La sibilina receta de Lula para ganar los votos de los evang¨¦licos
Lo que nos salva, a todos, lo que m¨¢s est¨¢ necesitando Brasil y el mundo no son los halagos f¨¢ciles y promesas hip¨®critas, sino el tener la fuerza y la libertad de dar nombre a los lobos
Lula quiere conquistar y atraer al Partido de los Trabajadores (PT) a los 40 millones de evang¨¦licos que hoy siguen masivamente al presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro. El popular y carism¨¢tico Lula, hoy libre, est¨¢ intentando reorganizar a sus huestes que se hab¨ªan sentido hu¨¦rfanas y abandonadas con ¨¦l en la c¨¢rcel.
En una de sus primeras estrategias, como inform¨®?Mariana Carneiro en Folha de S?o Paulo el pasado domingo 5, es que?pretende organizar grupos por todo el pa¨ªs, en vista de las pr¨®ximas elecciones municipales, en una campa?a para atraer los votos de los evang¨¦licos a su partido.
La receta que pretende usar Lula para captar el consenso de esos millones de evang¨¦licos aparece, sin embargo, como sibilina, que, en el significado peor del vocablo de origen griego, significa c¨ªnica. La receta es la siguiente: ¡°aprender con los pastores evang¨¦licos¡±. ?Aprender qu¨¦? ¡°A decirle a la gente solo lo que quiere escuchar¡±. Puede hasta parecer bonito ese arte de saber decir solo lo que halaga y no lo que nos molesta, pero es m¨¢s bien maquiav¨¦lico.
La receta de Lula hiere la ¨¦tica, pues impide la formaci¨®n de una fuerte conciencia cr¨ªtica en pol¨ªtica que es inseparable de la verdad de las cosas. S¨ª, es cierto que a todos nosotros nos gusta en el fondo que nos digan lo que nos halaga y nos eviten las cr¨ªticas que pueden herirnos. Que es mejor que nos escondan, por ejemplo, las palabras duras del evangelio que condenaba la hipocres¨ªa y exaltaba la lealtad a la conciencia.
Decirle a la gente solo de lo que le gusta y esconder la realidad desnuda de la vida y la sociedad es enga?arles. No es as¨ª que se contribuye a crear una sociedad democr¨¢tica y ¨¦ticamente madura, que supone decir tambi¨¦n lo que pueda no gustarnos. Los evang¨¦licos se nutren de las ense?anzas de la Biblia y de los Evangelios cristianos encarnados en el profeta Jes¨²s de Nazareth, que fue un fustigador de toda hipocres¨ªa y enga?o.
Si aquel profeta hubiera seguido en aquel momento el consejo de Lula hoy a los suyos de decir a la gente solo lo que quer¨ªan escuchar, probablemente nunca hubiera acabado crucificado en una cruz como un bandido. Pero tampoco su doctrina de amor y de perd¨®n, de libertad de esp¨ªritu y de condena de todo farise¨ªsmo f¨¢cil, de amor fraterno sin exclusi¨®n de los diferentes, hubiese atravesado los siglos y llegado hasta nosotros, aunque a veces por el camino se haya podido adulterar ti?¨¦ndose de hipocres¨ªa y farise¨ªsmo que contamin¨® hasta la pol¨ªtica.
No cabe duda que un pastor o un pol¨ªtico ser¨¢ m¨¢s escuchado, si traicionando, por ejemplo, la esencia de la ense?anza de colocar la otra mejilla a quien te abofetee, que es la sublimidad del perd¨®n, predica que es mejor devolver ojo por ojo y diente por diente. La llamada a la violencia y a la venganza siempre atraer¨¢ m¨¢s que la de la vocaci¨®n a la paz.
Sin duda los fieles evang¨¦licos escuchar¨¢n, por ejemplo, con m¨¢s gusto que sus pastores que ¡°todos¡± los pol¨ªticos son iguales de corruptos, rechazando as¨ª la posibilidad de rescate de los limpios de coraz¨®n. Pero ello significa la prostituci¨®n de la pol¨ªtica con may¨²sculas, la que con las virtudes de la democracia nos vacuna contra nuevos y viejos fascismos y movimientos violentos. Es la condena de la ¨¦tica elemental que exige llamar a las cosas por su nombre, guste o no. Es ese lema de que solo la verdad de las cosas, por duras que sean, nos har¨¢ libres, mientras que la mentira nos esclaviza.
Si Lula quiere atraer para el PT a los evang¨¦licos que lo haga desarmado, a coraz¨®n abierto, empezando por condenar las pr¨¢cticas hip¨®critas de la mala pol¨ªtica, que contagi¨® tambi¨¦n a su partido, aquella para la que vale todo, hasta robar o saquear las riquezas del Estado. La que todo permite con tal de mantenerse en el poder aunque sea a veces bajo la excusa noble de pretender ayudar a las pol¨ªticas sociales y al rescate de la miseria. La verdad no permite doble moral. Cuando se alaba a los pastores evang¨¦licos porque ellos sabr¨ªan decir con eficacia solo lo que la gente quiere o¨ªr, estamos apoyando el reino de la mentira.
Es esa degeneraci¨®n de la ¨¦tica de la pol¨ªtica a la que condujo el famoso dicho brasile?o sobre pol¨ªticos corruptos, justific¨¢ndolos con el hecho de que ¡°roban pero hacen¡±, del que es prototipo el caso del exalcade de S?o Paulo, Paulo Maluf. Eso significa levantar un muro contra la condena de la corrupci¨®n pol¨ªtica.
Si el buen pastor, en la literatura b¨ªblica, es el que es capaz de dar su vida por sus reba?os, con mayor motivo no deber¨ªa tener miedo de decir la verdad a los fieles. Decidles, por ejemplo, como dec¨ªa Jes¨²s, que a veces deben estar atentos a los halagos f¨¢ciles porque existen tambi¨¦n los ¡°lobos disfrazados de ovejas¡±.
Lo que nos salva, a todos, a la pol¨ªtica y a la sociedad, lo que m¨¢s est¨¢ necesitando Brasil y buena parte del mundo no son los halagos f¨¢ciles y promesas hip¨®critas, sino el tener la fuerza y la libertad de dar nombre a los lobos.
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