Salgamos de esta sin dejar a nadie atr¨¢s
Nos enfrentamos a una in¨¦dita crisis de salud global, que tendr¨¢ graves consecuencias, sociales y econ¨®micas en todo el mundo. Pero, no cabe duda, ser¨¢n los pa¨ªses y las personas m¨¢s vulnerables quienes recibir¨¢n con m¨¢s fuerza el golpe
Vivimos en un mundo escandalosamente desigual. Desigual en t¨¦rminos econ¨®micos en primer lugar. Recordemos que la mitad de la humanidad sobrevive con menos de cinco d¨®lares y medio al d¨ªa, mientras ?tan solo 25 personas concentran m¨¢s riqueza que el 40% del total de la humanidad! Pero tambi¨¦n desigual en el acceso a la educaci¨®n o a la cultura o a la tecnolog¨ªa; desigual en derechos, en el reparto del poder, en las relaciones de g¨¦nero. No en vano, la creciente desigualdad entre y dentro de los pa¨ªses, junto con la insostenibilidad ambiental de nuestro modelo de desarrollo, fueron los dos grandes desaf¨ªos mundiales identificados por Naciones Unidas en la Agenda 2030.
En este escenario, ya de por s¨ª preocupante, aparece el coronavirus para ponerlo todo a¨²n m¨¢s patas arriba. Nos enfrentamos a una in¨¦dita crisis de salud global, que tendr¨¢ graves consecuencias, sociales y econ¨®micas en todo el mundo. Todos los pa¨ªses y todas las personas estamos potencialmente en riesgo. Pero, no cabe duda, ser¨¢n los pa¨ªses y las personas m¨¢s vulnerables quienes recibir¨¢n con m¨¢s fuerza el golpe social y econ¨®mico de esta enfermedad.
No hacen falta grandes conocimientos para comprenderlo. Los pa¨ªses empobrecidos no tienen el m¨²sculo econ¨®mico, pol¨ªtico e institucional necesarios para responder con contundencia a una emergencia sanitaria global como la que enfrentamos. La fragilidad de sus sistemas p¨²blicos de salud, junto a la debilidad institucional o la falta de recursos, vaticina un m¨¢s que probable colapso de sus servicios de salud. Y, tambi¨¦n lo sabemos antes de que suceda, todo ello unido a una gran crisis econ¨®mica y social, en la que los m¨¢s vulnerables tienen las de perder.
En nuestro pa¨ªs, as¨ª como en el resto del mundo desarrollado, el punto de partida es cualitativamente mejor en t¨¦rminos de recursos y capacidades para hacer frente a la emergencia sanitaria. Ya estamos sufriendo la embestida del virus. Y ya estamos luchando contra ¨¦l. Sufriremos sin duda, la p¨¦rdida de muchas personas y tal vez, de algunas queridas o conocidas. Pero una vez m¨¢s, los efectos m¨¢s devastadores recaer¨¢n entre la poblaci¨®n m¨¢s pobre y vulnerable de nuestra sociedad.
Pensemos unos momentos en las implicaciones de esta crisis para personas en situaci¨®n de precariedad laboral, o para quienes viven de las sobras de la econom¨ªa sumergida. En las empleadas de hogar o cuidadoras, que no entran dentro de las medidas para afrontar la crisis. Pensemos en las personas sin hogar, en migrantes en situaci¨®n administrativa irregular, en familias monoparentales o personas ¡ªmujeres, menores¡ª en situaci¨®n de violencia. En los ni?os, ni?as y j¨®venes sin herramientas para afrontar la educaci¨®n online de estas semanas... De alguna manera esta emergencia sanitaria pone en evidencia que, mientras sigamos infectados por el virus de la desigualdad, que crece y se expande cada d¨ªa m¨¢s, tenemos mucho por hacer, para construir un mundo inclusivo y sostenible, en el que no se quede nadie atr¨¢s.
Es por ello que las organizaciones que formamos Futuro en Com¨²n consideramos urgente, en este contexto, recuperar la conciencia sobre la importancia de construir, cuidar y mantener estructuras sociales justas y solidarias, que nos permitan salir juntas de la crisis y emergencias como la que estamos viviendo estos d¨ªas. Un Estado de Bienestar robusto. Una salud p¨²blica universal, solvente y eficaz. Unos servicios p¨²blicos con capacidad para defender y garantizar los derechos de la ciudadan¨ªa y los elementos esenciales para un vida digna.
En el dise?o de la reconstrucci¨®n debe tenerse muy presente nuestra historia m¨¢s reciente: no puede repetirse el modelo neoliberal de salida de la crisis financiera de 2008. Esta salida s¨®lo ser¨¢ justa y sostenible si se orienta hacia una profunda transformaci¨®n de las bases del actual modelo de desarrollo e incorpora de manera prominente la coherencia de pol¨ªticas. La Agenda 2030 debe ser, la hoja de ruta a seguir. Y para que esta pueda suponer la diferencia, consideramos imprescindible:
- Caminar hacia un modelo econ¨®mico que sit¨²e en su centro el cuidado de la vida, las personas y el planeta, potenciando los sectores sostenibles. Supeditar el modelo ¨²nicamente al crecimiento econ¨®mico genera desequilibrios insostenibles y merma nuestra capacidad de resiliencia ante crisis como la que ahora vivimos.
- Garantizar los derechos laborales y condiciones de trabajo que permitan una vida digna, considerando el habitualmente invisibilizado trabajo de cuidados, imprescindible para la vida y para la existencia de las otras dimensiones econ¨®micas, cuya necesidad imperiosa ha emergido como nunca en la situaci¨®n que atravesamos.
- Blindar un sistema de derechos sociales y de protecci¨®n social s¨®lido y eficiente, que proteja a las personas en mayor situaci¨®n de vulnerabilidad en cualquier contexto.
- Reformar el sistema fiscal para aumentar su suficiencia, progresividad y capacidad redistributiva, como elementos clave de la cohesi¨®n social y para que nadie se quede atr¨¢s. La reconstrucci¨®n necesitar¨¢ de una nueva visi¨®n en la planificaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas pero tambi¨¦n en la recaudaci¨®n de los recursos necesarios para impulsarlas. La carga fiscal de la salida de la crisis no puede ser a costa de las capas m¨¢s vulnerables de la sociedad como ocurri¨® en 2008.
- Garantizar la protecci¨®n frente a las violencias y la discriminaci¨®n. Los actos de discriminaci¨®n y estigmatizaci¨®n hacia determinados grupos desde que inici¨® la emergencia sanitaria, nos alertan de la necesidad de avanzar hacia una sociedad m¨¢s inclusiva y que neutralice el discurso del odio.
- Fortalecer el liderazgo de nuestro pa¨ªs en el ¨¢mbito internacional. La pandemia tambi¨¦n nos muestra una vez m¨¢s que los grandes desaf¨ªos que enfrentamos son globales y requieren respuesta articulada internacionalmente. Espa?a debe mejorar su contribuci¨®n, a trav¨¦s de la cooperaci¨®n internacional, a la defensa de los Derechos Humanos y de los bienes p¨²blicos globales, como la salud.
- Garantizar una transici¨®n ecol¨®gica que nos conduzca a una sociedad neutra en emisiones, resiliente y que restaura y preserva el patrimonio natural para las pr¨®ximas generaciones. Las medidas de excepcionalidad han supuesto una reducci¨®n dr¨¢stica del consumo y las emisiones, indeseable por no haber sido planificada de acuerdo a criterios de justicia social y econ¨®mica, pero que puede servir de aprendizaje para plantear modos de vida con menor huella de carbono.
Dec¨ªa Philip Alston, relator de Naciones Unidas para la extrema pobreza y los derechos humanos, en una entrevista en EL PA?S tras su reciente visita a Espa?a, que ¡°La palabra abandono ha sonado recurrentemente. La gente se siente abandonada. No reciben el apoyo que esperar¨ªan del Gobierno, de las autoridades locales, del sistema educativo, del sistema de protecci¨®n... Simplemente sienten que est¨¢n a su suerte¡±.
Desde Futuro en Com¨²n confiamos en que estas palabras, en ning¨²n lugar del planeta, vuelvan a repetirse. Para ello, por supuesto, es imprescindible dejar atr¨¢s la crisis del coronavirus. Pero no podemos hacerlo de cualquier manera. Debemos superarla sin dejar a nadie atr¨¢s, de verdad.
Andr¨¦s Amayuelas es presidente a la Coordinadora Estatal de ONGD; Felix Ovejero, de CCOO y Graciela Malgesini, de la red EAPN, todas ellas entidades miembros de la plataforma Futuro en Com¨²n.
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