Genealog¨ªa de un crimen
La identificaci¨®n de Joseph Loveless es por el momento el r¨¦cord mundial de la genealog¨ªa gen¨¦tica
?Por qu¨¦ resolver un crimen de 1916? Un historiador no tendr¨ªa dudas, pues conocer el pasado nos hace m¨¢s sabios, nos ayuda a entender el presente y nos prepara ante lo imprevisible. Un polic¨ªa, sin embargo, aducir¨ªa que resolver un caso de hace 104 a?os resulta caro y fatigoso, y optar¨ªa por dedicar sus recursos siempre escasos a unos fines m¨¢s urgentes. Tampoco una jueza se mostrar¨ªa encantada de malgastar su tiempo y su energ¨ªa en un asesinato remoto, olvidado y fosilizado. Esta es, de hecho, la posici¨®n de la derecha sobre los cr¨ªmenes del franquismo. ?Para qu¨¦ aclararlos? Un defensor de la memoria hist¨®rica les responder¨¢: por sentido de la justicia. Pero estos son casos de una especial significaci¨®n pol¨ªtica e hist¨®rica. Veamos primero qu¨¦ ocurre con los cr¨ªmenes del com¨²n, esas org¨ªas de sangre y odio que ni siquiera pueden aportar una excusa pol¨ªtica para su ejecuci¨®n.
?Han o¨ªdo hablar de Joseph Loveless? Hace un siglo nadie hablaba de otra cosa en Idaho, seg¨²n aprendo en un art¨ªculo de Heather Murphy para The New York Times. Loveless (vaya nombre) era un contrabandista encarcelado y en la primavera de 1916 logr¨® escaparse mediante el manido truco de esconder una sierra en el zapato y cortar los barrotes de la ventana. Parece mentira que la artima?a funcionara todav¨ªa en esa fecha, pero el caso es que, pocos meses despu¨¦s, Loveless asesin¨® a su pareja de un hachazo en la cabeza. Fue encarcelado de nuevo, pero solo dos semanas despu¨¦s se volvi¨® a escapar con el truco de la sierra en el zapato. Los funcionarios de prisiones de Idaho deb¨ªan de ser lentos de entendederas en la ¨¦poca. Loveless desapareci¨® sin dejar rastro.
Hasta 1979, cuando una familia campestre encontr¨® un torso descabezado en unas cuevas volc¨¢nicas del este de Idaho; o tal vez hasta 1991, cuando una ni?a de 11 a?os encontr¨® una mano en las mismas cuevas y permiti¨® a la polic¨ªa hallar dos piernas y un brazo en un saco de arpillera. No ha sido hasta ahora que el sheriff del condado de Clark, Idaho, junto a dos empresas de genealog¨ªa gen¨¦tica, han identificado los restos como pertenecientes a Loveless. Les ha bastado localizar a un nieto y comparar su ADN. Todo cuadra, aunque tambi¨¦n abre un nuevo caso: ?qui¨¦n mat¨® y descuartiz¨® al asesino? La familia de su pareja, dan ganas de pensar enseguida, pero demostrarlo no va a resultar nada f¨¢cil. ?Merece la pena?
La identificaci¨®n de Joseph Loveless es por el momento el r¨¦cord mundial de la genealog¨ªa gen¨¦tica, una t¨¦cnica forense que combina la lectura de ADN con la informaci¨®n sobre las relaciones geneal¨®gicas que mucha gente cuelga en la Red con la vaga esperanza de encontrar familiares, o tal vez pistas sobre sus or¨ªgenes. Algunas de estas webs geneal¨®gicas incluyen muestras de secuencia de ADN de los interesados y ya ha habido casos en que han servido para capturar a un violador y asesino reciente.
En el caso de Idaho, el asesino, su v¨ªctima, sus verdugos y todos los que vivieron aquellos hechos est¨¢n muertos desde hace mucho tiempo. Y, con todo, el misterio ha podido aclararse con las nuevas herramientas inventadas un siglo despu¨¦s. Los cr¨ªmenes del pasado se pueden resolver. Es cuesti¨®n de querer hacerlo.
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