Feminismo, ecolog¨ªa y antifascismo: cuatro joyas del ¡®Disney japon¨¦s¡¯
Ya se pueden ver en Netflix las magn¨¦ticas pel¨ªculas de la factor¨ªa de animaci¨®n nipona Studio Ghibli, fundada por Hayao Miyazaki (¡®El viaje de Chihiro¡¯) e Isao Takahata (¡®Heidi¡¯ y ¡®Marco¡¯)
Cuando el cineasta Hayao Miyazaki (Tokio, Jap¨®n, 1941) anunci¨® su retirada en el Festival de Venecia de 2013, hubo l¨¢grimas en la sala donde se proyectaba El viento se levanta, la pel¨ªcula que presentaba. En cierto modo, era el fin de una ¨¦poca, porque con la jubilaci¨®n del director de La princesa Mononoke anticipaba el canto del cisne de Studio Ghibli, el estudio de animaci¨®n que Miyazaki hab¨ªa fundado en 1985 junto a Isao Takahata, otro gigante del cine entre cuyos logros previos estaban los mism¨ªsimos Heidi y Marco que definieron a fuego la infancia de varias generaciones de ni?os.
Takahata falleci¨® en 2018 y hoy sabemos que el adi¨®s de su socio fue provisional, porque Miyazaki estrenar¨¢ este a?o ¨Cprevisiblemente en los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio¨C una ¨²ltima pel¨ªcula a modo de testamento cinematogr¨¢fico. Y a principios de este a?o la plataforma Netflix anunci¨® que hab¨ªa adquirido los derechos de streaming de la mayor¨ªa del cat¨¢logo de la productora y ya se puede ver en la plataforma. Los fans respiraron tranquilos; aunque la etapa dorada de Ghibli ya sea historia, al menos su cat¨¢logo sigue vigente.
Para entender por qu¨¦ la reedici¨®n de pel¨ªculas con varios a?os ¨Calgunas, incluso d¨¦cadas¨C a la espalda puede seguir siendo noticia hay que cruzar una frontera psicol¨®gica que, entre el p¨²blico occidental, resulta en ocasiones complicada: la de considerar que la animaci¨®n no solo es entretenimiento, sino tambi¨¦n cine de autor.
En el caso de Ghibli, es as¨ª de manera literal. Las pel¨ªculas de Miyazaki y Takahata exploran temas recurrentes, con personajes familiares, tramas con un sello y, sobre todo, una sensibilidad social parecida. La misma voluntad de estilo narrativo que hoy se reconoce en la mayor¨ªa de las producciones de Pixar est¨¢ tambi¨¦n, a su manera, en Ghibli.
Recordaba en EL PA?S el cr¨ªtico Oscar Cossulich que John Lasseter, el director de Toy Story, Bichos o Cars, siempre ha considerado a Miyazaki como su maestro. El mism¨ªsimo Steven Spielberg declar¨® en 2018 que El viaje de Chihiro (2002, ganadora de un Oscar) le parece una de las mejores pel¨ªculas de animaci¨®n de la historia, ¡°mejor que cualquier cinta de Disney que haya visto¡±.
Ahora que varios de los t¨ªtulos de Studio Ghibli est¨¢n disponibles en Netflix es buen momento para reencontrarse con cuatro pel¨ªculas, tanto conocidas como rarezas, de los dos cineastas que fundaron la compa?¨ªa. Especialmente porque, m¨¢s all¨¢ de su valor como entretenimiento, son estupendos ejemplos de ese cine aparentemente infantil que, de vez en cuando, se olvida de que hay ni?os en la sala.
¨C El m¨¢s all¨¢ est¨¢ aqu¨ª mismo: ¡®Mi vecino Totoro¡¯ (1988)
Dos ni?as se hacen amigas de una misteriosa criatura llamada Totoro mientras su madre se recupera de una enfermedad en el hospital. Junto a ¨¦l, exploran el bosque y viven aventuras. Cuando Miyazaki propuso a sus productores el argumento de Mi vecino Totoro, lo rechazaron porque parec¨ªa demasiado infantil, sin una trama convencional y sin la acci¨®n trepidante que se le presupone a la animaci¨®n. ¡°Sin villanos, sin escenas de violencia, sin adultos malvados¡±, como subraya el cr¨ªtico de cine Roger Ebert.
Sin embargo, cuando finalmente el proyecto encontr¨® luz verde, el resultado fue una de las pel¨ªculas m¨¢s po¨¦ticas y misteriosas de la historia del cine. Es dif¨ªcil explicar en qu¨¦ mundo se desarrolla Mi vecino Totoro, porque la mezcla de ecolog¨ªa, tradiciones japonesas y mundo infantil que recorre las mejores pel¨ªculas de Studio Ghibli est¨¢ aqu¨ª llevado al paroxismo. ?Qu¨¦, o mejor dicho, qui¨¦n es Totoro? ?Qu¨¦ significa? Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y las interpretaciones dispares se multiplicaron al mismo tiempo que Totoro se convert¨ªa en mascota transformable en regalos, juguetes y objetos de todo tipo.
La corriente m¨¢s aceptada ¨Cy, seg¨²n los expertos en iconograf¨ªa japonesa, tambi¨¦n la m¨¢s razonable¨C es que Mi vecino Totoro es una historia que ense?a a los ni?os a entender la muerte y a enfrentarse a ella. Hay innumerables indicios f¨²nebres en la historia y tambi¨¦n un aire de extra?eza casi de corte surrealista. ?Ad¨®nde conduce el gatob¨²s, el gato gigante, sonriente y silencioso que transporta a las protagonistas? ?Por qu¨¦ Totoro no es visible para todo el mundo, sino solo para algunos personajes? ¡°La primera opci¨®n es pensar que Mei y Satsuki, las protagonistas, pueden ver a Totoro porque son ni?as, pero tambi¨¦n se puede interpretar que lo ven por su afinidad y respeto hacia la naturaleza¡±, explica la cr¨ªtica Michelle Le Blanc. Y a?ade: ¡°Mi vecino Totoro no es una pel¨ªcula infantil sin m¨¢s, sino una pel¨ªcula que permite a un p¨²blico adulto ver a trav¨¦s de los ojos de un ni?o¡±.
¨C Las otras v¨ªctimas de la guerra: ¡®La tumba de las luci¨¦rnagas¡¯ (1988)
Cuando cumpli¨® 40 a?os, Isao Takahata acababa de estrenar Heidi (1974) y estaba preparando Marco (1976), dos series de animaci¨®n que revolucionaron la televisi¨®n y que familiarizaron a los ni?os de todo el mundo con la est¨¦tica del anime ¨Cen su momento, toda una rareza frente a la precisi¨®n de Disney o de Warner¨C a trav¨¦s de las historias de dos ni?os europeos criados en circunstancias excepcionales. Como autor, la evocaci¨®n de la infancia y de las dificultades de la adolescencia obsesion¨® siempre a Takahata, y as¨ª lo dej¨® ver en La tumba de las luci¨¦rnagas, un largometraje producido ya en Studio Ghibli y estrenado en programa doble junto a Mi vecino Totoro.
Sin embargo, mientras la muerte planea po¨¦ticamente sobre la pel¨ªcula de Miyazaki, irrumpe con toda su crudeza en la de Takahata. La tumba de las luci¨¦rnagas es la adaptaci¨®n literaria de un relato de Akiyuki Nosaka que, junto a la obra de Mishima o Kawabata, es una cumbre de la narrativa japonesa de posguerra (en espa?ol, est¨¢ editada por Acantilado) en la que el autor novela la miseria que vivi¨® en primera persona durante los bombardeos de Kobe en la Segunda Guerra Mundial.
Aqu¨ª no hay m¨¢s criaturas fant¨¢sticas que las que inventa el protagonista, el adolescente Seita, para distraer a su hermana peque?a Setsuko de las privaciones y la violencia que les rodea. Ebert lo sentencia al definir esta pel¨ªcula como ¡°una experiencia emocional tan poderosa que obliga a repensar la animaci¨®n¡±, y aborda un factor clave. Hay muchas pel¨ªculas de dibujos animados que emocionan hasta las l¨¢grimas, ¡°pero nunca traspasan la l¨ªnea, porque provocan l¨¢grimas, pero no dolor¡±. Para el cr¨ªtico estadounidense, La tumba de las luci¨¦rnagas ¡°es un drama potente que, adem¨¢s, es animaci¨®n¡±. Y cita las palabras de otro cr¨ªtico, Ernest Rister, que la compara a La lista de Schindler. Nosotros apuntamos otra referencia: La vida es bella.
¨C Una magdalena 'proustiana' con sorpresa: ¡®Recuerdos del ayer¡¯ (1991)
Entre las sorpresas de la primera parte del desembarco de Ghibli en Netflix est¨¢ esta peque?a joya que Takahata dirigi¨® despu¨¦s de La tumba de las luci¨¦rnagas y que no lleg¨® a Espa?a hasta 2015, y ya en DVD. Aparentemente es una pel¨ªcula menor, porque carece del despliegue imaginativo de las cintas de Miyazaki y de la tensi¨®n tr¨¢gica y existencial de su predecesora. Sin embargo, precisamente por eso permite a Takahata hilar fino y, sobre todo, ofrece al espectador la oportunidad de hacerlo tambi¨¦n.
El planteamiento es muy sencillo: Taeko, una funcionaria de Tokio a punto de pasar de soltera a solterona ¨Cla presi¨®n social del matrimonio es un tema principal¨C, decide pasar unas vacaciones en un pueblo que frecuent¨® de ni?a, ayudando a los campesinos a recolectar c¨¢rtamo y, como observa Nicolas Rapold en The New York Times, se lleva consigo en la maleta a su yo de cinco a?os. ¡°Sus reflexiones se entrelazan con flashbacks de infancia planteados con una inmediatez conmovedora¡±, explica el cr¨ªtico de cine.
Esta cualidad proustiana es, a primera vista, una de las grandes bazas de la pel¨ªcula, que sin embargo pronto adquiere derroteros m¨¢s ambiciosos. Taeko es una ni?a atolondrada y disfuncional y de adulta sigue siendo algo parecido, como si Heidi ¨Cel gran personaje femenino de Takahata¨C hubiera crecido y tuviera que vivir en un Tokio deshumanizado, competitivo y fr¨ªo. De paso, Takahata desliza un mensaje ecologista y todo un alegato a favor de la agricultura org¨¢nica y el respeto por el paisaje. Y todo esto suced¨ªa antes del calentamiento global, el cambio clim¨¢tico y Greta Thunberg. Solo por eso vale ya vale la pena recuperarla.
¨C El hombre que prefiri¨® convertirse en cerdo antes que en fascista: ¡®Porco Rosso¡¯ (1992)
Un cerdo volador es, en el lenguaje com¨²n, una met¨¢fora habitual para hablar de lo absurdo, de lo inimaginable. Sin embargo, algo as¨ª es la premisa de Porco Rosso, una ins¨®lita pel¨ªcula de Hayao Miyazaki protagonizada, literalmente, por un cerdo que vuela. O, por decirlo de un modo m¨¢s preciso, de un aviador italiano que surca los mares del Adri¨¢tico luchando contra la pirater¨ªa y que, por alg¨²n extra?o motivo, se ha transformado parcialmente en cerdo. El punto de partida es casi una ocurrencia surrealista, y bajo ella, como bajo toda buena creaci¨®n surrealista, discurren la infancia ¨Cla pasi¨®n de Miyazaki por los aviones¨C, la nostalgia ¨Chay un mundo hollywoodiense perdido¨C y, tambi¨¦n, la cr¨ªtica pol¨ªtica. ?Qu¨¦ maldici¨®n convirti¨® al protagonista en cerdo? ?Por qu¨¦ parece tan resignado con su destino y lo considera un mal menor?
El aviador protagonista fue piloto militar durante la Primera Guerra Mundial y lo encontramos recorriendo los mares de la Italia de finales de los a?os veinte, la misma en que emerge el fascismo de Benito Mussolini. La sombra de la guerra de Yugoslavia, que estall¨® mientras Miyazaki preparaba lo que iba a ser un mediometraje para estrenar las nuevas pantallas de los aviones de Japan Airlines, decant¨® definitivamente la balanza hacia el mensaje pol¨ªtico.
Aunque menos deslumbrante est¨¦ticamente que sus pel¨ªculas posteriores ¨CLa princesa Mononoke y El viaje de Chihiro, especialmente¨C, Porco Rosso es todo un reto para el espectador acostumbrado a establecer una l¨ªnea definida entre el realismo y la fantas¨ªa, porque es un melodrama de aventuras razonablemente veros¨ªmil con la salvedad de la cabeza de cerdo del enigm¨¢tico protagonista, un elemento tan inquietante que ha suscitado todo tipo de teor¨ªas.
Por ejemplo, en un sugerente art¨ªculo incluido en el volumen Anime and Philosophy, la especialista Shana Heinricy define al protagonista como poshumano, aunque su cuerpo no est¨¢ alterado por la tecnolog¨ªa, sino por la mezcla con otra especie animal. Otra estudiosa, Anna K. Gutierrez, defiende que la pel¨ªcula de Miyazaki es una versi¨®n de La bella y la bestia llena de connotaciones pol¨ªticas e incluso feministas. En una de las secuencias m¨¢s reveladoras de la pel¨ªcula, el protagonista declara que ¡°prefiero ser un cerdo que un fascista¡±. No est¨¢ mal para una simp¨¢tica pel¨ªcula de animalitos parlantes.
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