Elizabeth Taylor, el sobre y las prisas: dos d¨¦cadas de un momento insuperable en los Globos de Oro
En 2001 la legendaria actriz se hizo un l¨ªo con el sobre de la mejor pel¨ªcula, pero mucho mejor que la confusi¨®n fue el sentido del humor con el que la sorte¨®. Ya no hacen estrellas como las de antes.
En el a?o 2000 Gladiator fue la pel¨ªcula m¨¢s famosa del mundo, Julia Roberts la actriz m¨¢s premiada gracias a Erin Brockovich y Casi famosos resucit¨® el inter¨¦s por el rock de los setenta y puso en la palestra a Kate Hudson. Rosal¨ªa estaba en primaria y Billie Eilish ni siquiera exist¨ªa. Pero a cambio, viv¨ªan todav¨ªa glorias del Hollywood dorado y, de vez en cuando, aparec¨ªan en una gala para presentar un premio. Cuando el 21 de enero de 2001 se celebraron los Globos de Oro que premiaban a lo mejor del a?o 2000, Elizabeth Taylor (Londres, 1932 - Los ?ngeles, 2011) apareci¨® por el escenario para anunciar, en el cl¨ªmax de la noche, el premio a mejor pel¨ªcula dram¨¢tica (a diferencia de los Oscar, recordemos, los Globos de Oro diferencian entre drama y comedia o musical). Estaba claro que ¨ªbamos a vivir un gran momento. Pero fue todav¨ªa mejor.
¡°Para el ¨²ltimo premio de la noche tengo el privilegio de presentarles a una de las m¨¢s grandes estrellas de todos los tiempos¡±, dijo el actor Jeff Bridges. ¡°Se?oras y caballeros, Elizabeth Taylor¡±. La actriz, que ten¨ªa entonces 69 a?os (fallecer¨ªa una d¨¦cada despu¨¦s, a los 79) aparece en el escenario caminando ¨¢gilmente, como si ejecutase una coreograf¨ªa, y muy sonriente. Era una declaraci¨®n de intenciones: muchos medios amarillistas hab¨ªan asegurado por aquel entonces de forma reiterada que estaba paral¨ªtica, enferma o directamente al borde de la muerte despu¨¦s de haber sido operada de la cadera y de un tumor cerebral y de sufrir una severa neumon¨ªa en los a?os anteriores a esta aparici¨®n.
Con el sobre abierto, casi a punto de liarla, alguien desde la primera fila (probablemente una celebridad u otro nominado, no se identifica su voz) le grita algo para alertar a la actriz de su error
Pues bien, all¨ª estaba Elizabeth, radiante como hac¨ªa a?os. Todas las estrellas presentes aquella noche en el auditorio (Kevin Spacey, Nicole Kidman, Hillary Swank, Al Pacino, Tom Hanks o Faye Dunaway, a la que volveremos en un rato) aplaudieron en pie ante una aut¨¦ntica fuerza de Hollywood, una de esas estrellas irrepetibles que no solo triunfan dentro de la pantalla sino que crean fuera de ella un mito perdurable que se convierte en un s¨ªmbolo de mil cosas m¨¢s, aparte de su profesi¨®n.
Entonces Elizabeth comienza a hablar: ¡°?Gracias!¡±, exclama antes de informar de est¨¢ all¨ª para presentar el Globo de Oro a la mejor pel¨ªcula dram¨¢tica. Su voz es la misma de siempre, cristalina y juvenil, pero la forma en que habla es extra?a: parece arrastrar las s¨ªlabas y dudar antes de pronunciar cada palabra, como si no estuviese del todo segura de qu¨¦ significan.
¡°Y una vez m¨¢s, aqu¨ª est¨¢n los nominados, d¨¦jenme ver, a la mejor pel¨ªcula dram¨¢tica¡±. Y comienza el drama: Elizabeth, en vez de leer los nombres de las pel¨ªculas nominadas, algo que seg¨²n contaron despu¨¦s los productores le hab¨ªan indicado que hiciera en el teleprompter ¨Cuna pantalla situada sobre la c¨¢mara donde se muestra el texto para los presentadores¨C, se apresura a abrir el sobre dorado que contiene el nombre del ganador, casi arruinando toda la emoci¨®n.
Secuencia completa, en ingl¨¦s, de la curiosa participaci¨®n de Elizabeth Taylor en la gala de los Globos de Oro de 2001.
Con el sobre abierto, casi a punto de liarla, alguien desde la primera fila (probablemente una celebridad u otro nominado, no se identifica su voz) le grita algo para alertar a la actriz de su error.
¨C?Qu¨¦? ¨Cpregunta Elizabeth.
De nuevo, las voces le dicen algo.
¨C?Entonces no lo abro?
Risas del p¨²blico. Taylor parece absolutamente perdida en el escenario. Llegan nuevos comentarios desde la primera fila.
¨CAh, ?que lea desde ah¨ª arriba? ¨Cpregunta se?alando a la c¨¢mara¨C. ?Soy nueva en esto!
M¨¢s risas del p¨²blico y un aplauso. Y Elizabeth lo mejora a¨²n m¨¢s:
¨CEs que yo los premios, normalmente, los recibo.
Nadie quer¨ªa o¨ªr el ganador, nadie quer¨ªa que subiese ni Ridley Scott ni los productores de Gladiator a romper aquella magia con un discurso est¨¦ril y una lista de agradecimientos eterna. Solo dese¨¢bamos seguir viendo a Elizabeth, que incluso aturdida era magn¨¦tica, que hasta en su peor momento era mejor que cualquier otra
Genio y figura. Dick Clark, el productor de la gala, sale en ese momento al escenario al rescate de Elizabeth. Algo que tiene este momento es esa sensaci¨®n de estar asistiendo a algo importante: no solo porque Elizabeth sortee con gracia, encanto y estilo una metedura de pata gigante, sino porque cuando eres Elizabeth Taylor no mandan a cualquiera al rescate, sino al mism¨ªsimo productor.
¨C?Hola! ¨Cle dice ella coqueta, y pregunta despu¨¦s, agitando el sobre dorado que contiene el nombre de la pel¨ªcula premiada¨C: ?Para qu¨¦ es esto?
¨C?No arruines el suspense, lee los nominados primero! ¨Cle aclara Dick Clark mientras se?ala al lugar donde tiene que leer, antes de abandonar de nuevo el escenario.
Y ella lo hace, con una mezcla de desconcierto y humor que no est¨¢ al alcance de otro ser humano. Lee los nombres de esas pel¨ªculas como si no hubiese escuchado hablar de ellas en su vida, como si ni siquiera tuviesen sentido, pero acompa?ando esa lectura de gestos ceremoniosos con las manos para rebajar la tensi¨®n, como una adolescente asustada leyendo una redacci¨®n en alto ante la clase. Y eso que entre las pel¨ªculas est¨¢n Billy Elliott, Erin Brockovich o Gladiator, aut¨¦nticos t¨®tems del cine contempor¨¢neo. Si ese momento hubiese ocurrido hoy, Taylor hubiese sido un meme mundial cuya voz melodiosa leyendo esos t¨ªtulos se hubiese utilizado para cien remixes musicales en YouTube.
¨C?Y el ganador es¡ ¨Cexclama Elizabeth¨C este sobre brillante!
M¨¢s risas del p¨²blico. Y tras mirar la tarjeta por un lado, por el otro, de canto y de perfil, exclama sonriente hacia la c¨¢mara:
¨C?Glaaaa-di-a-tor!
Pero el asunto es que ya daba igual. Nadie quer¨ªa o¨ªr el ganador, nadie quer¨ªa que subiese ni Ridley Scott ni los productores de Gladiator a romper aquella magia con un discurso est¨¦ril y una lista de agradecimientos eterna. Solo dese¨¢bamos seguir viendo a Elizabeth, que incluso aturdida era magn¨¦tica, que hasta en su peor momento era mejor que cualquier otra.
Otro gran error del que sus protagonistas no supieron salir con la misma gracia: cuando Faye Dunaway ley¨®, por un error ajeno, el nombre equivocado a la mejor pel¨ªcula en los Oscar de 2017.
Por supuesto, los medios no fueron tan benevolentes como el p¨²blico. Al d¨ªa siguiente varios tabloides, entre ellos el New York Post, acusaron a Taylor de haber salido borracha a presentar el premio. Una acusaci¨®n muy injusta para una mujer que hab¨ªa luchado durante 35 a?os con la adicci¨®n al alcohol y a las drogas y que hab¨ªa superado recientemente una neumon¨ªa severa y una operaci¨®n cerebral (por no mencionar, 55 pel¨ªculas, cuatro hijos y once nietos). Pero Taylor estaba hecha de cemento. Poco despu¨¦s de todo esto dijo a The New York Times, tras las cr¨ªticas recibidas, una frase demoledora: ¡°Soy de dominio p¨²blico. He sido de dominio p¨²blico desde que tengo nueve a?os. Te acostumbras¡±.
En la noche en que Elizabeth meti¨® la pata estaba aplaudiendo entre el p¨²blico Faye Dunaway, otra leyenda de la pantalla aunque sea en una liga inferior. Diecis¨¦is a?os despu¨¦s, Faye cay¨® involuntariamente en un error parecido, tal vez m¨¢s grave, junto a Warren Beaty, su compa?ero en Bonnie & Clyde: ley¨® el nombre equivocado al dar el Oscar a la mejor pel¨ªcula. No fue su culpa: le dieron el sobre que no era. Ley¨® La La Land cuando en realidad la ganadora era Moonlight. Aquello fue un caos viral del que se habl¨® durante meses, pero sobre el escenario faltaba alguien con las tablas y el sentido del humor de Elizabeth Taylor para hacerlo divertido y convertir el gazapo en un momentazo. No pudo ser porque Taylor muri¨® en 2011 y, con ella, una forma de entender el estrellato. Y al final, estas galas de premios van ¨²nicamente de eso: de estrellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.