Instagram puede perjudicar seriamente su salud
?Qui¨¦n regula las redes sociales m¨¢s all¨¢ de las propias redes? El asunto est¨¢ fuera de toda agenda pol¨ªtica
Con m¨¢s de mil millones de usuarios en todo el mundo, Instagram es la red que m¨¢s ha crecido en los ¨²ltimos a?os, es la preferida de las marcas y es, adem¨¢s, un arma de construcci¨®n masiva de identidad ¨ªntima y social. As¨ª que en 2020 sumar¨¢ usuarios e ingresos hasta que, como siempre, estalle la burbuja¡ O no. Pero las consecuencias (hoy desconocidas) ya ser¨¢n inevitables, como nos pas¨® con Facebook y su manipulaci¨®n democr¨¢tica en las ¨²ltimas elecciones a la presidencia americana, por ejemplo.
De momento, el Ministerio de Sanidad espa?ol ya ha detectado que algunos de los contenidos que recibimos en esta red pueden suponer un riesgo para la salud, desde que algunas influencers, mujeres j¨®venes con cientos de miles de seguidores, se han dedicado a prescribir medicamentos que requieren receta m¨¦dica y cuya publicidad est¨¢ estrictamente prohibida por la ley. Un comportamiento peligroso ¡ªimposible e impensable en ning¨²n medio de comunicaci¨®n¡ª que transcurre con aparente impunidad en esta red. Publicaciones parecidas se han producido en YouTube, pero Google ya est¨¢ manos a la obra y colaborando con el Ministerio de Sanidad.
Mientras tanto, en Espa?a sumamos ya 15 millones de instagramers y aunque la mayor¨ªa son j¨®venes, pues es la red preferida de los adolescentes, ya hay 3,2 millones mayores de 45 a?os y es el segmento que m¨¢s se espera ver crecer en el pr¨®ximo a?o. Las empresas est¨¢n, las marcas est¨¢n, los j¨®venes est¨¢n y los mayores est¨¢n llegando. Yo tambi¨¦n estoy. Y usted que est¨¢ leyendo ahora seguro que ya tiene un perfil o lo tendr¨¢ pronto, por mucho que desconozca, como todos, las posibles consecuencias sobre su salud o su persona.
En este sentido, el tema de los medicamentos es solo la punta del iceberg dado que la tecnolog¨ªa est¨¢ entrando en nuestras vidas sin ning¨²n ensayo previo sobre las consecuencias que puede tener sobre nosotros, nuestro sistema cognitivo, nuestros cuerpos, nuestra privacidad o nuestra identidad. Con esto no quiero decir que debamos oponernos a la tecnolog¨ªa. Al contrario, considero un verdadero privilegio vivir en la era digital. Estoy segura de que las cosas no solo ser¨¢n distintas sino mejores gracias a Internet y entiendo que el negacionismo tecnol¨®gico deber¨ªa estar m¨¢s que superado a estas alturas. Lo que no comprendo es la falta de an¨¢lisis, de informaci¨®n y de protecci¨®n sobre los usuarios digitales, muy especialmente sobre los ni?os, pues los nativos digitales son aut¨¦nticas cobayas de nuestra cultura. Y cuanto m¨¢s pobres, m¨¢s cobayas, como siempre. Los hijos de Bill Gates se educan con juguetes de madera. Pero el 21% de los j¨®venes espa?oles de entre 10 y 25 a?os sufre trastornos del comportamiento por culpa de la tecnolog¨ªa, seg¨²n una encuesta del ¨²ltimo Plan Nacional sobre Drogas.
La mayor¨ªa desconoce las consecuencias legales que pueden tener algunos de sus comportamientos digitales
Por su parte, Instagram crecer¨¢ a¨²n m¨¢s en 2020 y cada d¨ªa m¨¢s personas se dar¨¢n de alta sin suficiente informaci¨®n, control o protecci¨®n. Por ejemplo, muchos padres no saben que Instagram exige aceptar en sus bases legales una edad m¨ªnima de 14 a?os para hacer uso de esta red cuando permiten que sus hijos mientan sobre su identidad al crear su perfil. Igual que desconocen las consecuencias de este desliz. La publicidad invade esta red sin dejar rastro, pues los influencers no indican cuando prescriben un producto pagados por una marca o cuando lo hacen de forma org¨¢nica. Pocos menores reciben educaci¨®n digital para enfrentarse al bullying y la presi¨®n social que pueden recibir desde esta red, que es hoy su favorita. E igualmente, la mayor¨ªa desconoce las consecuencias legales que pueden tener algunos de sus comportamientos digitales, como compartir fotograf¨ªas de amigas y amigos desnudos o suyas propias (los famosos ¡°nudes¡±) que comparten con feliz despreocupaci¨®n a trav¨¦s de la mensajer¨ªa directa de Instagram. La lista podr¨ªa seguir casi infinitamente.
Al mismo tiempo, los instagramers nos sentimos libres para expresarnos con total libertad, sin someternos a ninguna estructura de poder m¨¢s all¨¢ de la que dicta la propia red, lo que quiz¨¢s no sea m¨¢s que un espejismo siendo que la red responde a sus propios intereses econ¨®micos y pol¨ªticos. Pero, ?qui¨¦n regula las redes sociales m¨¢s all¨¢ de las propias redes? Este asunto, que ser¨¢ crucial en la pr¨®xima d¨¦cada, est¨¢ fuera de toda agenda pol¨ªtica. Bueno, no del todo. Nuestros l¨ªderes pol¨ªticos han afrontado este reto desde sus gabinetes de comunicaci¨®n o desde su propia intimidad con ingenuidad adolescente. Todos tienen ya sus cuentas en Instagram y ninguna propuesta de regulaci¨®n sobre lo que se puede decir o publicar en un dispositivo que utilizamos m¨¢s de quince millones de espa?oles. De entre todos, @santi_abascal el que m¨¢s partido le saca, con m¨¢s de medio mill¨®n de seguidores. Por detr¨¢s quedan @iglesiasturrionpablo (249K), @sanchezcastejon (183K), @inesarrimadas (166K) o @pablocasadoblanco (158K). En sus manos estamos. Solo queda esperar que no prescriban antibi¨®ticos para que sobrellevemos su gesti¨®n.
Nuria Labari es escritora y periodista, autora de La mejore madre del mundo (Literatura Random House).
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