Salvar los privilegios del catolicismo
Desde que se anunciara el Gobierno de coalici¨®n, los obispos no han cesado de expresar p¨²blicamente su inquietud
La locuacidad de los obispos espa?oles suele dispararse en campa?as electorales y con motivo de la constituci¨®n de nuevos Gobiernos. En esas situaciones son la Conferencia Episcopal espa?ola y no pocos obispos quienes acostumbran a publicar documentos y hacer declaraciones para orientar el voto no solo de las personas cat¨®licas, sino de toda la ciudadan¨ªa, crey¨¦ndose una especie de or¨¢culos de la inexistente ¡°ley moral natural¡±, de la que se consideran leg¨ªtimos int¨¦rpretes.
Las orientaciones del voto tienden a centrarse en temas relativos al origen y el fin de la vida, la familia y sus modelos, la sexualidad, el feminismo, etc¨¦tera, y en la mayor¨ªa de los casos inclinan la balanza a favor de partidos y coaliciones de derechas, y sus propuestas son un calco de las de dichas organizaciones. Se oponen a la que llaman ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± ¡ªque en realidad no existe, sino que es una invenci¨®n suya¡ª, al matrimonio igualitario, al LGTBI, al divorcio, al aborto, a las relaciones prematrimoniales, a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, a la eutanasia... Y lo hacen con frecuencia en un tono recriminatorio para quienes no siguen sus orientaciones y disuasorio hacia al electorado para que no voten a los partidos que no siguen sus consignas.
A su vez, defienden la vida desde el mismo momento de la concepci¨®n, la indisolubilidad del matrimonio, la familia patriarcal, el ideario cat¨®lico en los centros, el mantenimiento de la ense?anza de la religi¨®n confesional en la escuela, etc¨¦tera. A las mujeres apenas las citan salvo para condenarlas por pr¨¢cticas abortivas, que llevan aparejada la excomuni¨®n, oponerse al reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, que reducen simplistamente a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo, o confundir sus reivindicaciones de emancipaci¨®n y libertad con el libertinaje y el pansexualismo.
Desde que se anunciara el Gobierno progresista de coalici¨®n entre el PSOE y Unidas Podemos, los obispos han redoblado sus temores y sospechas y no han cesado de expresar p¨²blicamente su inquietud, su temor, ¡°mucha perplejidad y un horizonte incierto¡± y de alertar sobre el peligro de que se reproduzcan cap¨ªtulos penosos de la historia de Espa?a. As¨ª se ha manifestado el cardenal Ricardo Bl¨¢zquez, presidente de la Conferencia Episcopal espa?ola (CEE), que ha pedido estar atentos a los cambios que pueda llevar a cabo el nuevo Gobierno en temas como los colegios concertados cat¨®licos, la clase de religi¨®n y la eutanasia.
¡°La Iglesia no quiere privilegios, pero tampoco discriminaciones. No quiere estar por encima de la ley, pero tampoco ser menospreciada¡±, ha declarado el secretario general de la CEE, Luis Arg¨¹ello. No los quiere, pero los tiene y muy numerosos, y se niega a renunciar a ellos. No desea estar por encima de la ley, pero lo est¨¢ en relaci¨®n con otras tradiciones religiosas. Los obispos acostumbran a considerar derechos lo que son privilegios y, en cuanto se toca m¨ªnimamente alguno de ellos, ponen el grito en el cielo y lo califican de persecuci¨®n.
Sucede, sin embargo, que en el acuerdo del Gobierno de coalici¨®n ni siquiera aparece la derogaci¨®n de los anacr¨®nicos, preconstitucionales y anticonstitucionales Acuerdos con la Santa Sede de 1979, cuando tanto el PSOE como Unidas Podemos la han defendido en sus programas. Al no derogarlos se mantienen intactos los privilegios de los que viene disfrutando la jerarqu¨ªa cat¨®lica desde tiempos inmemoriales: educativos, culturales, jur¨ªdicos, pol¨ªticos, urban¨ªsticos, econ¨®micos, fiscales e incluso militares. Son todos privilegios sin ninguna contrapartida, sin los correspondientes deberes; son todas exigencias que debe cumplir el Gobierno de turno, sobre todo cuando es de izquierdas. Con los partidos de derechas las demandas resultan menos exigentes y las reivindicaciones m¨¢s moderadas.
Pero quiz¨¢ las reacciones m¨¢s sorprendentes ante el nuevo gobierno han sido las del cardenal Antonio Ca?izares, arzobispo de Valencia, y del arzobispo de Oviedo, Jes¨²s Sanz. El primero ha vuelto a clamar por la unidad de Espa?a, como hiciera siendo arzobispo de Toledo. Y lo ha hecho en un tono apocal¨ªptico, hablando de ¡°tiempos de secularizaci¨®n y de eclipse de Dios¡±, del ¡°silencio de Dios¡± que ¡°lacera nuestro mundo y nuestra cultura¡±, de la ¡°hora crucial y de emergencia¡± y del ¡°futuro incierto que vivimos ahora en Espa?a¡±. Por ello pide encarecidamente ¡°elevar oraciones especiales por Espa?a¡± en todas las Misas, en los conventos de vida contemplativa, en los hogares, y termina su carta pastoral del 3 de enero del nuevo a?o: ¡°Os lo repito: Orad por Espa?a¡±. Ca?izares incorpora as¨ª la unidad de Espa?a al dogma nacionalcat¨®lico en plena coincidencia con la derecha y la ultra derecha. El arzobispo de Oviedo se ha dirigido a la Virgen de Covadonga al grito de ¡°Santina, s¨¢lvanos y salva a Espa?a¡±. ?Salvar de qu¨¦, se?or arzobispo? ?De su homofobia, antifeminismo, integrismo y de sus ataques a la Ley de Memoria Hist¨®rica? Si es para eso, que la Santina le escuche y haga el milagro.
Juan Jos¨¦ Tamayo-Acosta es director C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones. Universidad Carlos III de Madrid. Sus ¨²ltimos libros son: ?Ha muerto la utop¨ªa? ?Triunfan las distop¨ªas? (Biblioteca Nueva); Hermano Islam (Trotta).
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