Consecuencias
?Qu¨¦ pensar¨ªa Trump al ordenar el ataque contra el general iran¨ª Qasem Soleimani?
Hay quienes comparan la muerte del general iran¨ª Qasem Soleimani con la del archiduque austr¨ªaco Francisco Fernando. Me parece un poco aventurado. Entre otras razones, porque lo de Soleimani, destruido por un misil el 2 de enero de 2020, es todav¨ªa una consecuencia del disparo que el 28 de junio de 1914 acab¨® en Sarajevo con el heredero del trono austro-h¨²ngaro.
Aquel confuso atentado, fruto de una serie casi inveros¨ªmil de errores y casualidades, cambi¨® el mundo para siempre. Tendemos a pensar que el ciclo de cataclismos y acontecimientos asombrosos iniciado en Sarajevo (Primera Guerra Mundial, Revoluci¨®n Sovi¨¦tica, Segunda Guerra Mundial, Guerra Fr¨ªa) empez¨® a cerrarse con la reconciliaci¨®n europea (1957) y concluy¨® con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn (1989). Tendemos a olvidar que la m¨¢s duradera consecuencia de los disparos de Sarajevo fue la desaparici¨®n del imperio otomano. La ca¨ªda final de Constantinopla-Estambul abri¨® un agujero negro en el planeta. La regi¨®n que llamamos Oriente Pr¨®ximo u Oriente Medio no ha conocido la paz desde entonces.
El atentado de Sarajevo fue a su vez la lejana consecuencia de un hecho muy remoto. El joven Gavrilo Princip, militante de la [organizaci¨®n proserbia] Joven Bosnia, viv¨ªa, como casi todos sus correligionarios, obsesionado con algo ocurrido otro 28 de junio (seg¨²n el calendario juliano, o 15 de junio seg¨²n el actual gregoriano): la batalla del campo de los mirlos o de Kosovo Poljie, en 1389, cuando las tropas otomanas vencieron a las serbias y conquistaron el pa¨ªs. Hab¨ªan pasado m¨¢s de cinco siglos. Pero el nacionalismo serbio no olvid¨® aquella batalla. Hoy, en el siglo XXI, sigue sin olvidarla.
Podr¨ªamos ir a¨²n m¨¢s lejos. La batalla de Kosovo Poljie fue, en ¨²ltimo extremo, una consecuencia del tratado de ¡°paz duradera¡± que en 532 firmaron Justiniano, por el Imperio Romano de Oriente, y Cosroes, por el Imperio Persa. Ambos imperios llevaban tres siglos peleando y desangr¨¢ndose mutuamente. La ¡°paz duradera¡± no dur¨® nada. Siguieron combatiendo y haci¨¦ndose m¨¢s d¨¦biles, lo que permiti¨® que un oscuro jefe tribal, hoy conocido como Mahoma, surgiera del desierto ar¨¢bigo con una nueva religi¨®n y una formidable fuerza expansiva. Los dos imperios cayeron ante el Islam.
Por supuesto, resulta muy dif¨ªcil medir las consecuencias de una decisi¨®n grave. Y las decisiones graves suelen adoptarse por razones muy discutibles. Francisco Jos¨¦, el viejo emperador austro-h¨²ngaro, nunca crey¨® que declarar la guerra a Serbia fuera a provocar una simple crisis diplom¨¢tica, como le aseguraban sus aliados alemanes. Sab¨ªa el riesgo que asum¨ªa. Y pronunci¨® la frase fat¨ªdica: ¡°Si la monarqu¨ªa debe perecer, que perezca al menos decentemente¡±. Pereci¨® su monarqu¨ªa y Europa, sin ninguna decencia.
?Qu¨¦ pensar¨ªa Donald Trump al ordenar el ataque contra el general Soleimani? Lo sabremos con el tiempo. Es muy probable que reflexionara sobre las consecuencias que le interesaban: un poco de inflamaci¨®n nacionalista en EE?UU deber¨ªa garantizarle la victoria en el estado de Wisconsin y, con ella, la reelecci¨®n. Quiz¨¢ lo dem¨¢s no le pareci¨® importante. Y quiz¨¢ no lo sea. Quiz¨¢ la muerte de Soleimani suponga solo un jal¨®n m¨¢s en el desastre del vac¨ªo otomano. Si hay m¨¢s guerra, m¨¢s muertes y m¨¢s ¨¦xodo, alguien dentro de un siglo podr¨¢ hablar de la mucha sangre que costaron unos cuantos votos en Wisconsin, y quiz¨¢, buceando en la historia, pueda explicar c¨®mo fue posible que alguien como Trump llegara a ser presidente.
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