Good Bye
La separaci¨®n del Reino Unido (pronto desunido) favorece solo a ciertos financieros y a esa oligarqu¨ªa que har¨¢ de la isla una finca para superricos
A Hitler no lo derrot¨® Gran Breta?a. Fue m¨¢s bien el colosal esfuerzo industrial americano (que supuso, por cierto, la incorporaci¨®n de las mujeres al trabajo severo), junto con el arrojo de los soldados anglosajones, lo que venci¨® al disciplinado, sacrificado, tonto, pero admirable Ej¨¦rcito alem¨¢n, con la inestimable ayuda del invierno ruso y sus millones de cad¨¢veres.
Aquella fue la Gran Breta?a que amamos, la de los soldados audaces, la de los heroicos servicios hospitalarios en el frente, la de la honra de los mutilados, todos ellos empujados por la colosal bravura de Churchill, uno de los ¨²ltimos pol¨ªticos adultos que ha dado Europa. Yo conoc¨ª aquella Inglaterra de los primeros a?os sesenta del siglo pasado, a¨²n renqueante, a¨²n empobrecida, casi arruinada, y la am¨¦ sin reservas.
Olvidamos, sin embargo, que buena parte de las finanzas y una mayor¨ªa de la nobleza apoy¨® a Hitler hasta que estall¨® la guerra. Entre otros, los Windsor. Las clases dirigentes inglesas eran odiosas: clasistas, chovinistas, vanidosas, racistas y analfabetas. Churchill tuvo que luchar contra sus amigos y contra sus pares, solo cont¨® con el apoyo de una poblaci¨®n que a¨²n entonces conservaba el orgullo del valor y la honra.
Para nuestra desdicha, los herederos de aquella parte de la clase dirigente son los que han llevado a cabo la estafa m¨¢s artera desde la II Guerra Mundial. La separaci¨®n del Reino Unido (pronto desunido) favorece solo a esos financieros y a esa oligarqu¨ªa que har¨¢ de la isla una finca para superricos, un centro de blanqueo (ya lo es) y, muy probablemente, un pa¨ªs al borde de la delincuencia internacional. Para lo cual explotan de nuevo el patriotismo de los pobres, pero ahora para convertirlos en miserables.
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