?C¨®mo est¨¢n m¨¢s ricas las anchoas?
De las anchoas mariposa a las denominadas ¡°Alla Vera Carne¡±
Desde diciembre pasado conservaba en mi nevera una lata de Anchoas Sanfilippo que acabo de descorchar como si se tratara de un champagne de a?ada. El envase conten¨ªa ocho piezas embadurnadas en sal con m¨¢s de seis meses de curaci¨®n, cuyo peso escurrido?¡ª 380 gramos¡ª ven¨ªa rese?ado en el envase junto a otros datos adicionales: ¡°Anchoas en salaz¨®n. 'Alla vera carne'. Campa?a de primavera 2019. Consumir preferentemente antes de 16/12/2020. PVP: 19,50¡±. Es decir, 2,43 euros cada pieza, en bruto, sin limpiar con sus lomos embadurnados en sal y por supuesto, sin aceite de oliva.
Aquellos que consideran que las anchoas son caras deber¨ªan realizar alguna vez el proceso que yo he seguido esta ma?ana, tarea bastante abreviada en relaci¨®n con las operaciones que llevan a cabo las fabriquitas artesanas. Las he enjuagado cuidadosamente bajo el grifo, he cortado sus colas y espinas ventrales y dorsales con tijeras y, cuando me dispon¨ªa a sobarlas con un trapo seco, he decidido transgredir la norma y poner en pr¨¢ctica el sistema que observaba el desaparecido y brillante hostelero c¨¢ntabro V¨ªctor Merino en su clausurado restaurante Cabo Mayor, un hito en la cocina del pescado en Madrid en la pasada d¨¦cada de los ochenta. Durante dos horas las he sumergido en un cuenco cubiertas de leche rebajada con agua. Al final las he limpiado meticulosamente antes de secarlas y rociarlas con un AOVE suave, aun a sabiendas que dejaba por imposibles algunas espinas m¨ªnimas adheridas.
Mientras me hallaba en plena tarea he decidido preparar el aperitivo que Jaume Subir¨®s, yerno del gran Josep Mercader, me ofreci¨® un d¨ªa en el Hotel Ampurd¨¢n de Figueras con las raspas de las anchoas de La Escala, tal y como lo hac¨ªa su suegro. Tras retirar sus diminutos espinazos y pasarlos por harina los he frito durante segundos en aceite limpio. Doy fe de que la textura corruscante y el sabor salino de estas fr¨¢giles cortezas merecen la pena.
?Ganan o pierden las anchoas remojadas en leche? Se hidratan, merma su contenido en sal y se tornan m¨¢s suaves y jugosas. Depende de c¨®mo se vayan a servir en la mesa. En ocasiones las prefiero as¨ª, en otros momentos no me convencen tanto.
En julio de 2015 en compa?¨ªa del cocinero Jes¨²s S¨¢nchez (Cenador de Am¨®s) visit¨¦ las instalaciones de Anchoas Sanfilippo una de mis favoritas en Cantabria. Quien desee saber de anchoas vale la pena que pinche este enlace; los comentarios de Nacho Sanfilippo no tienen desperdicio. Recupero una de sus frases: ¡°Necesitamos 45 toneladas de anchoas para obtener 2.000 kilos de filetes limpios. Soportamos mermas tremendas¡±. En septiembre de ese mismo a?o fue Ricard Camarena quien me guio hasta Anchoas L¨®pez, en Valencia, donde el maestro artesano Rafa L¨®pez madura, procesa y ofrece partidas excepcionales del Cant¨¢brico. Recomiendo abrir este segundo enlace al que sumo algunas de sus respuestas.
?Qu¨¦ significa ¡°Alla vera carne¡±, expresi¨®n de la que tanto presumen algunas marcas? ¡°Durante la maduraci¨®n, el exceso de sal frena la salida de las impurezas de los pescados. Para un salazonero lo m¨¢s f¨¢cil es abusar de la sal, aunque los resultados desmerezcan. La expresi¨®n ¡°Alla vera carne¡±, se aplica a las anchoas que se han curado con la sal justa, carne con carne sin apenas sal entremedias.¡± Para entender su significado vale la pena ver este v¨ªdeo grabado en Anchoas L¨®pez.
?Y las anchoas mariposa? ¡°Son aquellas que despu¨¦s del proceso de salaz¨®n y una vez preparadas se presentan unidas por la cola. No me convencen, prefiero los filetes sueltos y limpios. No me gusta que incorporen desperdicios que no se comen,¡± apostill¨® L¨®pez
?C¨®mo te parecen mejores? ¡°Si son buenas, ni siquiera con aceite, cuantos menos agentes externos mayores posibilidades tendremos de apreciar todos sus matices¡±.
Me entusiasman las anchoas, pero de pocas formas. Disfruto de su sabor en compa?¨ªa de pan blanco tostado frotado con tomate y aceite de oliva y, sobre todo, con pan untado de mantequilla. Incluso, trituradas y convertidas en mantequilla de anchoas, esa adictiva pasta untable que preparan en Cenador de Am¨®s y en Pan de Cuco, ambos en Cantabria.
Ignoro los motivos por los que armonizan a la perfecci¨®n con esta grasa, pero es indiscutible. Que nadie me recuerde ahora que los primeros anchoeros sicilianos que iniciaron esta industria en Cantabria en el XIX conservaban sus anchoas en mantequilla y aceite de oliva, seg¨²n los casos, tal y como rese?a el libro Historia de los Salazoneros Italianos en Cantabria. Estoy convencido de que lo hac¨ªan m¨¢s por la dudosa calidad de los aceites de oliva de la ¨¦poca que por sus posibles afinidades gastron¨®micas. Aparte de las famosas Gildas, no recuerdo ninguna otra preparaci¨®n que me haya encandilado a excepci¨®n de las anchoas con yuba (piel / nata de soja) que sirve Albert Adri¨¤ en Pakta.
?Y los populares matrimonios? No los rechazo, pero no me convencen. Juntar en un solo bocado el mismo pescado (Engraulis enchrasicolus), preparado de dos maneras diferentes, en salaz¨®n y en vinagre, desnaturaliza los sabores de ambos. Y eso a pesar de que no desentonan en ciertos nigiris de la cocina japocastiza.
Mis amigos me preguntan a veces por mis marcas favoritas. Lamentablemente solo puedo citar las que me han convencido en los ¨²ltimos meses: Anchoas Sanfilippo; Anchoas L¨®pez; Conservas Nard¨ªn ; Maisor y Don Bocarte.
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