y del humor como formas de acercarnos a la historia. La ficci¨®n en La brigada 22 permite abrir la puerta a posibilidades insospechadas e incluso algo delirantes, como la supervivencia, en pleno 1980 y en una serran¨ªa espa?ola, de un peque?o grupo de guerrilleros con los que la Guardia Civil nunca pudo dar. Ancianos que, d¨ªa tras d¨ªa, y habiendo perdido la cuenta de todos sus amaneceres en la sierra, protegen ese peque?o territorio antifascista. Se han mantenido aislados del tiempo y del transcurrir de la historia hasta que el protagonista de la novela, un hombre que tiene los mismos a?os que ellos llevan en el monte, rompe su burbuja. Ese hombre ha vivido tambi¨¦n, durante sus 40 a?os de vida, separado del mundo y de cualquier posibilidad afectiva, excepto la que tiene con su madre, viuda de un represaliado por ¡°rojo¡± que le ha educado en el miedo y la desconfianza. Tambi¨¦n el teniente de la Guardia Civil, ese que busca en los archivos franquistas la historia de los maquis, se ha creado su propia burbuja para sobrevivir los rigores tanto de su infancia de hu¨¦rfano en una inclusa como de su presente cuartelero. Gancedo teje las soledades y el aislamiento de todos estos personajes, participantes o herederos de los traumas de la Guerra Civil y la represi¨®n franquista, y las convierte en un relato tragic¨®mico.
Seguramente les habr¨¢ sorprendido que mencione el humor como una de las claves del estilo de Gancedo. La cita que he escogido para presentar este libro no tiene ni pizca de gracioso, lo s¨¦. Y sin embargo hay pasajes de la novela que resultan tremendamente divertidos, a pesar de que en ning¨²n momento nos olvidamos de la tragedia de fondo. Es un humor que reconoce el dolor que provocan los desmanes de la historia, que desvela la crueldad y la hipocres¨ªa, pero que se nutre tambi¨¦n de ternura y compasi¨®n, de una mirada c¨¢lida y extremadamente sensible que impregna toda la obra. Por esto mismo, porque es un humor que nos sensibiliza, la novela deja un poso de dolor y tristeza, sobre todo al reconocer en esos ancianos guerrilleros tantos sue?os rotos.
¡°Mataron toda esperanza¡±, dice el anciano comandante Viseras al enterarse de que el dictador muri¨® en la cama. Si ¨¦l fuera hoy testigo del negacionismo hist¨®rico, de las falsas equidistancias sobre las v¨ªctimas del franquismo y del blanqueamiento de la dictadura, seguramente volver¨ªa a echarse al monte.
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