Weyes Blood, c¨®mo sobrevivir a trav¨¦s de canciones que hacen sangrar
"Crec¨ª en un entorno muy religioso, sintiendo que necesitaba una cierta cosmolog¨ªa para navegar por el caos", dice la cantautora estadounidense, que actuar¨¢ en el festival Primavera Sound
En tiempos de estridencias, Natalie Mering es una amante de la media voz. Pertenece por edad (31 a?os) a los dichosos millennials, pero los gustos y actitudes la sit¨²an m¨¢s bien en la generaci¨®n de sus progenitores; para ser m¨¢s precisos, en los tiempos en que pap¨¢ y mam¨¢ a¨²n no se hab¨ªan conocido. Mering se comporta con discreci¨®n serena, nos dirige una mirada curiosa que no incurre en el escrutinio. Acostumbrados a que las cosas nunca sean lo que parecen en esta feria falsaria del siglo XXI, sorprende que Natalie se comporte con la misma elegancia que desarrolla en sus canciones. Las m¨¢s recientes, agrupadas bajo el t¨ªtulo Titanic rising, son tan poco contempor¨¢neas que muchos han cre¨ªdo ver en ella a una soberbia continuadora de¡ ?The Carpenters!
¡°He tenido muchas veces la sensaci¨®n de haber nacido en el momento equivocado¡±, concede Mering, junto a una tenue risita, pocas horas antes de su actuaci¨®n dentro del ciclo Son Estrella Galicia. ¡°Lo gracioso es que Karen Carpenter nunca figur¨® entre mis referentes; las comparaciones son m¨¢s sobrevenidas, por la ¨¦poca musical en la que me inspiro, que reales¡±. Natalie sonr¨ªe cuando le mencionan similitudes estil¨ªsticas con John Grant o Father John Misty (¡°de este soy muy buena amiga, pero mi visi¨®n tr¨¢gica del mundo coincide m¨¢s con la de Grant¡±) y admite que ha diseccionado la escritura de Burt Bacharach para indagar en sus secretos, pero nada le agrada m¨¢s que sentirse reflejada en los Beatles. ¡°De ni?a pas¨¦ mucho tiempo junto a George, John y Paul, por este orden de preferencias. S¨ª, yo soy pro Harrison. Compartimos un tipo de tristeza muy similar¡±.
Me cuesta relacionarme con gente de mi edad. Me considero m¨¢s bien una viajera en el tiempo. De peque?a imaginaba un mundo muy distinto
Es cierto. Andromeda o Something to believe, dos de las piezas m¨¢s absorbentes de Titanic rising, revelan el parentesco harrisoniano. La segunda de ellas comparte con el desaparecido beatle esa b¨²squeda de la espiritualidad y la trascendencia que siempre le acompa?¨®. ¡°La m¨ªa es una canci¨®n autobiogr¨¢fica, descarnada. Crec¨ª en un entorno muy religioso, sintiendo que necesitaba una cierta cosmolog¨ªa para navegar por el caos de la realidad y el universo¡±. Cosas de ser, seg¨²n confiesa, una ¡°grand¨ªsima seguidora¡± de Joseph Campbell, autor de El poder del mito, experto en religi¨®n comparada y el hombre que populariz¨® aquello de ¡°persigue tu felicidad¡± como mantra cotidiano.
Everyday, una de las canciones de Titanic Rising
Su nombre, Natalie Mering, suena bien, pero ella prefiri¨® bautizarse como Weyes Blood sobre el escenario ¡°porque la sangre pasa de madre a hijo, lo envuelve todo, es lo ¨²nico que permanece vivo de una generaci¨®n a otra¡±. Una californiana que venera a un antrop¨®logo fallecido un a?o antes de que ella naciera y al bicho raro del grupo m¨¢s famoso de la historia. ¡°Me cuesta relacionarme con gente de mi edad. Me considero una viajera en el tiempo. De peque?a imaginaba un mundo adulto muy distinto. La tecnolog¨ªa o el cambio clim¨¢tico lo han alterado todo¡±.
A Mering no solo le horroriza Trump, sino todo lo que simboliza y genera. ¡°Siempre pens¨¦ que periodismo y ciencia tendr¨ªan la ¨²ltima palabra en una sociedad moderna, pero ahora resulta que el propio gobierno de mi pa¨ªs se encarga de alentar la posverdad¡±, murmura. Otro buen motivo para otear otros horizontes a trav¨¦s de sus canciones. ¡°No me molesta cumplir a?os¡±, concluye, ¡°aunque las mujeres a¨²n suframos cierto estigma social por envejecer. El d¨ªa que cumpl¨ª los 30 me sent¨ª aliviada. Era como si estuviera esperando un tren con una pesada mochila a la espalda, y me subiera abandonando ese equipaje en el and¨¦n¡±. ?Y lo celebr¨® de alguna manera espeical? ¡°Alquil¨¦ con mis amigos un autob¨²s-karaoke y estuvimos cantando hasta las tantas. Eleg¨ª Can¡¯t help falling in love, de Elvis, y Ordinary world, de Duran Duran. Igual un d¨ªa publico la versi¨®n¡±.
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