?Qu¨¦ busca Francia al exportar sus museos?
El Louvre y el Pompidou crean sucursales en pa¨ªses sin libertad de expresi¨®n, como China o Emiratos ?rabes Unidos, a cambio de jugosos acuerdos econ¨®micos. ?Qu¨¦ les mueve: la difusi¨®n de valores o el dinero?
?Se han convertido los museos franceses en marcas vendibles al mejor postor? La pregunta planea sobre el pa¨ªs vecino desde que el Louvre de Abu Dabi abri¨® sus puertas hace dos a?os en medio del desierto emirat¨ª. La pinacoteca cedi¨® su nombre durante los pr¨®ximos 30 a?os a cambio de 400 millones de euros, sumados a otros 400 por el pr¨¦stamo de obras y la organizaci¨®n de exposiciones en la pr¨®xima d¨¦cada. Desde entonces, otros museos se han sumado a la fiesta. En noviembre, el Centro Pompidou inaugur¨® una nueva sede en Shangh¨¢i, despu¨¦s de crear una sucursal en M¨¢laga en 2015 y preparar la apertura de otra en Bruselas para 2023. Adem¨¢s, el museo estar¨ªa estudiando abrir nuevas antenas en Praga, Se¨²l y alg¨²n punto de Latinoam¨¦rica (M¨¦xico o Colombia suenan en las quinielas). No se trata solo de una cuesti¨®n de dinero, sino tambi¨¦n de influencia exterior, seg¨²n dictan las leyes del soft power.
En Shangh¨¢i, el museo ha firmado un acuerdo con el grupo West Bund, promotor inmobiliario de titularidad estatal, que estipula el pr¨¦stamo de obras de su colecci¨®n durante cinco a?os y el uso de la marca Pompidou a cambio de unos 4 millones de euros anuales. Adem¨¢s de llenar sus arcas, el museo aspira a mejorar su visibilidad entre el p¨²blico chino, que solo supone un 1% de sus visitantes. A cambio, el Pompidou tendr¨¢ que exponerse a las leyes chinas, contrarias a la libertad de expresi¨®n a la que suele aspirar el arte. Sin ir m¨¢s lejos, algunas obras de la exposici¨®n inaugural fueron retiradas por la censura. ¡°?Servimos mejor a la democracia ignorando a China, o bien estando all¨ª forjando lazos y conversando con socios, artistas y visitantes?¡±, se ha defendido el presidente del Centro Pompidou, Serge Lasvignes.
Otros nombres se suman a la iniciativa. El Museo Picasso de Par¨ªs y la Fundaci¨®n Giacometti abrir¨¢n en junio de 2020 otro centro en Shangh¨¢i para exponer obras de esos dos artistas, mientras que el Museo Rodin de la capital francesa acaba de firmar un acuerdo para abrir una delegaci¨®n en la ciudad china de Shenzhen. Estos movimientos cuentan con el benepl¨¢cito de Emmanuel Macron, que durante una visita a China en 2018 defendi¨® ¡°la diplomacia de los museos¡± como parte estrat¨¦gica de su pol¨ªtica cultural. ¡°Los v¨ªnculos culturales son indispensables para la comprensi¨®n mutua de nuestras civilizaciones¡±, afirm¨®.
En un tic ret¨®rico habitual, las autoridades del pa¨ªs han vinculado estos proyectos al di¨¢logo intercultural y la transmisi¨®n de ideas de progreso en esos reg¨ªmenes autocr¨¢ticos. ¡°La misi¨®n educativa se encuentra en el centro de nuestro proyecto¡±, reafirma el director del Louvre Abu Dabi, Manuel Rabat¨¦. ¡°Queremos aportar claves de lectura que permitan que el visitante se forme sus propios discursos y opiniones. Es un cambio gradual en el que nosotros participamos, aunque ser¨ªa arrogante creer que lo hemos hecho solos. La sociedad emirat¨ª ya era muy cosmopolita antes de que lleg¨¢semos¡±. En su segundo aniversario, el Louvre Abu Dabi se acaba de convertir en el museo m¨¢s visitado del mundo ¨¢rabe y ha superado la barrera simb¨®lica de los dos millones de visitantes, de los cuales un 70% son extranjeros.
El ¨¦xito del proyecto ha hecho que le salgan imitadores. Inspir¨¢ndose en el modelo de Abu Dabi, Arabia Saud¨ª tambi¨¦n quiere utilizar la inversi¨®n en la cultura para mejorar su imagen en la arena internacional. En abril de 2018, Macron firm¨® un acuerdo de cooperaci¨®n con ese pa¨ªs para el desarrollo tur¨ªstico y cultural del valle de Al Ula, inscrito en el patrimonio mundial de la Unesco. Este yacimiento arqueol¨®gico se ha convertido en la punta de lanza de la pol¨ªtica cultural del pr¨ªncipe heredero Mohamed Bin Salm¨¢n, cuyo plan Visi¨®n 2030 invita a planificar un futuro sin energ¨ªas f¨®siles donde haya que buscar otras fuentes de riqueza. Ese acuerdo bilateral determina que Francia participar¨¢ en el desarrollo de distintos equipamientos ¡ªentre ellos, seis nuevos museos¡ª a cambio de 300 millones de euros. Entre las instituciones colaboradoras, la prensa ha citado al mismo Louvre, adem¨¢s del Museo Guimet o la ?pera de Par¨ªs. El objetivo es superar los 2 millones de visitantes. Hoy, Arabia Saud¨ª recibe solo unos 30.000 al a?o.
¡°Llevar el nombre del Louvre no implica que se vaya a difundir la filosof¨ªa de la Ilustraci¨®n¡±. Jean-Michel Tobelem, profesor
El pa¨ªs ya ha calentado motores con una campa?a de publicidad intensiva, omnipresente en los pasillos del metro de Par¨ªs y en las banderolas colgadas en la exclusiva Place Vend?me, que promueven Al Ula como destino tur¨ªstica. Mientras tanto, el Instituto del Mundo ?rabe de la capital francesa acoge, hasta el 19 de enero de 2020, una muestra dedicada a la historia de ese valle. El director del centro es el exministro socialista Jack Lang, que en los ochenta revolucion¨® la cultura francesa con una pol¨ªtica de dinamizaci¨®n que marc¨® una ¨¦poca. Hoy forma parte del consejo asesor del proyecto de Al Ula. ¡°La pol¨ªtica cultural de esos pa¨ªses se inspira en las acciones que lideramos en la ¨¦poca de Mitterrand¡±, asegura Lang. ¡°Debemos felicitarnos por la posibilidad de crear lazos culturales internacionalmente. A trav¨¦s de la cultura se cambian las mentalidades. Asumo nuestra acci¨®n en Arabia Saud¨ª porque los resultados en el ¨¢mbito humano ser¨¢n considerables¡±.
A la directora del Instituto Giacometti, Catherine Grenier, le parece l¨®gico que los museos franceses sean solicitados porque siguen marcando tendencia. ¡°El Louvre es un referente inigualable y el Centro Pompidou fue el lugar de una transformaci¨®n cultural que tuvo efectos duraderos. Nuestras instituciones est¨¢n en la vanguardia de la museograf¨ªa y ning¨²n pa¨ªs puede rivalizar con Francia en n¨²mero de visitas, ni siquiera Estados Unidos¡±, opina. El proyecto que prepara en China tiene algo en com¨²n con los dem¨¢s: son el fruto de acuerdos bilaterales, lejos del modelo imperialista de otro tiempo. ¡°Francia ya experiment¨® con el modelo expansionista y ha aprendido de sus errores del pasado¡±.
Pese a todo, la iniciativa cuenta con numeroshanghaisos detractores. ¡°Un museo no es una marca comercial¡±, denuncia el historiador del arte Didier Rykner, que en 2007 lanz¨® una petici¨®n contra el proyecto del Louvre en Abu Dabi que firmaron 3.000 personalidades de la cultura francesa. El argumento del desarrollo democr¨¢tico le parece pura hipocres¨ªa. ¡°Es un pretexto, una coartada. Sobre el terreno no hemos visto, de momento, ning¨²n resultado en t¨¦rminos de liberalizaci¨®n. Se nos dice que vamos a transmitir los valores democr¨¢ticos a esos lugares, cuando en realidad es un mero intercambio de obras a cambio de efectivo¡±, a?ade. Tambi¨¦n se opone a la operaci¨®n Jean-Michel Tobelem, profesor de la Universidad Panth¨¦on-Sorbonne, especialista en gesti¨®n cultural. ¡°No por llevar el nombre del Louvre un museo difunde la filosof¨ªa de la Ilustraci¨®n¡±, dice. Cree que estos museos benefician a las familias dirigentes y tienen efectos perniciosos en materia de financiaci¨®n. ¡°El a?o pasado, el Estado retir¨® 10 millones de euros al presupuesto del Louvre al ver que el museo recib¨ªa una lluvia de dinero privado. La Administraci¨®n¡±, concluye Tobelem, ¡°busca hasta el ¨²ltimo euro para ahorrar y no duda en disminuir su atribuci¨®n cuando un museo cuenta con tantos recursos propios¡± .
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