El relevo feminista: las nuevas voces del movimiento
La mayor¨ªa de las espa?olas se declaran feministas. Y el porcentaje se dispara entre las m¨¢s j¨®venes. Esta es la cr¨®nica de un encuentro con exponentes de una nueva generaci¨®n de mujeres que impulsa movilizaciones como las del pr¨®ximo 8 de marzo. Toman el testigo de las veteranas, con quienes mantienen puntos de encuentro y desencuentro. Escuchamos sus voces para captar los matices de un movimiento que evoluciona.
Aprendieron de sus madres y sus abuelas qui¨¦nes son, pero tambi¨¦n lo que no quieren ser. La explosi¨®n que ha vivido el movimiento por la igualdad entre hombres y mujeres no se puede explicar sin las que a¨²n est¨¢n en el instituto, copan las Facultades o se abren paso en sus primeros trabajos. Si la mayor¨ªa de las mujeres de Espa?a hoy se declaran feministas, entre las m¨¢s j¨®venes la tendencia se dispara. M¨¢s de la mitad (57%) sit¨²a su convencimiento feminista en un 8 en una escala del 1 al 10, seg¨²n el Diagn¨®stico de las mujeres j¨®venes en la Espa?a de hoy (2019) del Instituto de la Mujer. Son las que m¨¢s se manifiestan y quienes m¨¢s se revuelven ante el machismo. El Pa¨ªs Semanal reuni¨® recientemente a seis de estas j¨®venes en Madrid. Tienen entre 14 y 27 a?os. Hablan del camino recorrido y del que falta por andar. Tambi¨¦n de cu¨¢les son los m¨¢rgenes del feminismo, que ven mucho m¨¢s amplios que sus mayores. Dos llegan directas desde el instituto con una de sus profesoras. Otra, rapera, atiende la cita entre bolo y bolo, para explicar c¨®mo defiende desde sus letras otra forma de hablar de las mujeres: ¡°?Por qu¨¦ solo las valor¨¢is por su belleza, no os fij¨¢is en lo que hay dentro de su cabeza?¡±, les lanza a sus compa?eros. Desde Barcelona llega una dibujante de c¨®mics que acaba de contar en vi?etas la transici¨®n de su pareja de hombre a mujer trans. Ella, la novia, tambi¨¦n ha venido, pero decide no participar. La quinta viene desde la Universidad de Salamanca, donde es acad¨¦mica e investiga sobre mujer y discapacidad. Completa el grupo una activista feminista de la comisi¨®n que organiza las movilizaciones del 8 de Marzo en Madrid, becada en la universidad. Reivindica su procedencia colombiana y los 19 a?os que lleva en Espa?a para explicar por qu¨¦ es feminista.
?D¨®nde est¨¢n las mujeres de la Universidad?
M¨®nica Otaola (La Cala de Mijas, M¨¢laga, 24 a?os). Participa en un proyecto de investigaci¨®n sobre mujeres con s¨ªndrome de Down y completa su tesis doctoral en estudios interdisciplinares de g¨¦nero en la Universidad de Salamanca. Lleg¨® al feminismo por su trabajo, cuando empez¨® a preguntarse d¨®nde est¨¢n los derechos de las mujeres discapacitadas, d¨®nde est¨¢ su voz. Tambi¨¦n por la influencia de su madre, a la que describe como una pionera. Reivindica m¨¢s mujeres en la Academia: ¡°Vengo del ¨¢mbito de la ciencia social, de carreras muy feminizadas. Cuando empiezas a ascender te preguntas: ¡®?D¨®nde se han quedado todas las mujeres?¡¯. Y no digamos en los ¨¢mbitos de poder universitario¡±. En la Conferencia de Rectores de las Universidades Espa?olas hay 16 mujeres rectoras frente a 60 rectores varones, la cifra hist¨®rica m¨¢s alta.
Son j¨®venes que fueron ¡°educadas para que sepan que son iguales a los hombres¡±, como dice en el libro Feminismo 4.0 la escritora y periodista Nuria Varela: ¡°Las feministas de la cuarta generaci¨®n se cabrean cuando no las tratan como tales, pero tienen confianza para gritar bien alto¡±. En una semana, coger¨¢n las pancartas y se echar¨¢n a la calle. Ellas son el presente (y tambi¨¦n el futuro) del 8 de Marzo. Empieza el encuentro.
El descubrimiento
A Cintia Gago le lleg¨® bien pronto el inter¨¦s por el feminismo. ¡°Cuando empec¨¦ con el pavo m¨¢s o menos¡±, dice muy recta sobre el respaldo de la silla de un sal¨®n, en la sede de la cadena SER en la Gran V¨ªa madrile?a, donde todas conversan alrededor de una mesa circular. Tiene 14 a?os y sit¨²a el momento concreto, su ¡°edad del pavo¡±, cuatro a?os atr¨¢s. As¨ª que empez¨® a o¨ªr hablar del tema con 10 a?os, en primaria. Mucho de lo que sabe lo aprendi¨® de su hermana mayor, Yaiza, que le explicaba con palabras simples qu¨¦ es una violaci¨®n cuando sal¨ªa en el telediario y por qu¨¦ afecta principalmente a las mujeres.
Gago aprende de su hermana y de su profesora Amanda Mo?iz, que hoy ha dejado aparcadas las clases de f¨ªsica y qu¨ªmica para traer a dos de sus alumnas al debate. En el aula les habla de las (pocas) mujeres que aparecen destacadas en los libros de ciencia y de la importancia de reivindicar que sean m¨¢s. Su otra alumna, Rhojelyn Bolin, madrile?a de madre y padre filipinos que estudia 4? de la ESO, tambi¨¦n conect¨® con el feminismo a los 10 a?os. Se lo descubri¨® ¡°una amiga a la que le gusta mucho la pol¨ªtica¡±, explica esta chica de 15 a?os pirrada por los videojuegos. Viste una camiseta negra en honor a uno de su favoritos: Life Is Strange (La vida es rara). ¡°En primaria los chicos no te discriminan¡±, asegura. ¡°Pero cuando entras a la ESO ves su cambio de personalidad. Y te preguntas: ¡®?Pero qu¨¦ ha pasado? En solo unos meses, ?por qu¨¦ has cambiado tanto?¡±.
Las dos m¨¢s j¨®venes son quienes investigaron antes sobre feminismo. Pero todas se hicieron preguntas ante situaciones que les chirriaron bien pronto. Hablan de c¨®mo los chicos ocupan los patios y algunos miran mal a las chicas que tambi¨¦n juegan al f¨²tbol. ¡°Ya te digo yo c¨®mo llaman a esas ni?as: machonas, porque me pas¨® a m¨ª¡±, apuntala Sara Socas (Tenerife, 22 a?os). Sobre sus ojos claros lleva pintada una raya de eyeliner amarillo y las pesta?as cubiertas con r¨ªmel azul chill¨®n. Viste ch¨¢ndal y grandes zapatillas deportivas negras.
Feminismo como clave de la vida
Rhojelyn Bolin (Madrid, 15 a?os). Su madre y su padre son de Filipinas, un pa¨ªs que solo ha visitado una vez, cuando su madre se cas¨® con su padrastro. Tiene dos hermanos, una ni?a de cinco y otro de tres. Estudia 4? de la ESO. Ha salido del armario en su instituto. Vivi¨® su primera manifestaci¨®n del 8-M hace dos a?os. Le encanta pintar, desde caricaturas hasta anime (dibujo japon¨¦s). Quiere dedicarse a la animaci¨®n en 2D y 3D. Toca el violonchelo en una orquesta, escucha K-pop (m¨²sica popular coreana) y huye de las letras machistas: "Prefiero escuchar m¨²sica instrumental para evitarlas". El feminismo le ha dado claves de vida: "No tengo que dejarme llevar por c¨®mo piensa la gente que debo comportarme".
Socas es la m¨¢s conocida del grupo, una cantante de rap cuya especialidad es la improvisaci¨®n. Dej¨® el f¨²tbol porque en su pueblo no estaba bien visto. ¡°Me arrepiento, pero he acabado dando por saco rapeando¡±, celebra. Empez¨® a hacerse preguntas cuando la insultaban por jugar y cuando se sinti¨® atra¨ªda por alguna chica del instituto: ¡°Aqu¨ª est¨¢n pasando cosas que me parecen injustas y creo que no soy yo¡±, se dijo.
A Lina Larrea (Bogot¨¢, Colombia, 24 a?os) tambi¨¦n le asaltaron las preguntas en el instituto. ¡°Mi proceso de identidad y de vivir el feminismo pasa por el hecho de que soy colombiana¡±, explica. Era de las pocas estudiantes extranjeras en su instituto. Su recorrido vital incluye varios puntos cardinales de Espa?a: de Sevilla a Valencia, de Tarragona a Madrid. ¡°Hay elementos que se repiten en distintas ciudades y en distintos centros, y ves que no eres t¨²¡±. Reclama referentes: ¡°Cuando yo estuve en el colegio no los ten¨ªa, no me sent¨ªa representada. Una de las cosas que hace el feminismo es poner encima de la mesa lo invisible¡±.
Las herederas
La abuela de la dibujante de c¨®mic Sara Soler ha estado siempre ¡°a tope¡± con ella. Apoya con devoci¨®n la carrera de esta mujer de 27 a?os nacida en Barbastro (Huesca), que vive en Barcelona y lleg¨® al feminismo desde su activismo LGTBI. La abuela Carmen se interesa por sus vi?etas. Devora c¨®mics con su nieta, que luce pelo corto y se resguarda del fr¨ªo de mediados de febrero con un abrigo rojo. Uno de sus favoritos es Maus, el relato de Art Spiegelman sobre la Alemania nazi, protagonizado por gatos, ratones y cerdos. ¡°?Ha le¨ªdo hasta manga!¡±, cuenta ella. Su madre pintaba y tambi¨¦n la apoya.
Una mujer en la revuelta feminista del 2020
Lina Larrea (Bogot¨¢, Colombia, 24 a?os). Estudi¨® Geolog¨ªa y actualmente investiga con una beca de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Es activista feminista, integrante de la Comisi¨®n 8M de Madrid, uno de los colectivos que han movido las huelgas feministas de los ¨²ltimos a?os y que organizan la ¡°revuelta feminista¡± de este 2020. Reivindica su trayectoria vital como hija de una mujer inmigrante a la que, de ni?a, apenas ve¨ªa una vez a la semana durante los ocho a?os que trabaj¨® como empleada dom¨¦stica interna. Entre las autoras que sigue est¨¢ la escritora afroamericana Audre Lorde, de la que destaca una frase: ¡°No son nuestras diferencias las que nos dividen, sino la incapacidad de aceptar esas diferencias¡±.
Soler, como otras j¨®venes que nacieron en el Estado de bienestar y han conocido luego la crisis econ¨®mica, es heredera de mujeres que crecieron en la penuria de una posguerra o las limitaciones de una dictadura y han querido que sus hijas y nietas despegaran donde ellas no pudieron. Su abuela, de 82 a?os, naci¨® al inicio de la Guerra Civil. M¨¢s de media Espa?a, sobre todo las mujeres, era analfabeta. O pobre. O las dos cosas. En la escuela, los maestros le dijeron a su padre: ¡°Esta chica tiene mucho potencial¡±. El hombre respondi¨® con un desaire: ¡°Si es m¨¢s tonta que las piedras; esta, para arar el campo¡±.
La familia de la otra Sara, Sara Socas, descubri¨® una peculiaridad de la abuela cuando ya era muy mayor: ¡°Mi madre se dio cuenta much¨ªsimos a?os despu¨¦s de que odiaba cocinar. Lo odiaba. Y se ha tirado toda la vida cocinando. Lo hac¨ªa porque ten¨ªa que hacerlo¡±.
M¨®nica Otaola, de 24 a?os y nacida en La Cala de Mijas (M¨¢laga), es la primera universitaria de su familia. Esta polit¨®loga que investiga sobre mujeres con s¨ªndrome de Down se mira en el reflejo de su madre, Sari, principal inspiraci¨®n feminista para ella. ¡°Ha sido siempre una mujer independiente¡±, cuenta mientras se mueven sus pendientes rojos de flores. Sari tiene 60 a?os y con 30 se fue del pueblo a Londres porque sab¨ªa que ser¨ªa bueno para su desarrollo profesional. Mont¨® una empresa de mujeres casi a punto de parir a M¨®nica: ¡°Es como muchas mujeres de esa ¨¦poca, siempre a la vanguardia de todo¡±.
Sara y Diana: historia de una transici¨®n de g¨¦nero en pareja
Sara Soler naci¨® en Barbastro (Huesca) hace 27 a?os, es dibujante de c¨®mic e imparte clases. Diana Franco, barcelonesa, trabaja como ilustradora de juegos de mesa tambi¨¦n a sus 27 a?os. Son pareja desde hace nueve. Cuando empezaron, Diana no se llamaba Diana ni era la mujer trans que es hoy. Hace ocho le hizo la confesi¨®n m¨¢s dif¨ªcil a su pareja. Se sent¨ªa mujer y quer¨ªa transicionar, como se dice en la jerga. Ella lo llama "evento" o "proceso". "Me dio su apoyo incondicional", cuenta esta ma?ana de febrero sentada en la Gran V¨ªa madrile?a, mientras el resto de las convocadas posa para las fotos de grupo: "Hay gente trans que desafortunadamente tiene que recorrer todo ese viaje sola".
Ellas y el sexo
¡°Tengo una pregunta para ustedes: ?todav¨ªa es tab¨² la masturbaci¨®n femenina?¡±. La rapera Socas interpela a las dos adolescentes. Rhojelyn Bolin coge el testigo de refil¨®n. Es un tema del que apenas habla con sus compa?eras de clase, pero s¨ª con su mejor amiga: ¡°Una vez me cont¨® que se estaba masturbando, lleg¨® su madre y la pill¨®¡±. Reaccion¨® ojipl¨¢tica: ¡°Voy a fingir que no he o¨ªdo nada. Voy a seguir con mis cosas¡±.
Las m¨¢s j¨®venes son m¨¢s activas en el sexo, pero tambi¨¦n m¨¢s conscientes de los riesgos seg¨²n el citado informe del Instituto de la Mujer y la empresa 40dB. Su abanico para definirse es m¨¢s amplio. El 74,4% de las que est¨¢n entre 18 y 24 a?os se declaran heterosexuales, el porcentaje m¨¢s bajo entre esa edad y los 34 a?os. Entre el resto, bisexuales (6,9), pansexuales (2,3) u homosexuales (1%). Apenas una de cada cinco se confiesa cohibida a la hora de hablar de sus relaciones sexuales. Entre las seis participantes, el tema fluye igual que cuando hablaban de sus abuelas o de sus madres.
¡ª?Hasta qu¨¦ punto una mujer de 40 a?os le ha podido decir a su marido lo que le gusta? ?Hablan durante el sexo? ¡ªtercia Sara Soler¡ª. Porque yo estoy con mi pareja y le puedo decir: ¡°Me gusta esto, no, as¨ª o as¨¢. Vamos a usar juguetes sexuales¡±.
Adem¨¢s de trabajar en el c¨®mic y dar clases, colabora en una revista ¡°er¨®tico-inclusiva¡± llamada Sextories. Asegura que a algunos de sus alumnos menores de edad la revista se la compran sus padres: ¡°Es mejor que ver porno chungo por Internet¡±. La rapera Sara Socas le da la raz¨®n. Y recuerda c¨®mo cuando se destap¨® el caso de La Manada ¡ªcinco hombres violaron a una joven en un portal de Pamplona en los sanfermines de 2016¡ª, una de las b¨²squedas destacadas en el portal de v¨ªdeos porno ?Pornhub era sobre esa violaci¨®n. ¡°?C¨®mo pueden estar los chavales tan enfermos?¡±, se pregunta. A ella, el porno para chicas que ha visto no le interesa: ¡°Lo veo y me parto el culo¡ Se rozan y ya est¨¢n gritando¡±. No le parece que est¨¦ dirigido a mujeres a las que les gustan otras mujeres: ¡°Es para ellos¡±.
Los m¨¢rgenes del feminismo?
Hay debates encendidos. Uno de los m¨¢s enconados ahora, enarbolado por feministas prominentes, rechaza la apertura al feminismo del movimiento queer, que defiende que el g¨¦nero y la orientaci¨®n sexual no se corresponden con la naturaleza biol¨®gica, sino que son un constructo social. Consideran que eso ¡°invisibiliza¡± a las mujeres, que defender que el g¨¦nero es una opci¨®n personal hace temblar los cimientos del feminismo, que son la lucha contra los privilegios de ellos en detrimento de ellas. Si todo es feminismo, defienden en definitiva, nada lo es.
El debate no tiene cabida en este grupo que habla delante de un caf¨¦. Todas asienten a la pregunta de si las trans deber¨ªan estar dentro del feminismo. ¡°Claro, son mujeres¡±, replica Rhojelyn. ¡°Es su decisi¨®n. ?T¨² qu¨¦ tienes que ver en si quiere cambiar o no?¡±.
Una rapera en las batallas de gallos
Sara Socas (Tenerife, 22 a?os). Rapera y estudiante de ¨²ltimo a?o del grado de Periodismo y Comunicaci¨®n Audiovisual. Vive en Madrid, en un piso compartido. Est¨¢ c¨®moda entre los int¨¦rpretes con los que rapea. Es un mundo masculino, describe, pero se siente tratada ¡°de igual a igual¡±. En las batallas de gallos (duelos musicales) en las que improvisa se mezclaban asuntos que no le gustan: ¡°Pero ?por qu¨¦ se utiliza el hecho de ser mujer como un defecto?¡±. Con todo, asegura que hay cosas que est¨¢n cambiando aunque cueste: ¡°Est¨¢n empezando a rimar en femenino, que no lo hab¨ªan hecho nunca¡±. Ha rechazado los eventos para los que le han llamado el 8 de marzo. Quiere estar libre para ir a la manifestaci¨®n.
A un lado de la sala, en silencio, est¨¢ Diana Franco, trans y pareja de Sara Soler. Ha venido al encuentro, pero prefiere no participar. Luego explica que temi¨® que alguna de las participantes, a las que no conoc¨ªa, se sintiera invadida. ¡°La teor¨ªa me la s¨¦, soy una mujer y no estoy invadiendo nada, pero una cosa es la teor¨ªa y otra la realidad¡±. Es t¨ªmida y le acomplejaba que destacara su voz ¡°muy masculina¡± en mitad de la conversaci¨®n.
Soler habla en el debate ¡°como compa?era vital de una persona trans¡± del miedo de Diana Franco a ambientes donde la puedan discriminar. Y se enfada ante quienes se?alan que hay hombres dispuestos a hacer la transici¨®n para ocupar los puestos de algunas mujeres: ¡°?T¨² te piensas que una persona que ha nacido hombre blanco en una sociedad moderna va a coger y se va a volver mujer transg¨¦nero, la ¨²ltima mierda en la cadena de la sociedad, por gusto?¡±.
¡°Yo no concibo un feminismo si no es abierto, un feminismo desde los m¨¢rgenes, que incluya a los m¨¢rgenes¡±, a?ade M¨®nica Otaola. Su especialidad acad¨¦mica le llev¨® a descubrir a las mujeres con discapacidad. Se dio cuenta de la discriminaci¨®n ¡°brutal¡± que sufren: ¡°Nos falta diagn¨®stico sobre cu¨¢ntas mujeres con discapacidad sufren violencia de g¨¦nero o cu¨¢ntas sin discapacidad la adquieren despu¨¦s de ser precisamente v¨ªctimas de esa violencia. Hoy en d¨ªa les siguen practicando esterilizaciones forzadas¡±.
El futuro
El Foro Econ¨®mico Mundial advirti¨®, ya en 2017, que hace falta m¨¢s de un siglo para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres. Si la predicci¨®n es correcta, ni estas j¨®venes ni probablemente las que vendr¨¢n justo despu¨¦s la vivir¨¢n en total plenitud. ¡°A m¨ª me gustar¨ªa que esto siguiese as¨ª, cada d¨ªa un poco m¨¢s y un poco m¨¢s¡±, pide Cintia Gago, deseosa a sus 14 a?os de que llegue ¡°la igualdad de todo¡±. Si mira 15 a?os hacia delante, se ve independiente, fuera de casa haciendo su vida, quiz¨¢ hasta fuera de Espa?a. No se plantea ser madre.
Nueva pancarta para el 8-M
Cintia Gago (Madrid, 14 a?os).Estudia 3? de la ESO. Se aficion¨® al rap y al feminismo gracias a la influencia de su hermana mayor, Yaiza, que trabaja de profesora de telas a¨¦reas y acrobacias. Va a clases de baile, le gusta el hip-hop. A¨²n no ha estado en ninguna manifestaci¨®n del 8-M. "Mi madre nunca me ha dejado". Este a?o quiere ir con su prima, que tiene 20 a?os. Est¨¢ segura de que conseguir¨¢ convencer a su madre. En su pancarta pondra: "Mam¨¢, si ma?ana me toca a m¨ª¡, quiero ser la ¨²ltima".
¡°Yo quiero un mundo en el que poder tomar mis decisiones de forma libre, sin micromachismos ni microagresiones¡±, desea Otaola. ¡°Estaremos mejor que ahora, a los puestos dominantes llegar¨¢ la generaci¨®n joven de ahora, m¨¢s culturizada en feminismo e inclusividad¡±, pronostica Soler. R¨ªen a medias cuando ella reflexiona sobre las entrevistas y charlas sobre su trabajo que le quedan por hacer: ¡°A m¨ª me gustar¨ªa seguir publicando c¨®mics y que las preguntas que me hagan no sean: ¡®?Vas a tener hijos?¡¯. ?Es una charla de c¨®mic, preg¨²ntame sobre mis c¨®mics!¡±.
¡°El futuro se nos viene un poco duro¡±, vaticina Lina Larrea. ¡°Ni todo avance es duradero, ni toda ola reaccionaria pod¨ªa con nosotras. Hay que seguir adelante juntas, compa?eras¡±. Quedan en volver a citarse en 10 a?os, a ver cu¨¢nto han cambiado las cosas.?
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