Destino pin
El colegio sol¨ªa ser un sitio en el que se esperaba que aprendi¨¦ramos que el ecosistema familiar no es el ¨²nico
UN PARTIDO POL?TICO, Vox, promueve en Espa?a la implementaci¨®n del pin parental para oponerse al ¡°adoctrinamiento en ideolog¨ªa de g¨¦nero que sufren nuestros menores en los centros educativos, en contra de la voluntad y contra los principios morales de los padres¡±. Propone que ante cualquier materia, charla o taller cuyo tema ¡°afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad que puedan resultar intrusivos para la conciencia y la intimidad de nuestros hijos¡± se solicite una autorizaci¨®n expresa a los padres. Del texto citado se desprende una convicci¨®n: que todo padre sabe con certeza lo que resulta conveniente para sus hijos y que estos, adem¨¢s, deben compartir sus principios morales. Es una idea rara.
La Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?o considera a ni?os y ni?as sujetos de derecho y no meros objetos de protecci¨®n. Mis padres no pensaron en eso cuando colgaron sobre la cama de su dormitorio ¡ªqu¨¦ lugar¡ª un pergamino con las palabras de Khalil Gibr¨¢n: ¡°Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la vida (¡). Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos. Pues ellos tienen sus propios pensamientos¡±. Dec¨ªa que mis padres no pensaron en eso cuando colgaron el cuadrito porque la Convenci¨®n se firm¨® en 1989, cuando hac¨ªa cinco a?os que yo me hab¨ªa ido de esa casa, pero sobre todo porque no eran tan progresistas: a la hora de cuidar el himen y las apariencias ¡ªedad para tener novio, largo de la minifalda¡ª estaban lejos de esa mirada zen e intentaban imponer su voluntad. Mi reacci¨®n, basada estrat¨¦gicamente en el cuadrito, era gritar ¡°?No soy de ustedes y hago lo que quiero!¡±. Yo no hice del todo lo que quise. Y ellos tampoco. El resultado no fue tan malo. Pero muchos pagan aquella convicci¨®n ¡ªque todo padre sabe lo que resulta conveniente para sus hijos¡ª con sangre y salud ps¨ªquica. En abril de 2019, la ONG Save the Children advirti¨® que uno de cada cuatro ni?os espa?oles sufre violencia por parte de sus tutores legales: abusos f¨ªsicos y psicol¨®gicos. En una de cada cuatro familias los padres se imponen por la fuerza, con la certeza de saber qu¨¦ es lo mejor. Porque, como dijo Negan en The Walking Dead, temporada 9, ¡°uno nunca cree estar del lado de los malos, siempre cree que los suyos son los buenos¡±. Yo, por ejemplo, creo que los buenos fueron mi profesora de historia que se jug¨® el pellejo en abril de 1982 (el teniente coronel Galtieri, al frente de la dictadura que gobern¨® la Argentina entre 1976 y 1983, acababa de declarar la guerra al Reino Unido invadiendo las islas Malvinas), cuando nos dijo: ¡°Hoy no damos clase. Vamos a hablar de por qu¨¦ esta guerra es la locura de un demente¡±. O mi profesora de filosof¨ªa que, ante el estupor de todos, defendi¨® ante las autoridades a una compa?era embarazada a la que sus padres hab¨ªan molido a golpes por haberse pre?ado. O la que me sugiri¨® que, si no quer¨ªa ser escolta de la bandera e ir a actos oficiales (yo no quer¨ªa), me pintara las u?as de rojo para que no pudieran obligarme (durante la dictadura, los jeans y las u?as pintadas estaban prohibidos en el colegio). O la que nos habl¨® con desprecio de los alumnos que hab¨ªan escrito una frase cruel en el ba?o de hombres dirigida a nuestro profesor de dibujo, que era gay aunque no lo dec¨ªa. La educaci¨®n en mi casa era estimulante, mis padres eran ilustrados, no estaban a favor de la dictadura. Pero tampoco estaban de acuerdo con la p¨¦rdida de la virginidad antes del casamiento ni con que una chica de 15 se pintara las u?as, y la homosexualidad y la guerra eran cosas que les suced¨ªan a otros. ¡°Tus verdaderos educadores (¡) te revelan (¡) la materia b¨¢sica de tu ser, algo en absoluto susceptible de ser educado ni formado, pero (¡) dif¨ªcilmente accesible, apretado, paralizado: tus educadores no pueden ser otra cosa que tus liberadores¡±, escrib¨ªa Nietzsche. En plena dictadura, con gestos m¨ªnimos, algunos profesores me hicieron pensar en contra: de mis padres, de la ¨¦poca, de los prejuicios de mis padres, de los m¨ªos. Pero esas son antig¨¹edades. Quienes promueven el pin parental son verdaderos hijos de su tiempo: un tiempo en el que s¨®lo se degluten ideas de los que piensan como uno, se copula con prejuicios regurgitados y se rumia masturbatoriamente dentro de una jaula c¨®moda. El colegio no es un sitio ideal. Pero sol¨ªa ser un sitio en el que se esperaba que aprendi¨¦ramos, entre otras cosas, que el ecosistema familiar no es el ¨²nico que existe. Que no es, sobre todo, un destino al que debemos someternos.
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