El 8-M latinoamericano
La continua inacci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas en defensa de los derechos de las mujeres es un esc¨¢ndalo
Los millones de mujeres que salieron a las calles el 8-M en Am¨¦rica Latina ten¨ªan un mensaje claro: no m¨¢s violencia, derechos humanos universales e igualdad de oportunidades. Las multitudinarias manifestaciones no han tenido solo un car¨¢cter conmemorativo o solidario con una causa, sino que han estado salpicadas por un componente pol¨ªtico: un firme llamamiento a los palacios de gobierno y de justicia, considerados responsables de las estremecedoras cifras de violencia y feminicidios que sacuden el continente.
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Este d¨ªa de marzo, tambi¨¦n festivo y de marchas eminentemente pac¨ªficas, fueron asesinadas entre ocho y diez mujeres en M¨¦xico, un fat¨ªdico promedio de cr¨ªmenes de g¨¦nero que se da en pa¨ªses como M¨¦xico, Per¨², Bolivia o Brasil desde hace d¨¦cadas. Esta violencia no puede relacionarse solo con la pobreza ni con las muertes de toda clase que ensombrecen la vida cotidiana en esa zona del planeta. Los abusos, golpes y asesinatos de mujeres tienen otra g¨¦nesis, diseccionada ya en todo el mundo, que requiere recetas espec¨ªficas para paliarla. Medidas que han de atravesar cada uno de los departamentos de Gobierno; leyes que antes de ser promulgadas deben interrogarse por su alcance e influencia en esa parte espec¨ªfica de la poblaci¨®n. No ayudan declaraciones como las escuchadas en los ¨²ltimos d¨ªas al presidente de Chile, responsabilizando a las mujeres de sufrir abusos; al de Venezuela, que las mandaba a tener hijos por decenas, o al de M¨¦xico, que trataba de desviar el mensaje hacia asuntos menores.
Los gobernantes tienen, sobre todo, mucho que hacer en este campo, pero tambi¨¦n mucho que decir. Sus palabras est¨¢n obligadas a tener valor pedag¨®gico. Leyes y declaraciones p¨²blicas han de ayudar en el camino de la igualdad y de la erradicaci¨®n de esa violencia infame. Si en una manifestaci¨®n hist¨®rica como ha sido este a?o la del 8-M mexicano las mujeres gritaban ¡°el Estado no me cuida, me cuidan mis amigas¡±, significa que la mitad de la poblaci¨®n de ese gran pa¨ªs siente que est¨¢ desprotegida, que la polic¨ªa es m¨¢s un obst¨¢culo que un escudo ante los peligros y que la justicia no castiga al delincuente ni repara a la v¨ªctima. O que los hospitales no son un lugar donde se cuida y respeta la voluntad de las mujeres, sino donde se las somete a acciones que afectan a su propio cuerpo pero sobre las que ellas no han tenido la ¨²ltima palabra.
La continua inacci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas en defensa de los derechos de las mujeres en muchos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, es un esc¨¢ndalo. Hacen falta acciones urgentes. Afortunadamente, millones de mujeres latinoamericanas est¨¢n diciendo que no est¨¢n dispuestas a esperar m¨¢s.
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