Alarma y evidencia
Algunas de las libertades b¨¢sicas europeas, como la libre circulaci¨®n de personas, est¨¢n siendo cercenadas moment¨¢neamente
Se cumple una semana desde que el Gobierno declar¨® el estado de alarma, una de las medidas que la Constituci¨®n prev¨¦ para hacer frente a situaciones de emergencia. A lo largo de estos d¨ªas de confinamiento, el presidente S¨¢nchez ha comparecido ante el Congreso de los Diputados y el rey Felipe VI se ha dirigido a los ciudadanos para evidenciar la unidad de los poderes p¨²blicos. Entre tanto, las autoridades sanitarias han ido desplegando un dispositivo de urgencia que, al mismo tiempo que ha ratificado las fortalezas del sistema de salud p¨²blico espa?ol, ha revelado sus flaquezas. El clima de confianza colectiva que requiere este momento hace inoportuno apuntar ahora las responsabilidades, pero en el futuro ser¨¢ imprescindible una reflexi¨®n profunda sobre un modelo de sanidad basado en los recortes presupuestarios y las privatizaciones de servicios p¨²blicos esenciales, que han conformado este panorama de debilidad ante la pandemia.
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Nadie debe llamarse a enga?o: el confinamiento de los ciudadanos es una medida de extraordinaria dureza, no solo por el coste econ¨®mico, sino tambi¨¦n por el desgaste psicol¨®gico que supone para las personas y familias a medida que vayan transcurriendo las semanas. Por esta raz¨®n, resulta decisivo no perder de vista que este colosal esfuerzo realizado por el pa¨ªs en su conjunto tiene a la vez una causa y un prop¨®sito: proteger la vida y la salud de todos, impidiendo a trav¨¦s de la paralizaci¨®n del contacto social la progresi¨®n exponencial de un virus con una alta capacidad de contagio. El incremento diario de las cifras de la pandemia tardar¨¢ todav¨ªa en reflejar los efectos del confinamiento, pero eso no puede ser causa de desaliento ni menos a¨²n excusa para relajarlo.
El sistema constitucional de 1978 ha demostrado disponer de un marco de respuesta suficiente frente a esta crisis, que limita la excepci¨®n a los aspectos estrictamente imprescindibles para regresar a la normalidad institucional tan pronto se supere la situaci¨®n de emergencia, manteniendo abiertas las expectativas de recuperar a su vez la normalidad econ¨®mica y social. Lo mismo cabr¨ªa decir de las normas europeas de las que los Estados se han dotado con tanto esfuerzo, afectadas, tambi¨¦n, por la gesti¨®n excepcional que se est¨¢ haciendo de una crisis que tiene en Europa su epicentro m¨¢s peligroso. Algunas de las libertades b¨¢sicas europeas, como la libre circulaci¨®n de personas, que est¨¢ en la base de la ciudadan¨ªa de la Uni¨®n, est¨¢n siendo cercenadas moment¨¢neamente. Sin embargo, han sido conquistas que no deber¨ªan quedar atr¨¢s cuando el continente vuelva a una situaci¨®n de normalidad. Los acuerdos de Schengen, por ejemplo, fueron un avance sustancial en la creaci¨®n de una Europa unida, por mucho que los populismos traten de que sean papel mojado para siempre.
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