Colesterol
No descubro nada nuevo si digo que la salud moral de una sociedad est¨¢ en relaci¨®n directa con su educaci¨®n
Despu¨¦s de cinco semanas de cuarentena y sedentarismo obligado por m¨¢s que muchos paseen por el pasillo de casa durante horas o hagan gimnasia en el dormitorio, el colesterol ha debido de aumentar bastante en la poblaci¨®n espa?ola, con lo que ello supone para su salud. Pero hay otro colesterol que tambi¨¦n ha ido en aumento en este mes de confinamiento y que deber¨ªa preocuparnos m¨¢s. Me refiero al colesterol moral que circula por las redes y por ciertas plataformas digitales ¡ªalgunas, autodenominadas peri¨®dicos¡ª y que ha aumentado en estas semanas amenazando con infartar un sistema, el de la democracia, que no est¨¢ ya para muchos trotes. El odio y la frustraci¨®n son materiales que unidos taponan nuestras arterias y las de la sociedad entera.
No descubro nada nuevo si digo que la salud moral de una sociedad est¨¢ en relaci¨®n directa con su educaci¨®n, como la individual de cada persona con su estilo de vida. En ambos casos, su nivel de colesterol est¨¢ sujeto a condiciones end¨®genas, esto es, al metabolismo propio, pero sobre todo a factores ex¨®genos. En el caso de las personas, la alimentaci¨®n sobre todo, y en el de las sociedades, la informaci¨®n. Una buena informaci¨®n disuelve las grasas, o sea, los apriorismos, mientras que una mala las aumenta ?Y que es una informaci¨®n mala? Pues la que se sustenta en bulos, acusaciones sin contrastar y mentiras, prejuicios ideol¨®gicos y opiniones tendenciosas. O sea, todo lo que alegremente circula sin control alguno por las redes sociales y telef¨®nicas desde que se invent¨® Internet.
En ¨¦pocas como la presente, con la poblaci¨®n confinada en sus casas y la angustia ante la situaci¨®n de emergencia instalada en ella, ese torrente grasiento se ha acrecentado todav¨ªa m¨¢s hasta el punto de que la informaci¨®n de verdad apenas puede circular por las arterias de una sociedad estresada y convulsa, ¨¢vida de noticias y bombardeada continuamente por bulos y falsas informaciones, la mayor¨ªa de ellos malintencionados. Combatir ese colesterol es dif¨ªcil, pues su capacidad de propagaci¨®n es mayor que el de la sangre limpia y sin contaminar. Si a ello le a?adimos la propensi¨®n de muchas personas a consumir opiniones hipercal¨®ricas porque su metabolismo ideol¨®gico se lo requiere, como a otras el digestivo les reclama la boller¨ªa industrial y las hamburguesas, tendremos un cuadro cl¨ªnico tan preocupante como el del coronavirus, pues el colesterol social aumenta la agresividad de la poblaci¨®n.
C¨®mo saldremos de esta es una pregunta que todo el mundo se hace a medida que van pasando los d¨ªas tratando de imaginar las dificultades que a nivel econ¨®mico principalmente se nos presentan. Pocos son los que se preguntan, adem¨¢s, por las consecuencias del confinamiento en la salud moral de una sociedad como la espa?ola cuyas arterias, que ya estaban sometidas antes de ¨¦l a un nivel de colesterol mayor de lo razonable, han recibido en todo este tiempo una sobredosis de grasa que dif¨ªcilmente van a poder soportar. Como todo sistema circulatorio, el de cada pa¨ªs de tiene un l¨ªmite, y el de Espa?a hace tiempo que ya lo ha superado, lo que hace temer que acabe por colapsar. Por ello, tan importante como que las autoridades combatan los efectos del coronavirus en la econom¨ªa del pa¨ªs es que hagan lo mismo con los de todo ese material t¨®xico que circula libremente por las redes, convertidas ¨²ltimamente en cloacas llenas de odio.
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