Hora crucial
ERC no ha movido aparentemente su posici¨®n desde el inicio de las reuniones
Un mes despu¨¦s de celebrarse las elecciones generales que siguieron a una legislatura fallida, contin¨²an siendo inciertas las expectativas de que prospere la investidura del candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, y remotas las de que, de hacerlo, el Ejecutivo que constituya cuente con una mayor¨ªa suficiente para gobernar. La ¨²nica v¨ªa en curso para superar esta situaci¨®n, que involucra al Partido Socialista, Unidas Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya, se ha desarrollado hasta ahora bajo el signo del hermetismo y la lentitud, y ha venido acompa?ada de una calculada escenograf¨ªa de fotograf¨ªas y comunicados. Seg¨²n los portavoces socialistas, el sentido ¨²ltimo de esta f¨®rmula era permitir que ERC completara un giro estrat¨¦gico sin coste electoral frente al secesionismo radical en Catalu?a.
Las declaraciones de los m¨¢ximos dirigentes socialistas y republicanos sugieren, sin embargo, que las negociaciones no marchan como lo esperado o que la evoluci¨®n de las posiciones no se est¨¢ produciendo en el lado que se anunciaba. ERC no se ha movido aparentemente de las exigencias planteadas en v¨ªsperas de comenzar las reuniones por el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragon¨¨s, mientras que, por su parte, el discurso del candidato socialista ha experimentado, tambi¨¦n aparentemente, una lenta pero constante transici¨®n. El conflicto de convivencia en Catalu?a que denunci¨® durante la campa?a se ha convertido en un conflicto pol¨ªtico, y el marco constitucional donde buscar¨ªa los acuerdos con ERC se transform¨®, este viernes, en un marco de seguridad jur¨ªdica en el interior de las leyes democr¨¢ticas existentes.
M¨¢s all¨¢ del efecto de estas contorsiones verbales sobre la credibilidad que el candidato socialista necesita ahora m¨¢s que nunca, lo cierto es que ni las palabras pueden distorsionar los conceptos ni los ciudadanos ser reducidos a espectadores de una funci¨®n de prestidigitaci¨®n sem¨¢ntica. El conflicto que se vive en Catalu?a es pol¨ªtico, sin duda. Pero no porque exista un choque entre el independentismo y el Estado, sino porque, para provocarlo, el independentismo est¨¢ violentando, en el Estado, las instituciones que gobierna us¨¢ndolas como si fueran un bot¨ªn al servicio de su programa. De la misma manera, el encargo hecho al candidato socialista por el jefe del Estado no es para resolver el problema territorial en Catalu?a, sino para intentar una investidura. No porque una soluci¨®n negociada al problema territorial no deba ser abordada, algo que debe ser defendido sin temor y que debi¨® ser planteado por Gobiernos anteriores, sino porque el momento para hacerlo es una vez que un candidato haya sido investido y nombrado un Gobierno. Y, por supuesto, dentro del entero marco constitucional y no de uno solo de sus principios, como si los partidos pudieran escoger qu¨¦ reglas de convivencia respetar en funci¨®n de sus necesidades pol¨ªticas.
Editoriales anteriores
Afirmar que la hora es grave invitar¨ªa a un fatalismo desde el que solo son posibles la resignaci¨®n o el exceso. En realidad, m¨¢s que grave, la hora es crucial, puesto que reclama dejar claras las respectivas posturas. Espa?a necesita con urgencia un Gobierno y ese Gobierno por aritm¨¦tica parlamentaria solo puede estar presidido por S¨¢nchez. Pero no puede ser cualquier Gobierno, ni tampoco un Gobierno investido a cualquier precio. El candidato socialista sabe que no puede comprometer con ERC decisiones que no le corresponden solo a ¨¦l, sino a la totalidad de las fuerzas pol¨ªticas. Y ERC tiene que saber tambi¨¦n que no hay soluci¨®n que pretenda cerrar la fractura que el independentismo ha provocado en Catalu?a a costa de abrir otra igualmente profunda en el resto de Espa?a, un riesgo que sobrevuela la actual negociaci¨®n.
Formar Gobierno es responsabilidad de S¨¢nchez pero tambi¨¦n de los dem¨¢s grupos de la C¨¢mara. Y el principal partido de la oposici¨®n, el Partido Popular, no puede pretender echar a S¨¢nchez en brazos de ERC para luego denunciarlo y extraer beneficios pol¨ªticos. Que el Parlamento designe un Gobierno, primero, y resolver el problema territorial en Catalu?a, despu¨¦s, mediante soluciones negociadas que existen dentro de la Constituci¨®n, no son responsabilidades de las que Pablo Casado pueda desentenderse como hicieron sus predecesores.
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