La casa real de Luxemburgo, investigada por maltrato
Tras la publicaci¨®n de un informe encargado por el Gobierno, la Gran Duquesa es apartada de la toma de decisiones en la corte
Las sospechas en torno a la naturaleza t¨®xica de las relaciones en el seno de la monarqu¨ªa luxemburguesa no dejan de crecer. Un informe encargado por el Gobierno al meticuloso Jeannot Waringo, exdirector de la Inspecci¨®n General de Finanzas, advert¨ªa el viernes del "miedo" y la "ansiedad" del personal de Palacio. Ahora, el caso alcanza una nueva dimensi¨®n. La fiscal¨ªa anunci¨® esta semana la apertura de una investigaci¨®n sobre el presunto maltrato f¨ªsico que habr¨ªan sufrido empleados de la familia real.
Las pesquisas han empezado tras la denuncia p¨²blica realizada por el periodista Pol Schock en la radio luxemburguesa RTL. Ante sus micr¨®fonos, dijo tener constancia de testimonios "muy cre¨ªbles" de trabajadores que afirman haber sido "golpeados" en la Corte, sin concretar la autor¨ªa. Las graves acusaciones han provocado la reacci¨®n inminente de las autoridades judiciales para aclarar lo sucedido intramuros de una instituci¨®n que todav¨ªa goza de una gran popularidad.
Todas las miradas apuntan a la gran duquesa, Mar¨ªa Teresa Mestre, de 63 a?os, nacida en Cuba y parte de una familia rica exiliada del r¨¦gimen castrista. El informe Waringo, elaborado a partir de seis meses de entrevistas del inspector con los empleados de los grandes duques, no recoge ning¨²n caso de violencia f¨ªsica, pero en sus 44 p¨¢ginas se respira el aire denso que flota en la instituci¨®n, donde 51 empleados de los 110 en plantilla han sido despedidos o han dejado su puesto en los ¨²ltimos cinco a?os. Con sutileza, el documento se?ala a Mestre como culpable de la desbandada, y recomienda apartarla de la gesti¨®n de los recursos humanos para dedicarse a funciones puramente representativas.
El primer ministro, Xavier Bettel, no ha hecho o¨ªdos sordos a los consejos de Waringo, y ha anunciado una reforma de la monarqu¨ªa para modernizar su funcionamiento. Mestre es la gran damnificada por los cambios. Su poder menguar¨¢, y dejar¨¢ de participar en la administraci¨®n de la Casa Gran Ducal, lo que significa que el personal de palacio ya no depender¨¢ de sus decisiones.
"La relaci¨®n de Mar¨ªa Teresa con los luxemburgueses es complicada. No siempre ha sido una historia de amor. Desde hace a?os la gente dice que madame, como la llaman, tiene un temperamento bastante dif¨ªcil", apunta a este diario Schock, el periodista del semanario The L?tzebuerger Land que ha abierto la caja de pandora sobre los supuestos malos modos que padecen los trabajadores de la Corte.
La mayor crisis de los 20 a?os de reinado de Enrique y Mar¨ªa Teresa de Luxemburgo les llega en un momento delicado. El jefe del Estado sali¨® al paso la semana pasada de las informaciones que retrataban la personalidad tir¨¢nica de su esposa, a la que los medios locales consideran el verdadero poder en la sombra y atribuyen la toma de todas las decisiones. Su respuesta, llena de furia, lleg¨® desde la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Ginebra, donde se encuentra internado su cu?ado Luis, hermano de la duquesa, que ya perdi¨® a su hermano mayor, Jos¨¦ Antonio, en 2015.
En el comunicado, Enrique no ocultaba su ira por lo que estima un trato injusto hacia su esposa. "?Qu¨¦ sentido tiene atacar a una mujer? ?A una mujer que defiende a las dem¨¢s mujeres? ?A una mujer a quien ni siquiera le est¨¢ permitido defenderse?", carg¨®.
Mestre, madre de cinco hijos y abuela de cuatro nietos, dej¨® Cuba con solo cuatro a?os cuando sus padres huyeron de la revoluci¨®n y se asentaron en Nueva York, donde estudi¨® en un colegio franc¨¦s. Su infancia estuvo llena de cambios de residencia. Con nueve a?os, se trasladaron a una casa familiar en Santander, donde pasaron unos meses antes de establecerse en Ginebra definitivamente. Su vida cambiar¨ªa en la universidad. Uno de sus compa?eros de la licenciatura de ciencias pol¨ªticas era el entonces heredero Enrique de Luxemburgo, con el que se cas¨® un d¨ªa de San Valent¨ªn de hace 39 a?os.
La imagen tir¨¢nica que proyectan de ella contrasta con su implicaci¨®n en numerosas causas sociales. En el perfil que la Casa Real publica sobre ella, se destaca que durante su juventud era una enamorada de la danza cl¨¢sica, disciplina que practic¨® durante 18 a?os, y cita entre sus aficiones cantar y tocar la guitarra, pasear con sus perros, esquiar, patinar, los deportes n¨¢uticos o la literatura. Pero una parte importante de su tiempo lo dedica a numerosos compromisos con organizaciones como la Cruz Roja, fundaciones contra el c¨¢ncer, la defensa de los derechos de ni?as y mujeres, su papel como embajadora de buena voluntad de la UNESCO contra la pobreza o su denuncia de las precarias condiciones de los menores presos en Burundi.
En medio del ruido en torno a su figura, Mestre ha evitado aparecer p¨²blicamente para defenderse de las acusaciones que la hacen responsable de llevar al caos a la instituci¨®n y no separar lo p¨²blico y lo privado. Autoritaria y desp¨®tica, o adalidad del compromiso social y las causas humanitarias, el retrato de la gran duquesa tiene hoy dos caras contrapuestas.
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