Verde desde mi ventana

En confinamiento se hace extra?o ver c¨®mo aparece la primavera, sin poder interactuar con ella. Pero este cambio de vida obligado est¨¢ fomentando una mayor sensibilidad con nuestro entorno natural, sobre todo en la ciudad. La reducci¨®n de contaminaci¨®n sonora favorece que podamos escuchar mejor por la ma?ana a cotorras, mirlos o t¨®rtolas turcas y que pongamos m¨¢s atenci¨®n a la llegada de las primeras golondrinas.

M¨¢s informaci¨®n

Los otros parques

La ciudad comestible

Lo que est¨¢ pasando ahora fuera de nuestros muros es algo inusual pero esperanzador. Cuando los humanos nos retiramos los otros seres ocupan el asfalto. Hace pocos d¨ªas en la Diagonal de Barcelona los jabal¨ªes se paseaban a sus anchas; en una plaza de Ourense un lobo rastreaba el lugar; cuentan que han visto delfines en los canales de Venecia y han vuelto los patos y otras aves.

La suspensi¨®n de la pesca masiva ha provocado en solo ocho d¨ªas un cambio radical en la costa de Ond¨¢rroa. ¡°Esto es divino, es precioso¡±, dec¨ªa un pescador local mientras ve¨ªa los grandes bancos de peces recuperados. Y mientras la vida sigue fuera, dentro, en zona humana, nacen diversidad de propuestas. En Catalu?a con el hastag #NaturalismeDesdeCasa proponen llenar las redes sociales de naturaleza, observando el m¨¢ximo de especies de p¨¢jaros que podamos ver en un d¨ªa y comparti¨¦ndolo en Ornitho.cat o informar de los ¨¢rboles y plantas que vemos florecer o con las hojas brotando en RitmeNatura y su app Natusfera.

A muchos les visita alg¨²n p¨¢jaro para beber agua y otros al bajar la basura encuentran macetas con olivos

La escultora Cristina Almod¨®var nos propone un proyecto colaborativo titulado Floreciendo Juntos con el que crear flores con trozos de papel. Se las mandaremos una vez pase la cuarentena y con ellas crear¨¢ una enorme escultura como s¨ªmbolo y conciencia de especie humana. Pod¨¦is seguirla en su cuenta de Instagram.

En estos d¨ªas nuestro grupo de WhatsApp de gente inquieta reverdeciendo los rincones urbanos m¨¢s insospechados saca humo. Proponemos comenzar con los peques a germinar semillas y verlas crecer hasta que se conviertan en plantitas. Ser¨¢ al final del confinamiento y esperemos que la flor la podamos disfrutar cuando ya estemos fuera. Unos vigilan desde su ventana el alcorque que justo antes de encerrarse pudieron convertir en un jard¨ªn, otros nos muestran sus habilidades esquejando lavanda y romero del balc¨®n. A muchos les visita alg¨²n p¨¢jaro por la ma?ana para beber agua y otros al bajar la basura al contenedor encuentran macetas abandonadas con olivos que tienen poco tiempo de vida.

Los huertos urbanos se est¨¢n asalvajando, no nos es permitido cuidarlos. Los parques p¨²blicos est¨¢n cerrados: crecer¨¢n libres de poda y a nuestra vuelta habr¨¢ cambiado su aspecto. Ojal¨¢ se conviertan en selva y los encontremos llenos de nueva vida que nos contagie tambi¨¦n su evoluci¨®n silvestre. ?Qu¨¦ olor debe hacer ahora la tierra h¨²meda? ?De qu¨¦ color estar¨¢ hoy el musgo en el bosque? ?Habr¨¢ ca¨ªdo la flor del almendro que crece camino del trabajo? Ojal¨¢ que este encierro sirva para no tener que hacernos m¨¢s estas preguntas, porque resultar¨¢ que entenderemos lo importante que es situarnos al nivel de las otras especies y seres del planeta, para respetarlas al m¨¢ximo. Y sabremos que la destrucci¨®n de la vida salvaje y la crisis clim¨¢tica est¨¢n perjudicando sobre todo a nosotros como humanidad y que el covid-19 es un claro aviso de todo ello.