La Cooperaci¨®n Espa?ola se la juega a vida o muerte
Tras un d¨¦cada de abandono presupuestario y pol¨ªtico, necesitaremos algo m¨¢s que buenas palabras
A lo largo de la pasada d¨¦cada la Cooperaci¨®n Espa?ola perdi¨® siete de cada diez euros de su presupuesto. Ocho, si hablamos de la ayuda humanitaria. Espa?a ha desaparecido de medio mapa del mundo y nuestro esfuerzo de solidaridad internacional se codea hoy con el de aislacionistas como Hungr¨ªa. Ser¨ªa dif¨ªcil encontrar una pol¨ªtica p¨²blica que haya sido m¨¢s castigada econ¨®micamente a lo largo de la crisis.
Pues bien, este colapso financiero es un resfriado cuando lo comparamos con la neumon¨ªa pol¨ªtica que ha sufrido la cooperaci¨®n p¨²blica durante el mismo per¨ªodo. Ministros de Asuntos Exteriores, l¨ªderes parlamentarios y popes de partido optaron durante a?os por aplicar luz de gas a la herramienta p¨²blica que mejor nos permite enfrentar un buen pu?ado de los desaf¨ªos existenciales de nuestro tiempo: la justicia de g¨¦nero, el cambio clim¨¢tico, la desigualdad, la fiscalidad justa, los conflictos y, desde luego, la pobreza.
En otras palabras, todo lo que representa la Agenda 2030, porque no hay ODS sin cooperaci¨®n al desarrollo.
Para ser claros, el Partido Popular tiene la responsabilidad principal de una situaci¨®n en la que profesionales y altos cargos capaces, experimentados y comprometidos han topado de manera recurrente con el desinter¨¦s de sus superiores. Pero un a?o y medio de gobierno socialista nos ha dejado m¨¢s alegr¨ªas ret¨®ricas que pr¨¢cticas (el compromiso con el Fondo Mundial es una de estas ¨²ltimas). La desmoralizaci¨®n se asienta entre profesionales y organizaciones que trabajamos en este campo. Quienes no pueden escaparse, como los profesionales de la AECID, siguen achicando el barco en un d¨ªa a d¨ªa inundado de burocracia, sin una expectativa de cambios ni de dotaciones presupuestarias que justifiquen las estructuras en las que operan. Mientras tanto, las organizaciones sociales que se lo pueden permitir han comenzado a alejarse para trabajar con actores internacionales que s¨ª entienden la relevancia de esta pol¨ªtica.
As¨ª que no es exagerado decir que en esta legislatura nos la jugamos a vida o muerte. Y que mucho depende del modo en que responda el Consejo de Ministros.
La primera medida, no la ¨²ltima, debe ser el incremento de recursos. Durante esta d¨¦cada se ha mantenido el mantra de que primero hac¨ªa falta una reforma institucional ¨Cque jam¨¢s llegaba¨C y solo despu¨¦s seguir con el presupuesto. Es al rev¨¦s. Cuando se trata de un caso de inanici¨®n, lo primero es permitir que el paciente camine y despu¨¦s decidir hacia d¨®nde. La reforma pol¨ªtica e institucional puede acompa?arnos hacia el horizonte del 0,5% de la RNB al final de la legislatura. Es perfectamente posible realizar este primer esfuerzo sin arriesgar la calidad del gasto, a trav¨¦s de compromisos voluntarios en agencias y fondos internacionales o en ONG con capacidad probada de absorci¨®n financiera.
En segundo lugar, y si este t¨®xico clima parlamentario lo permite, ser¨ªa pertinente abordar una nueva Ley de Cooperaci¨®n Internacional. Pero, incluso aunque esto fuese imposible, necesitamos la reforma profunda de las principales instituciones del sistema ?¨Cempezando por la Aecid¨C y la consideraci¨®n de una nueva instituci¨®n de cooperaci¨®n econ¨®mico-financiera.
Finalmente, la estructura org¨¢nica de la cooperaci¨®n debe tener la focalizaci¨®n y el ascendiente pol¨ªtico para coordinarse eficazmente con otras oficinas del gobierno, como las vicepresidencias Econ¨®mica y para la Transici¨®n Ecol¨®gica, o el equipo responsable de la Agenda 2030. Eso implica una secretar¨ªa de Estado dedicada en exclusiva a ello. Pero implica tambi¨¦n un perfil id¨®neo para liderarla. La persona que se haga cargo de esta pol¨ªtica compleja y sensible deber¨ªa estar apuntalada por su credibilidad dentro del Gobierno, por una probada experiencia en cooperaci¨®n al desarrollo y por el reconocimiento del sector que pretende liderar. Haberse fajado ya en la defensa de la cooperaci¨®n y sus recursos deber¨ªa ser una condici¨®n necesaria para ocupar el cargo.
No partimos de cero. La cooperaci¨®n al desarrollo ya ha dado a Espa?a voz y presencia internacionales. Ha mostrado el mejor rostro de nuestro pa¨ªs en su pasi¨®n, inteligencia y solidaridad. Cuenta con el respaldo masivo de la poblaci¨®n y con una base inmejorable de profesionales, organizaciones, universidades y empresas que llevamos d¨¦cadas dej¨¢ndonos la piel por esto.
La pregunta es si tambi¨¦n cuenta con el respaldo del nuevo Gobierno.
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