El fil¨®n de la malaria en las minas de oro
Las zonas mineras de Bolivar, al sur del pa¨ªs, sufren las consecuencias m¨¢s tr¨¢gicas del paludismo, una enfermedad que se cre¨ªa ya controlada. M¨¢s de 320.000 casos se diagnosticaron en 2019. Una realidad que ayudan a combatir los equipos de MSF
Cuando uno piensa en una naci¨®n que atraviesa una gran crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, lo primero que viene a la mente probablemente no es el oro. Pero en Bol¨ªvar, el estado m¨¢s grande de Venezuela, la miner¨ªa ilegal de oro ha estado pujando durante a?os y el metal amarillo se ha convertido en una motivaci¨®n para que muchos venezolanos se dirijan hacia el sur del pa¨ªs, como una ¨²ltima oportunidad para ganarse la vida antes de regresar a casa o huir a Brasil.
Luis Henrique Ripa, por ejemplo, viene directamente de la capital venezolana, Caracas. Dej¨® a su familia atr¨¢s para venir a trabajar como minero en Las Claritas, un peque?o pueblo ubicado en el Municipio Sifontes, en el estado Bol¨ªvar. "Esta es la segunda vez que vengo aqu¨ª", nos dice cuando alguien le pregunta si ya ha visitado la zona. "Para ser sincero, no me gusta mucho, pero la oportunidad es demasiado tentadora. El primer d¨ªa que llegu¨¦, encontr¨¦ oro. Algunas personas buscan meses antes de hallar algo. Pero solo me tom¨® un d¨ªa y lo interpret¨¦ como una se?al. Estar aqu¨ª es una aventura, y lo que obtienes vale la pena".
El hecho de que Luis ahora est¨¦ postrado en cama, con un gran yeso cubriendo la mayor parte de su pierna derecha no parece motivo suficiente para que cambie de opini¨®n sobre el viaje. ?l sigue sonriendo e intenta olvidar su dolor. A principios de esta semana, se rompi¨® la pierna despu¨¦s de una ca¨ªda libre de 11 metros dentro de una mina de oro. Luis le pregunta a un m¨¦dico local cu¨¢ndo vendr¨¢ una ambulancia a buscarlo, pues sus lesiones son demasiado graves para ser manejadas en el ambulatorio local en el que se encuentra ahora. Tendr¨¢ que ser trasladado a un hospital para recibir un tratamiento adecuado.
Acostado en la cama a su lado hay otro joven llamado Yordan Pentoja. Yordan no se cay¨®, se enferm¨®. El paciente de 27 a?os tambi¨¦n est¨¢ siendo atendido en el ambulatorio por un tipo grave de malaria. Dice que le han diagnosticado la enfermedad una docena de veces desde que comenz¨® a trabajar en la mina de Piedra Dura, hace m¨¢s de un a?o y medio. "La malaria es como una plaga por aqu¨ª. Tengo tantos amigos y colegas que la han sufrido que ya dej¨¦ de contar", observa. Cierra los ojos y agrega: "Vine al ambulatorio esta ma?ana porque comenc¨¦ a sentirme terrible. Me duelen la cabeza y el est¨®mago como el infierno" [Ver testimonio completo abajo].
Hace cincuenta a?os, Venezuela era presentado como uno de los principales pa¨ªses de Am¨¦rica del Sur implicados en la batalla contra la malaria. Y aunque la enfermedad no se hab¨ªa erradicado por completo, se hab¨ªan hecho esfuerzos para disminuir dr¨¢sticamente el n¨²mero de casos en el pa¨ªs. Pero en los ¨²ltimos a?os, la enfermedad ha vuelto a aparecer en Venezuela. De hecho, en 2019, el pa¨ªs se clasific¨® como la naci¨®n m¨¢s afectada en Am¨¦rica Latina, con m¨¢s de 320.000 casos diagnosticados.
¡°Si enfermarte es tu forma de seguir viviendo, entonces vale la pena¡±
Me llamo Yordan Pentoja. Tengo 27 A?os. He estado trabajando en la mina por algunos a?os. Hoy vine al ambulatorio porque la malaria me golpe¨® de nuevo. Esta vez, con mucha fuerza. El punto de diagn¨®stico m¨¢s cercano est¨¢ a cuatro horas de distancia, as¨ª que no pude hacerme la prueba y vine directamente aqu¨ª. Sab¨ªa que ten¨ªa malaria desde el momento en que comenc¨¦ a sentirme mal.
Vengo a este ambulatorio por primera vez para recibir tratamiento. Hoy temprano me dol¨ªan mucho la cabeza y el est¨®mago y el calor realmente me estaba matando, tanto que me desmay¨¦. Cuando me despert¨¦, mis compa?eros decidieron traerme. Me tom¨® cerca de tres horas y dos motocicletas diferentes llegar aqu¨ª. Los m¨¦dicos me atendieron bien y el tratamiento es gratuito, lo cual ayuda porque no puedo pagarlo. Es la octava o novena vez que tengo malaria desde que comenz¨® el a?o, la ¨²ltima vez que la tuve fue hace tres meses.
La primera vez, la enfermedad estaba "oculta" en mi cuerpo. Fui a hacerme el diagn¨®stico cinco veces, pero no apareci¨® nada. La gente segu¨ªa dici¨¦ndome que no la ten¨ªa. Me sent¨ªa tan mal que fui a un laboratorio privado en alg¨²n momento, para descubrir qu¨¦ era. Los m¨¦dicos all¨ª me dijeron que probablemente se trataba de dengue. Me dijeron que deber¨ªa tomar leche condensada y comer sardinas, entre otras cosas, para curar la enfermedad. Cuando hice lo que me hab¨ªan dicho, mi situaci¨®n empeor¨®. Entonces decid¨ª ir con mi hermano, por ¨²ltima vez a hacerme la prueba de malaria y fue cuando result¨® positiva. Para entonces, ya hab¨ªa pasado unas dos semanas sufriendo y hab¨ªa perdido cerca de 10 kilos. Estaba muy flaco, fue mi peor experiencia con la enfermedad. Aunque esta vez, tambi¨¦n es mala.
Creo que he tenido malaria muchas veces porque es como una plaga en esta regi¨®n del pa¨ªs. Muchos de mis colegas en la mina la han tenido, tantos que dej¨¦ de contar. Todos los d¨ªas tomamos nuestras palas y vamos a trabajar. Nuestra vida es solo trabajo y cuando no trabajamos, dormimos. Mis compa?eros y yo vivimos dentro de la mina, dormimos en hamacas porque venimos de todo el pa¨ªs y no tenemos casa aqu¨ª.
Cuando comenc¨¦ a trabajar all¨ª, compr¨¦ un mosquitero para protegerme. Hab¨ªa o¨ªdo que era un riesgo en esta ¨¢rea. Pero a menos que te vayas a dormir temprano, cuando te quedas afuera jugando a las cartas con los dem¨¢s, los mosquitos te pican. Y eventualmente te enfermas. A pesar de esto, si Dios lo permite, continuar¨¦ trabajando aqu¨ª. La vida en la mina es dif¨ªcil, pero no me arrepiento porque es la ¨²nica forma de sobrevivir. Necesito llegar a fin de mes y, adem¨¢s, nunca podr¨ªa irme de mi pa¨ªs. Si enfermarte es tu forma de seguir viviendo, entonces vale la pena.
No s¨¦ cu¨¢nto tiempo me quedar¨¦ dentro de la mina. Uno siempre sabe cu¨¢ndo viene, pero nunca cu¨¢ndo se va. No he visto a mi familia desde hace m¨¢s de un a?o porque est¨¢ muy lejos, pero tambi¨¦n hago lo que hago por ella. Dentro de la mina creo que todos estamos buscando una vida mejor, para nosotros y para nuestras familias. Y uno generalmente no se va sin tener suficiente oro para establecer su propio negocio y volver a lo que de alguna manera es una vida normal. Pero tan pronto como te quedas sin dinero, no tiene m¨¢s remedio que regresar. Y contraer malaria, una vez m¨¢s.
"?Ves? Este lugar es donde todo comenz¨®. O donde todo termin¨®, todo depende de c¨®mo se mire", nos explica Yorvis Ascanio, un inspector de salud p¨²blica que trabaja para el programa Nacional de Malaria en Bol¨ªvar. All¨ª, en el Municipio Sifontes, la malaria ahora es end¨¦mica. "Cuando la crisis econ¨®mica golpe¨® a Venezuela, tambi¨¦n afect¨® mucho a la gente en Sifontes. Al principio, comenzamos a tener cada vez menos medicamentos en nuestro almac¨¦n. Pronto tuvimos que elegir a qui¨¦n dar los pocos que ten¨ªamos, y tuvimos que enfocarnos solo en casos severos. Y fue la misma situaci¨®n en otros ambulatorios y puntos de diagn¨®stico... He estado trabajando en esta ¨¢rea durante los ¨²ltimos 12 a?os. He visto los altibajos de este lugar. Pero este ¨²ltimo per¨ªodo est¨¢ siendo extremadamente dif¨ªcil para nosotros".
M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) comenz¨® a intervenir en 2016 en Bol¨ªvar para brindar apoyo al Programa Nacional de Malaria, en colaboraci¨®n con el Ministerio de Salud. Desde entonces, hemos estado apoyando varios puntos de diagn¨®stico en Bol¨ªvar y ayudando con la provisi¨®n de un tratamiento adecuado para pacientes con malaria. Desde hace un a?o, tambi¨¦n trabajamos con el Instituto de Malaria en Car¨²pano, en el estado de Sucre, aumentando su capacidad para combatir la malaria en el pa¨ªs.
En Bol¨ªvar, tambi¨¦n ayudamos con lo que llamamos control de vectores: fumigamos casas y distribuimos mosquiteros a la poblaci¨®n, para disminuir el riesgo de infecci¨®n. Josu¨¦ Nonato, uno de nuestros promotores de salud lo explica. "Mi trabajo es explicar a las personas c¨®mo identificar los s¨ªntomas de la malaria y qu¨¦ hacer cuando comienzan a sentirse enfermas, para asegurarnos de que puedan ser tratadas antes de que la enfermedad se vuelva demasiado grave".
En 2019, nuestra organizaci¨®n m¨¦dico humanitaria sensibiliz¨® a m¨¢s de 55.000 personas a trav¨¦s de sesiones de promoci¨®n de la salud en el ¨¢rea. Tambi¨¦n trat¨® a m¨¢s de 85 000 personas por malaria, distribuy¨® m¨¢s de 65.000 mosquiteros, roci¨® 530 hogares y ayud¨® a llevar a cabo m¨¢s de 250.000 pruebas de diagn¨®stico de malaria. Desde entonces, el n¨²mero de casos ha disminuido en aproximadamente un 40% en el Municipio Sifontes. Para alcanzar estos objetivos, nuestra estrategia ha sido acercarse lo m¨¢s posible a las personas que podr¨ªan verse afectadas por la enfermedad. Es por eso que la mayor¨ªa de los puntos de diagn¨®stico y tratamiento que supervisamos en asociaci¨®n con el Programa Nacional de Malaria se encuentran directamente dentro de las minas.
"Pasamos de tener algunas veces alrededor de 200 personas haciendo cola frente a los puntos de diagn¨®stico, muchas de ellas infectadas con malaria, y de no tener suficientes tratamientos disponibles, a una situaci¨®n un poco m¨¢s manejable ahora", nos comenta Monserrat Barrios, especialista de laboratorio que est¨¢ a cargo de capacitar a nuevos t¨¦cnicos para trabajar con microscopios en los puntos de diagn¨®stico.
¡°Todo el mundo ha tenido malaria por aqu¨ª¡±
Mi nombre es Sulay Lozano y tengo 22 a?os. Mi familia proviene originalmente de Ciudad Bol¨ªvar, pero la ciudad se volvi¨® demasiado cara en los ¨²ltimos a?os y mis padres ya no pod¨ªan encontrar trabajo all¨ª. As¨ª que dejamos nuestro hogar para vivir un tiempo dentro de la mina. Luego, cuando mi madre qued¨® embarazada, nos mudamos a Las Claritas, un pueblo a las afueras de la mina.
En general, me gusta vivir aqu¨ª. Nos sentimos seguros y estamos en una mejor situaci¨®n que en Ciudad Bol¨ªvar. All¨ª, no ten¨ªamos dinero pero aqu¨ª siempre podemos encontrar oro, incluso en peque?as cantidades. Probablemente nos quedaremos por un tiempo.
Todos los d¨ªas, mi padrastro, mis primos y hermanos van a buscar oro para ayudarnos a sobrevivir. Yo me quedo en casa con mi madre. Me levanto a las 6 de la ma?ana, preparo el desayuno y luego espero a que pase el resto del d¨ªa... Todos vivimos en una habitaci¨®n compartida hecha de l¨¢minas de pl¨¢stico por ahora, pero construiremos algo de madera, cuando tengamos suficiente oro para eso.
Aqu¨ª pagamos todo en oro. Por ejemplo, el mosquitero que uso cuando duermo en mi hamaca me cost¨® 0.8 gramos de oro. Fue bastante costoso, pero lo compr¨¦ porque la malaria es una plaga en esta ¨¢rea. Tan pronto como dejas tu mosquitero, un mosquito te pica. Todos han tenido malaria por aqu¨ª. Sin embargo, no estoy demasiado preocupada, incluso cuando uno de nosotros se enferma. He tenido malaria 40 veces y mi hermano peque?o unas 10 veces. Mi madre, mi hija y mi sobrino tambi¨¦n, en muchas oportunidades. Eso es algo normal para nosotros. Solo intentamos prevenirla cuando podemos y tratarla cuando nos da.
Ahora s¨¦ c¨®mo identificar los s¨ªntomas y, por lo general, voy a pedir un diagn¨®stico tan pronto como empiezo a sentirme un poco mal. Cuando a¨²n viv¨ªamos dentro de la mina, tuve que comprar el tratamiento, no hab¨ªa forma de obtenerlo gratis. Una ronda completa me costaba alrededor de 1,5 gramos de oro en ese entonces. Era costoso, pero me habr¨ªa costado a¨²n m¨¢s llegar al ambulatorio en la ciudad donde se proporcionaba de forma gratuita. Conozco personas que murieron de malaria, as¨ª que s¨¦ lo importante que es el tratamiento.
Hoy fui al ambulatorio de Santo Domingo para recibir tratamiento gratuito para mi hermano peque?o, Edgar. Ayer le dieron un diagn¨®stico positivo de malaria y se sinti¨® demasiado d¨¦bil para venir conmigo. Cada vez que voy al ambulatorio, trato de obtener una consulta. El hecho de que ahora vivamos cerca del ambulatorio y de que no tengamos que pagar los medicamentos all¨ª es ¨²til, porque no nos lo pod¨ªamos permitir.
Todos los d¨ªas, trato de ayudar a mi familia tanto como puedo con los pocos medios que tengo. Mi madre est¨¢ a punto de dar a luz, por lo que necesita que yo est¨¦ all¨ª para ella y mi para mi familia. Otra raz¨®n por la que nos mudamos de las minas fue para que su parto fuese m¨¢s f¨¢cil. Desde Las Claritas, solo tendremos que tomar un taxi durante una o dos horas para llegar a uno de los hospitales estatales. Deber¨ªa ir bien... Solo espero que tengan los insumos para cuidarla. No siempre es el caso...
Cuando pienso en su futuro beb¨¦, tambi¨¦n pienso en mi propia hija. Ella tiene tres a?os ahora. Espero que pueda estudiar alg¨²n d¨ªa. Espero poder volver a la escuela yo tambi¨¦n. Dej¨¦ de asistir en quinto grado, cuando qued¨¦ embarazada. Pero los estudios son importantes si quieres trabajar. Y tendr¨¦ que trabajar si alguna vez quiero pagar mi propia casa. Ese es mi ¨²nico sue?o.
Este a?o, tambi¨¦n ayudamos a un ambulatorio local en Las Claritas, llamado Santo Domingo. Inicialmente construido para una poblaci¨®n de 20.000 personas, ahora tiene que atender las necesidades de m¨¢s de 75.000 que han venido a vivir a la zona en los ¨²ltimos a?os. All¨ª, hemos estado reforzando la prevenci¨®n, el diagn¨®stico y el tratamiento de la malaria, pero est¨¢ tambi¨¦n aumentando su apoyo para cubrir otras necesidades. Fanny A. Castro, una de nuestras coordinadoras m¨¦dicas, lo cuenta: "Sabemos qu¨¦ otros departamentos de Bol¨ªvar tambi¨¦n necesitaban ayuda para hacer frente al n¨²mero de pacientes, para poder tratar adecuadamente las enfermedades no transmisibles, por ejemplo, y manejar emergencias o referencias a otros hospitales. Tambi¨¦n estamos empezando a centrarnos cada vez m¨¢s en la salud sexual y reproductiva con servicios como planificaci¨®n familiar y partos. En general, queremos marcar la diferencia aqu¨ª y aumentar las posibilidades de la poblaci¨®n a la hora de acceder a los servicios de salud. Tambi¨¦n hemos instalado un sistema de gesti¨®n de residuos y del agua alrededor del ambulatorio, lo que mejora considerablemente la calidad de la atenci¨®n brindada."
Sin embargo, las necesidades m¨¦dicas van mucho m¨¢s all¨¢ de la epidemia de malaria. La crisis econ¨®mica ha impactado profundamente en el sistema de salud en general en el pa¨ªs y se siente casi por todas partes. Por ello, intentamos responder a las necesidades m¨¢s apremiantes en diferentes estados de Venezuela.?
Jean Hereu es coordinador general de M¨¦dicos Sin Fronteras en Venezuela.
La secci¨®n En Primera L¨ªnea es un espacio en Planeta Futuro en el que miembros de ONG o instituciones que trabajan en terreno narran sus experiencias personales y profesionales con relaci¨®n al impacto de su actividad. Siempre est¨¢n escritos en primera persona y la responsabilidad del contenido es de los autores.
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