¡®Plus ultra¡¯
En otros tiempos este prefijo era prometedor y daba gusto ponerlo delante de hermosas palabras como sonido, mar, tumba, sensible, violeta, r¨¢pido
Es una desgracia que el vocablo ultra haya ca¨ªdo tan bajo. En otros tiempos este prefijo era prometedor y daba gusto ponerlo delante de hermosas palabras como sonido, mar, tumba, sensible, violeta, r¨¢pido. Por no hablar de sus aplicaciones art¨ªsticas. La primera vanguardia del futurismo espa?ol fue el Ultra¨ªsmo, creado por Huidobro y Gerardo Diego, los hermanos Borges (Norah y Jorge Luis), Juan Larrea y Guillermo de Torre, en revistas preciosamente ilustradas y libros de versos que quer¨ªan ir m¨¢s all¨¢. Las revistas duraron poco, pero sus art¨ªfices llegaron lejos. Cuando surgi¨® Vox me desconcert¨¦. ?Conoc¨ªan estos pol¨ªticos ultramontanos, de apellidos entre lo lapidario y lo edificatorio (sin licencia), la existencia de la banda inglesa Ultravox, c¨¦lebre a mitad de los 70 y que segu¨ª un poco en su fase glam rockliderada por John Foxx? Ten¨ªa que ser una coincidencia o un traspi¨¦ musical, ya que algunas letras de Ultravox habr¨ªan despertado en el VoxUltra el odio o la censura.
Pero la palabra ultra es latina, y tiene historia: el escudo de Espa?a la lleva escrita en una de las dos columnas laterales. Usada como lema imperial, plus ultra abri¨® cauces y ensanch¨® el mundo, con sus luces y sombras. Ahora se dice mucho non plus ultra, una expresi¨®n, seg¨²n el panhisp¨¢nico de la RAE, inspirada por lo que H¨¦rcules dej¨® grabado en el estrecho de Gibraltar para indicar que all¨ª acababa antiguamente el mundo conocido, sin existir por tanto un m¨¢s all¨¢. Lo hay. En las sesiones de investidura se oyeron agrios noes y anatemas; voces de p¨¢nico revestido de fanfarronada, voces a las que les conviene quedarse en la leyenda de H¨¦rcules y no explorar tierra ignota. Esa tierra tendr¨¢ seguramente zonas rocosas y alguna charca traidora, pero puede traer verdad y no mentira, diversidad y justicia. De ah¨ª tanta iracundia en las Cortes hasta el final. No eran improperios de Semana Santa: eran ultrajes.
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