El infierno de Dante est¨¢ en una c¨¢rcel de Sierra Leona
El ganador de dos premios Goya Ra¨²l de la Fuente es candidato tambi¨¦n en 2020 con un corto sobre los padecimientos de adultos y ni?os en una prisi¨®n de Freetown
Ra¨²l de la Fuente ha visitado los rincones m¨¢s divinos y m¨¢s miserables de la Tierra gracias a su trabajo como director y realizador de documentales durante m¨¢s de 20 a?os, pero si hay algo que recuerda muy bien es la primera vez que entr¨® en el infierno. "Era como si se abrieran los mares a nuestro paso. Entramos en el patio y fue como una aparici¨®n para los presos: se lanzaban a nosotros y suplicaban que les ayud¨¢ramos. 'Acu¨¦rdate de lo m¨ªo', dec¨ªan. Me impact¨® mucho la desesperaci¨®n en los rostros, las condiciones de vida¡ Algunos pesaban 36 kilos porque comen una vez al d¨ªa un plato de arroz. Eso cuando comen".
Este lugar no es otro que Pademba Road, la c¨¢rcel masculina de Freetown, capital de Sierra Leona, un pa¨ªs de ?frica occidental donde el 60% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza y el 70% de los j¨®venes no tiene empleo. El centro penitenciario, cuyo nombre es el mismo que el de la calle donde se ubica, fue inaugurado en 1914 para albergar a un m¨¢ximo de 300 presos, pero hoy se hacinan en ¨¦l alrededor de 2.000, tambi¨¦n menores de edad, en condiciones de absoluto olvido.
No es la primera vez que se relatan los horrores de Pademba, pero s¨ª la primera en la que un cineasta muestra sus horrores en las m¨¢s altas esferas del cine espa?ol. Porque a aquella primera visita siguieron dos m¨¢s a lo largo de tres a?os que dieron como resultado un cortometraje documental, El infierno (Kanaki Films), firmado por De la Fuente y la guionista y productora Amaia Rem¨ªrez. Y tras solo dos meses desde su estreno, ese corto, con sus 23 minutos de angustia y esperanza, de luces y tinieblas, ha sido nominado a los Premios Goya 2020 y ha ganado un festival importante, el Internacional de Varsovia, que le ha valido su calificaci¨®n para los Oscar de 2021. "Es imposible empezar mejor", se alegra el autor durante una entrevista telef¨®nica.?
Ra¨²l de la Fuente cuenta con una amplia trayectoria cinematogr¨¢fica, y entre sus mayores logros se encuentra un Goya en 2019 por el documental Un d¨ªa m¨¢s con vida y otro por Minerita en 2014, que tambi¨¦n fue finalista en la 88? edici¨®n de los Oscar. Encontr¨® la prisi¨®n de Pademba por casualidad, cuando rodaba otro asunto en Sierra Leona, y entr¨® en ella de la mano de Jorge Crisafulli?y Alberto L¨®pez, del centro Don Bosco Fambul de las Misiones Salesianas. "A m¨ª me ha tocado por mi profesi¨®n conocer lugares extremos, pero creo que no hay ninguno que haya visto como Pademba Road. Recuerdo decirme: 'No puedo dejar de contar esto", relata el director. "Me alojaba en una casita a casi un kil¨®metro de la c¨¢rcel y no pod¨ªa dormir por la noche pensando en el ritual macabro de los abusos, no dejaba de pensar que estaba pasando todo aquello. Me marc¨® mucho y al volver a casa ya no pod¨ªa quitarme la historia de la cabeza".
Los abusos. De la Fuente se refiere a las violaciones de los presos m¨¢s j¨®venes, apenas ni?os. Por la fuerza bruta o la del chantaje: alimento a cambio de sexo. "Est¨¢n hambrientos hasta el punto de que el hambre lleva a algunos a perder su dignidad y ceder su cuerpo por un plato de comida", lamenta. Esos ni?os provienen en su mayor¨ªa de las calles de Freetown y est¨¢n condenados por delitos menores. "Hay muchos chicos que son hu¨¦rfanos por culpa de la ¨²ltima guerra civil o la epidemia de ¨¦bola, o que huyen de sus casas por violencia". Seg¨²n el informe El estado mundial de la infancia, de Unicef, en Sierra Leona el 5% de la poblaci¨®n ¡ªalgo m¨¢s de 300.000¡ª son ni?os sin padres. "Viven en la calle y eso es sin¨®nimo de que vas a acabar dando con tus huesos en Pademba Road", a?ade el director. La raz¨®n es que existe un delito tipificado que se llama?frequency, frecuencia en castellano. "Si la poli te agarra vagabundeando m¨¢s de una vez en el mismo lugar, te acusan de eso y te caen entre dos meses y dos a?os de c¨¢rcel. Hay menores cuyo ¨²nico delito es ese", explica el director, quien asegura haberse encontrado con chicos encerrados de tan solo 13 a?os.
El Infierno lleva a la gran pantalla a docenas de hombres que tapan sus rostros con las manos o con la camiseta y que proclaman su inocencia, piden la libertad o, al menos, un juicio. O tan solo que les den de comer. O que les curen de la sarna. As¨ª de descarnado. Muchos presos dicen ser inocentes: m¨¢s de uno cuenta que est¨¢ all¨ª por errores de ortograf¨ªa, o que le cogieron porque estaba cerca del lugar donde se hab¨ªa cometido un delito... En el corredor de la muerte de Pademba, tres chicos de entre 16 y 18 a?os explican a la c¨¢mara que participaron en una pelea multitudinaria en la que perdi¨® la vida una persona sin que nunca se resolviera quien hab¨ªa sido el autor material de esa muerte. "No cost¨® que hablaran, al rev¨¦s", revela De la Fuente. "Creo que sintieron una especie de esperanza o alivio porque al menos tuvieron la posibilidad de hacer algo tan b¨¢sico como decir que est¨¢n ah¨ª; hay muchos presos cuyas familias ni saben que se encuentran en la c¨¢rcel. Su estado de desesperaci¨®n es absoluto".
La heroicidad de un ¨¢ngel ca¨ªdo
El documentalista acerca al espectador la tenebrosa realidad que se vive intramuros de Pademba, pero lo hace a trav¨¦s de una figura de luz. Se trata de Chennu, un "gran delincuente", tal y como ¨¦l mismo se autodefine en la cinta, que se mueve por los barrios bajos de Freetown con superioridad, que conoce y manda sobre las pandillas, que pas¨® a?os en la prisi¨®n y sobrevivi¨® a ella. De la Fuente quer¨ªa contar la historia de un protagonista que fuera casi un h¨¦roe porque no quer¨ªa deleitarse en el dolor, la desesperaci¨®n y las tinieblas. Entonces le conoci¨®. "Para m¨ª Chennu es la fuerza de la pel¨ªcula. Tan poderoso y potente, es un ¨¢ngel ca¨ªdo que ha logrado levantar el vuelo y convertirse en una persona admirable", dice el autor.
Los elogios responden a que Chennu volvi¨® a la c¨¢rcel de Pademba despu¨¦s de recuperar la libertad y hoy trabaja como voluntario dando apoyo psicol¨®gico a los presos y tratando de sacar de all¨ª a los menores de edad, pues a veces solo es necesario pagar una fianza de cien d¨®lares. Y este joven se lo saca del sueldo si es necesario. "Sin Chennu no hubiera contado una historia tan macabra de puro dolor. M¨¢s que la c¨¢rcel, intento mostrarle a ¨¦l. Ha pasado por todo y tiene el valor de volver ah¨ª a ayudar. Me parec¨ªa que era un ejemplo¡ La pel¨ªcula es ¨¦l", dice De la Fuente con admiraci¨®n.
M¨¢s all¨¢ de recrearse en el dolor, El infierno ha nacido con un ambicioso objetivo: "intentar que los menores sean liberados y al menos puedan ir a un reformatorio", sentencia el documentalista. Es optimista, afirma, porque ya ha comprobado que, a veces, una pel¨ªcula ayuda a mejorar un problema. De hecho, funcion¨® con su anterior filme, Love, que abordaba la prostituci¨®n infantil en Sierra Leona. "Se hizo una campa?a muy fuerte y se recaud¨® dinero para construir una casa para las chicas que han sufrido violencia sexual. E incluso se cambiaron leyes. Con?El infierno intentaremos lo mismo", asevera. Adem¨¢s, ¨¦l y su socia Amaia Rem¨ªrez preparan ya un largometraje de ficci¨®n con historias de la prisi¨®n, y tambi¨¦n proyectan abrir una escuela de interpretaci¨®n en Freetown "para que los chavales y chavalas del barrio reciban formaci¨®n en interpretaci¨®n dram¨¢tica y formen parte de la pel¨ªcula. Queremos que haya actores profesionales y no profesionales, tenemos muchas ganas de seguir vinculados", dice.
En la antesala de los Goya, De la Fuente se centra en proyectar El Infierno e invitar al espectador a un viaje incre¨ªble "y con final feliz", adelanta. "Yo funciono con intuici¨®n y pasi¨®n, solo me meto en proyectos que me vuelven loco. Para m¨ª es un privilegio haber conocido el infierno en vida, es una suerte que he tenido y creo que deb¨ªa compartirlo con los espectadores".?
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