Elige tu propio final
Como dijo Orson Welles, "si quieres un final feliz, eso depende de d¨®nde quieres parar la historia"
Hace unos d¨ªas @Koldo_CF, un padre preocupado por la educaci¨®n de su hija, comparti¨® conmigo en Twitter una p¨¢gina de un libro de texto de ciencias sociales de sexto de primaria de la Comunidad de Madrid. La p¨¢gina es una explicaci¨®n sobre c¨®mo Picasso gesta el Guernica: el Gobierno de la Rep¨²blica le pide al artista que haga un cuadro que refleje la ¡°dif¨ªcil situaci¨®n¡± de Espa?a y justo entonces ¡°se produjo un bombardeo¡±. Aqu¨ª no ha habido una sublevaci¨®n militar, no hay fascistas ni nazis, el Ej¨¦rcito de Franco no tiene el apoyo de las fuerzas del eje alem¨¢n. Aqu¨ª las ciudades se bombardean en modo impersonal y el caballo desbocado del Guernica bien pudiera ser un unicornio.
Pero hoy no quiero escribir sobre el blanqueamiento obsceno de la historia, el acoso que sufren los profesores que quieren educar en igualdad, libertad sexual o memoria democr¨¢tica. Hoy me propongo escribir sobre algo bonito, que les inspire a ustedes y a m¨ª buenos sentimientos, que ayude a relajar este ce?o fruncido. Recuerdo que ayer vi un v¨ªdeo precioso de un gato al que han llevado a una casa para que cace ratones (fuente: @atr_ahre). Ha atrapado un rat¨®n, pero el gato se rebela contra el estereotipo que tiene de ¨¦l el humano y, cuidadosamente, lleva al ratoncillo hasta su recipiente con pienso. El rat¨®n se pone a comer inmediatamente. Parece no sentir un ¨¢pice de temor ante ese enemigo que suponemos at¨¢vico. El gato busca c¨®mo acomodarse, respetando el espacio de su peque?o compa?ero. Comen tranquilos. S¨®lo falta que alcen la cabeza y se rocen los hocicos. Pero la fantas¨ªa no llega a tanto y se acaba el v¨ªdeo. Entonces comienzo a contextualizar esa historia, a rellenar los huecos que faltan en pasado y futuro.
Primero, el pasado: pienso en el instinto protector del gato, en que posiblemente ser¨¢ una gata a la que han robado las cr¨ªas y que ve en ese ratoncillo a los cachorros arrebatados. Despu¨¦s, el futuro: ?qu¨¦ har¨¢ el due?o de esa gata? ?Permitir¨¢ que siga alimentando a los ratones? ?La devolver¨¢ a la protectora de animales por in¨²til? ?Matar¨¢ al rat¨®n la pr¨®xima vez que se acerque al cuenco del pienso confiado? ?Optar¨¢ por alguna otra forma de exterminio? La peque?a historia tierna y feliz que cuenta ese v¨ªdeo esconde una tragedia que puede coincidir o no con mi imaginaci¨®n, pero que est¨¢ ah¨ª, agazapada. Ya lo dijo Orson Welles: ¡°Si quieres un final feliz, eso depende de d¨®nde quieres parar la historia¡±. Y esto me lleva nuevamente a la p¨¢gina del libro de texto, a esa versi¨®n edulcorada y sin responsables en la que el contexto del Guernica se evapora. No s¨®lo Franco y el Ej¨¦rcito nazi, responsables del primer bombardeo sistem¨¢tico sobre civiles en Europa, desaparecen como sujetos activos de la historia, sino que el final de la explicaci¨®n acaba con un triunfante: ¡°El cuadro se mostr¨® en la exposici¨®n y desde aquel momento se convirti¨® en un s¨ªmbolo contra la violencia¡± (una violencia difusa y sin actores, habr¨ªa que a?adir). Guernica tiene as¨ª su propio final as¨¦ptico y feliz. Pero como en el v¨ªdeo del gato y el rat¨®n, esta historia est¨¢ descontextualizada. Aqu¨ª tambi¨¦n se esconde la tragedia del pasado (la ferocidad genocida del franquismo) y del futuro (el triunfo de los sublevados y la continuaci¨®n de su represi¨®n durante la dictadura) y se genera la narrativa supuestamente neutra de una denuncia contra toda violencia, ocultando as¨ª el valor simb¨®lico antifascista que el Guernica tuvo durante todo el siglo XX. Moraleja: nunca se f¨ªen de una historia con final feliz.
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