Pensar m¨¢s all¨¢ de la pandemia
La crisis sanitaria da argumentos a los modelos de Estado totalitario mientras los pa¨ªses democr¨¢ticos implementan restricciones que, en el pasado, hubieran sido inimaginables
La crisis sanitaria por la que est¨¢ pasando actualmente la humanidad no debe impedirnos pensar c¨®mo vamos y c¨®mo queremos salir de ella. Es indudable que, a pesar de los muy graves costos que la pandemia va a exigir de todos nosotros, la humanidad sobrevivir¨¢. Pero, ?c¨®mo? ?Qu¨¦ estamos listos a pagar y sacrificar para lograr salir de ella? E igualmente importante, ?c¨®mo reaccionar frente a la crisis ambiental que conlleva retos a¨²n m¨¢s serios para la supervivencia de la humanidad?
Desde antes del estallido de la actual pandemia se estaban presentando a la sociedad global dos modelos contrastantes. Por un lado el autoritario, ejemplificado por China (aunque no solo por ella), que estaba desarrollando de manera acelerada su econom¨ªa, sacando de la pobreza a 600 millones de sus habitantes, ampliando de manera espectacular su infraestructura y logrando que la nueva clase media emergente tuviera acceso a las comodidades del mundo desarrollado. Todo esto en apenas 30 a?os. Incluso se ve¨ªa que, ante la contaminaci¨®n que generaba el crecimiento, el Gobierno se encaminaba hacia la transici¨®n ecol¨®gica m¨¢s r¨¢pidamente que el resto del mundo, como lo atestigua el hecho que este pa¨ªs se ha convertido en el productor mundial de paneles solares. Los dirigentes de este modelo alegan que la democracia y las libertades individuales pondr¨ªan en peligro la capacidad estatal de continuar con este impresionante proceso. Y la mayor¨ªa de la poblaci¨®n acepta esta premisa: la democracia y las libertades individuales pueden esperar, lo m¨¢s importante era que un pa¨ªs que, hasta hace poco tiempo era pobre, se estaba enriqueciendo a una velocidad sorprendente. Los valores que est¨¢n en la base de las sociedades democr¨¢ticas se pod¨ªan retrasar a cambio del desarrollo econ¨®mico. Unos que no estuvieron de acuerdo fueron los j¨®venes de Tiananm¨¦n en los a?os 80, y los de la regi¨®n administrativa especial de Hong Kong en la actualidad. Estos ¨²ltimos al ver c¨®mo las libertades de las que gozaron mientras fueron colonia inglesa y que a¨²n tienen mientras est¨¦ vigente el modelo ¡°un pa¨ªs, dos sistemas¡±, est¨¢n siendo gradualmente erosionadas por el Gobierno comunista central.
Frente a este modelo, se pon¨ªa como contraste a los pa¨ªses democr¨¢ticos, en especial a Europa, donde coincide un sistema pol¨ªtico abierto y plural, un extenso Estado de bienestar y amplias libertades individuales. En estos pa¨ªses, el tiempo pol¨ªtico parece ser demasiado lento, al grado de estar a la zaga de las necesidades imperiosas: su capacidad de reacci¨®n ante las crisis econ¨®micas y las demandas sociales, as¨ª como los desaf¨ªos de la emergencia ecol¨®gica, son tard¨ªas. Incluso la misma democracia que las caracteriza parece estar en crisis con el auge de los populismos de derecha. Hay que recordar que la lentitud es consustancial a la democracia, r¨¦gimen basado en el di¨¢logo, el debate, y los acuerdos. Por otra parte, en los pa¨ªses democr¨¢ticos, la poblaci¨®n valora su libertad individual y, por ello, es muy celosa de preservar su capacidad de cr¨ªtica ante cualquier ordenamiento estatal.
Pues bien, la actual crisis sanitaria est¨¢ dando argumentos a los que defienden la primac¨ªa del primer modelo ¨Ccomo en el art¨ªculo de Byung-Chul Han publicado hace unos d¨ªas en EL PA?S¨C al tiempo que el modelo democr¨¢tico implementa restricciones que hubieran sido inimaginables anteriormente. En pocas palabras, Han plantea que lo que los pa¨ªses democr¨¢ticos y sus poblaciones consideran como una intromisi¨®n a su privacidad es lo que ha permitido a los pa¨ªses asi¨¢ticos salir de la crisis sanitaria con menos costos humanos, sociales y econ¨®micos. Pa¨ªses como China lo han logrado con los mecanismos de control de la poblaci¨®n tales como la capacidad de presi¨®n del Estado sobre los individuos, el reconocimiento facial, el acceso a los celulares y a otros medios de comunicaci¨®n privada, que han sido tan criticados por los defensores de la democracia. Esto ha permitido hacer pruebas a millones de personas, medir la temperatura de los individuos, y obligarlos a aislarse si tienen s¨ªntomas, vigilando su m¨¢s m¨ªnimo desplazamiento y el de sus familiares. En suma, los mecanismos de control autoritario sobre la poblaci¨®n han sido sumamente eficaces en este momento de crisis para frenar la expansi¨®n del virus. Aunque hay que recordar algo que no dicen los promotores de este modelo: que este mismo r¨¦gimen escondi¨® por m¨¢s de un mes la existencia de esta nueva enfermedad.
En balance, seg¨²n el mismo art¨ªculo, los sistemas democr¨¢ticos son menos eficaces y, por ello, est¨¢n destinados a pasar a la historia frente a sistemas que no solo ejercen un control autoritario sobre la pol¨ªtica, sino sobre la misma poblaci¨®n, sobre cada uno de sus ciudadanos. De hecho, los pa¨ªses democr¨¢ticos est¨¢n implementando medidas que hace unos meses eran impensables. Decretos que no pasan por el congreso y que obligan a los ciudadanos a quedarse en sus casas, que les exigen un salvoconducto para ir a la farmacia, a la tienda de la esquina, a salir a hacer ejercicio, o si se alejan m¨¢s de 100 metros de su lugar de residencia. Y no solo eso. En algunos casos, la polic¨ªa ¨C o incluso el Ej¨¦rcito¨C puede considerar la estancia en la calle injustificable e imponer multas o, incluso en algunos pa¨ªses, penas de c¨¢rcel.
Si bien es cierto que, en este momento, parece que la situaci¨®n obliga a aceptar estas medidas y a considerar que los pa¨ªses autoritarios est¨¢n mejor dotados para luchar contra la pandemia, es importante ver m¨¢s all¨¢. Los pa¨ªses autoritarios f¨¢cilmente utilizar¨¢n estos mecanismos impuestos en un momento de crisis para fortalecer y perpetuar su control; pero, ?qu¨¦ ha pasado con el auge de manifestaciones que hab¨ªamos visto a fines del a?o pasado en todo el mundo, entre ellas la de los j¨®venes de Hong Kong? Por su parte, los pa¨ªses democr¨¢ticos pueden no desarmar todos los mecanismos autoritarios que se implementan de manera temporal con la excusa de que sirven para cualquier otra crisis, como de hecho se hizo contra la lucha con el terrorismo.
Aqu¨ª vienen al caso los escritos de Michel Foucault, as¨ª como los de Giorgio Agamben, quienes han llamado la atenci¨®n sobre la tendencia de los Estados contempor¨¢neos de administrar la poblaci¨®n. Foucault analiz¨® c¨®mo las formas modernas de control ya no son ejercidas por un mando centralizado (por un rey o el mismo Estado, como pensaba Maquiavelo), sino que el poder se ha difuminado. A partir de la invenci¨®n de la polic¨ªa, de la econom¨ªa capitalista, de la administraci¨®n estatal y de la estad¨ªstica, se administra la poblaci¨®n por mecanismos dirigidos a cada uno de nosotros, definiendo lo que es normal y anormal, regulando lo que se permite hacer y cu¨¢les son nuestras obligaciones. Los Estados modernos tienen mecanismos cada vez m¨¢s sofisticados para lograr esto. Agamben, por su parte, considera que el miedo se ha convertido en otra manera de control de la poblaci¨®n, que se fortaleci¨® con la guerra en contra del terrorismo y que amenaza de salir reforzada con la guerra en contra de la(s) pandemia(s).
Por otra parte, este autor ha llamado la atenci¨®n acerca del hecho de que nuestra existencia no se puede resumir a la ¡°vida desnuda¡±, como este llama a la supervivencia. Que la vida de los seres humanos, a diferencia de lo que hacen lo virus que colonizan nuestras c¨¦lulas, no es simplemente sobrevivir, sino vivir con un objetivo que cada individuo define, que nuestras vidas no se pueden resumir a sobrevivir el presente, sino a proyectarnos hacia el futuro, mediante nuestras aspiraciones, deseos, y sue?os. Salir triunfante de la guerra actual por la sobrevivencia abandonando todo al poder del Estado ser¨ªa no solo una derrota de la democracia, la libertad y de la esencia de la vida misma. Tambi¨¦n nos pondr¨ªa en grave desventaja frente a la lucha que viene, la verdadera amenaza de la humanidad en su totalidad: la crisis ecol¨®gica.
Il¨¢n Bizberg es investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de M¨¦xico.
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