Por qu¨¦ hasta el m¨¢s esc¨¦ptico cree en los superalimentos y las dietas milagro
?Qu¨¦ hay que saber para hacer una lectura cr¨ªtica de los mensajes con los que damos forma a nuestra alimentaci¨®n?
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Hay personas incapaces de esperar un segundo para beberse un zumo de naranja porque se le van las vitaminas, que cada invierno hacen acopio de ciertos yogures l¨ªquidos, convencidos de que refuerzan las defensas; quienes han convertido la dieta en un ritual para blindar su salud... Gran parte de sus creencias se vienen abajo tras un an¨¢lisis cient¨ªfico riguroso, pero siempre hay nuevas promesas que seducen incluso a las mentes m¨¢s brillantes para que sigan pautas que no tienen por qu¨¦ ser necesariamente buenas. ?Qu¨¦ tiene la comida para que nos dejemos convencer tan f¨¢cilmente?
"Que tu alimento sea tu medicina", se dice que Hip¨®crates afirm¨® hace 2.400 a?os. Mucho ha cambiado la pr¨¢ctica cl¨ªnica desde que el griego, conocido ampliamente como el padre de la medicina, nos dej¨® este aforismo, pero los anhelos humanos apenas han variado. La salud sigue siendo una de las grandes preocupaciones, y "el marketing alimentario aprovecha el inter¨¦s que generan la salud y el bienestar para jugar a favor de los productos de nutrici¨®n", opina N¨²ria Rad¨®, experta en comunicaci¨®n cient¨ªfica y profesora de comunicaci¨®n alimentaria en la Universitat Oberta de Catalunya. Para ella, no es que seamos especialmente cr¨¦dulos ante sus promesas, pero s¨ª hay factores que hacen que seamos muy receptivos a cualquier mensaje que ensalce los beneficios de ciertos alimentos. El primero es que tenga el marchamo de la ciencia.
Si lo dice un estudio, tiene que ser cierto...
Seg¨²n Rad¨®, cuando se nos presenta un dato con el a?adido de que detr¨¢s de ¨¦l hay un estudio cient¨ªfico es m¨¢s probable que lo demos por bueno. "El p¨²blico est¨¢ m¨¢s predispuesto a creerlo", apunta. Los consumidores asumen que es un hecho, sin profundizar en la naturaleza del estudio ni en cu¨¢n fiable o neutral es. El problema es que hacerlo con una lente cr¨ªtica no es una tarea sencilla, y que las personas que carecen de la formaci¨®n cient¨ªfica b¨¢sica para llevarla a cabo apenas tienen una posibilidad de conseguirlo.
"Todo lo que dicen los estudios se asume que es cierto", apunta Rad¨®, aunque a menudo distintos trabajos obtienen conclusiones contradictorias. Eso tambi¨¦n despista bastante... Pero la naturaleza de la investigaci¨®n cient¨ªfica es compleja y no deber¨ªamos extra?arnos de que las conclusiones que hoy se dan por buenas puedan ser superadas ma?ana por nuevas investigaciones. O sea, que la cautela manda. Y el campo de la nutrici¨®n es especialmente traicionero: estudiar el efecto de una dieta en una amplia muestra de poblaci¨®n es tan caro que pocos pueden hacerlo con las metodolog¨ªas m¨¢s robustas, y separar las consecuencias de tomar un alimento concreto cuando la dieta incluye muchos otros es extraordinariamente complicado.
Pero el marketing no espera a segundas comprobaciones, y no pocos nichos de alimentaci¨®n han asentado su presencia en el mercado usando ese recurso a lo largo de las d¨¦cadas. Los cereales, por ejemplo, se convirtieron en el s¨ªmbolo del desayuno saludable apostando por una estrategia de marketing que comenz¨® en una revista publicada por el doctor Kellogg (quien estaba detr¨¢s de los c¨¦lebres cereales para el desayuno). De ah¨ª salt¨® a los medios y acab¨® convirti¨¦ndose en un lugar com¨²n. Hoy sigue siendo normal relacionar el desayuno con la p¨¦rdida de peso, una idea refrendada por varios estudios cient¨ªficos pero desmentida por otros m¨¢s recientes.
Por otra parte, expertos como la investigadora Marion Nestle han denunciado que las grandes marcas de la industria de la alimentaci¨®n est¨¢n detr¨¢s de demasiados estudios sobre nutrici¨®n, y que financi¨¢ndolos consiguen influir en c¨®mo vemos los alimentos y sus beneficios. "La ciencia de la comida empez¨® en las universidades como una manera de apoyar a la industria de la alimentaci¨®n", recordaba en una entrevista en Vox.
Pero que a la sociedad en general le falte una cultura cient¨ªfica que ayudar¨ªa a separar el grano de la paja no es lo ¨²nico que explica la credulidad generalizada ante las afirmaciones sobre la comida. Rad¨® apunta que es necesario dejar de considerar las noticias sobre nutrici¨®n como inocuas. Porque no lo son.
El irresistible poder de lo ex¨®tico
La profesora afirma que es f¨¢cil creer en cualquier idea sobre de alimentaci¨®n porque no parecen especialmente peligrosas. "A menudo, las leyendas urbanas sobre nutrici¨®n tienen poco coste a nivel individual", es decir, que si compramos algo creyendo que nos har¨¢ bien pero luego no lo hace, "pensamos que tampoco har¨¢ da?o", explica. "En este sentido, el marketing alimentario se considera inofensivo", a?ade. Sin embargo, es una poderosa herramienta que nos ayuda a creernos promesas sobre los efectos maravillosos y saludables de ciertos alimentos hasta el punto de llegar a subir algunos en el pedestal de los superalimentos. Si eso significa desplazar otros para dar protagonismo solo a unos pocos ingredientes, la menos impactante pero muy ¨²til m¨¢xima de seguir una dieta rica y variada puede perderse de vista.
?Pero c¨®mo se puede llegar a dar tanto protagonismo a un solo alimento? En el libro As¨ª se manipula al consumidor (Gesti¨®n 2000), el reconocido consultor especialista en marketing Martin Lindstrom desgrana los mecanismos que se usan para crear superalimentos. Seg¨²n ¨¦l, una poderosa combinaci¨®n de elementos que consigue que los ciudadanos conecten con las ideas que se busca destacar es la que se forma con la alarma y el miedo. La neurociencia, explica Lindstrom, ha demostrado que la reacci¨®n al miedo es mayor que a otros est¨ªmulos, de manera que vincular un ingrediente con una disminuci¨®n del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades puede ser un resorte extraordinario para movilizar a los consumidores.
Los proveedores tambi¨¦n suelen pulsar de forma recurrente otras teclas, entre las que destaca la de darles un origen ex¨®tico a sus productos. Una de las maneras m¨¢s obvias de hacerlo es buscar que procedan de lugares lejanos e idealizados, lo que les a?ade un irresistible toque de sabidur¨ªa milenaria y tradiciones desconocidas. Con ello crean un c¨®ctel perfecto para convencer de que ese alimento es el ¨²ltimo gran descubrimiento para mejorar la salud, ya sea una baya de goji o una granada.
El consumidor lo acepta y compra. La prueba est¨¢ en que cuando un superalimento se pone de moda, todo lo que se le vincula se vende de forma notable. Una estimaci¨®n de Nielsen de 2017, por ejemplo, se?alaba que las ventas de quinoa y ch¨ªa hab¨ªan subido en un 1.000% en Espa?a en un a?o, cuando eran los superalimentos emergentes. Y la tendencia siempre contin¨²a, solo cambian los protagonistas.
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