Resurrecci¨®n
Las buenas novelas, al igual que los avances cient¨ªficos, desaf¨ªan el sentido com¨²n
En la novela Cero K (Seix Barral), el escritor norteamericano Don DeLillo nos presenta a un personaje que es inversor principal de un centro cient¨ªfico ¡ªsituado en Kazajist¨¢n¡ª donde se realizan ¡°suspensiones vitales¡±.
La nanotecnolog¨ªa, aplicada a la regeneraci¨®n celular, va a servir para suspender los cuerpos enfermos hasta que se descubra la cura de su mal. Todo es una cuesti¨®n de tiempo, parece decirnos DeLillo en su novela; una ficci¨®n cient¨ªfica que desaf¨ªa el sentido com¨²n y donde se nos invita a reflexionar acerca de la relaci¨®n entre la vida y la muerte, y c¨®mo dicha relaci¨®n se puede romper a favor de la vida, haci¨¦ndonos inmortales. Porque las buenas novelas ¡ªal igual que los avances cient¨ªficos¡ª siempre desaf¨ªan el sentido com¨²n.
En la novela?Cero K, la realidad deja de convertirse en hip¨®tesis para hacerse veraz desde el momento en que DeLillo se inspira en esa misma realidad, que retuerce y presenta como ficci¨®n. Porque el centro cient¨ªfico de Kazajist¨¢n en realidad existe, est¨¢ en Arizona y se llama Alcor Life Extension. Es una fundaci¨®n donde se practica la cri¨®nica o preservaci¨®n de cad¨¢veres en nitr¨®geno l¨ªquido a la espera de nuevos avances cient¨ªficos que los devuelvan a la vida.
Bien mirado, la invenci¨®n de la rueda o del ferrocarril han sido retos de lo imposible en distintas etapas de nuestra civilizaci¨®n, de igual forma que lo han sido los viajes espaciales o Internet. Qui¨¦n podr¨ªa imaginarse, hace no muchos a?os, que alg¨²n d¨ªa podr¨ªamos leer las noticias del peri¨®dico a tiempo real desde una pantalla t¨¢ctil. Cada invento, cada avance no es otra cosa que el anhelo de salirnos fuera de nosotros mismos, de escapar de nuestro cuerpo; una especie de viaje astral que nos desplaza sobre la curvatura del espacio-tiempo hasta trasladarnos a otra dimensi¨®n.
Cada invento, cada avance no es otra cosa que el anhelo de salirnos fuera de nosotros mismos, de escapar de nuestro cuerpo
Condicionar nuestro destino siempre ha sido la primera misi¨®n de la ciencia y, algo as¨ª nos viene a decir el periodista dublin¨¦s Mark O?Conell en su ensayo titulado?C¨®mo ser una m¨¢quina (Capit¨¢n Swing) cuando nos lleva hasta las instalaciones de Alcor, ¡°un edificio en forma de bloque gris y achaparrado, construido con el prop¨®sito de preparar y almacenar cuerpos muy parecidos a los nuestros para su futuro regreso a la vida¡±.
A los cuerpos inertes conservados en nitr¨®geno l¨ªquido se les denomina ¡°pacientes¡± y no est¨¢n muertos; tan s¨®lo est¨¢n suspendidos. Todo es cuesti¨®n de dinero, parece insinuar Mark O'Conell cuando transcribe la conversaci¨®n que mantuvo con el encargado del centro, un voluminoso hombre llamado Max y que cuenta c¨®mo es el proceso, saliendo m¨¢s barato conservar la cabeza separada del cuerpo ya que ocupa menos sitio en el almac¨¦n. Por decir no quede que para amontonar cabezas se utilizan unos cubos met¨¢licos, lo m¨¢s parecido a papeleras como las que vende IKEA para el cuarto de aseo.
Todo es cuesti¨®n de dinero, parece insinuar Mark O'Conell cuando transcribe la conversaci¨®n que mantuvo con el encargado del centro
Pero lo mejor de la conversaci¨®n del tal Max llega cuando asegura que lo m¨¢s aconsejable a la hora de aplicar la cri¨®nica es padecer c¨¢ncer o alguna enfermedad degenerativa. En estos casos, el cad¨¢ver se puede coger a tiempo para aplicar bajas temperaturas y as¨ª ir preparando la textura para despu¨¦s sumergirla en nitr¨®geno l¨ªquido, donde el cuerpo quedar¨¢ suspendido hasta nuevo aviso cient¨ªfico. Lo peor son las muertes por accidente.
El mismo Max cuenta el caso de un hombre que hab¨ªa invertido en su seguro de vida para que fuese criogenizado cuando llegase la hora, conservado en nitr¨®geno l¨ªquido a la espera de resucitar en el futuro. Muri¨® asesinado en el atentado terrorista ocurrido en Nueva York, el 11-S. Y es que, por mucho que se empe?e la ciencia en condicionar nuestros destinos, el azar nunca estar¨¢ sujeto a c¨¢lculo alguno.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.