Confinados sin gasolina en Venezuela
La grave escasez de combustible ha vuelto a¨²n m¨¢s feroz la cuarentena bajo el r¨¦gimen de Nicol¨¢s Maduro. Ni siquiera los trabajadores de sectores esenciales tienen c¨®mo moverse.
A las siete de la ma?ana del mi¨¦rcoles, con solo tres horas en la fila, Freddy Herrera todav¨ªa hace planes para el d¨ªa. Es t¨¦cnico radi¨®logo en una cl¨ªnica privada y por segunda vez intentaba llenar el dep¨®sito de 85 litros de un Grand Cherokee del 99, su ¨²nico coche. La camioneta tiene un n¨²mero escrito con tiza en el parabrisas: 262. Su esposa dorm¨ªa adentro. Como trabajador de un sector esencial ¡ªadem¨¢s del alimentario, los servicios p¨²blicos, los medios de comunicaci¨®n y el militar¡ª, tiene derecho a repostar en algunas gasolineras de Caracas, que desde que empez¨® la pandemia vive, junto con todo el pa¨ªs, una aguda escasez de gasolina mientras atraviesa tres meses de cuarentena para frenar la expansi¨®n de la covid-19.
Herrera es diab¨¦tico e hipertenso. Tiene 60 a?os y viste en la gasolinera su mono verde de sanitario y un tapabocas. Despu¨¦s de un reposo, piensa regresar al trabajo para ajustar los equipos que hacen las radiograf¨ªas que confirman las neumon¨ªas que produce el virus. Est¨¢ en el grupo de riesgo, pero su preocupaci¨®n hoy es otra. ¡°Si puedo cargar todo el tanque, podr¨¦ buscar a mis hijos, que est¨¢n varados hace m¨¢s de un mes en casa de los abuelos en Guatire [a 50 kil¨®metros de la ciudad]. Si solo me dan 20 litros, como est¨¢n diciendo, tendr¨¦ que esperar una semana m¨¢s y volver a cargar¡±. Apenas comienza el d¨ªa.
Organizaciones de m¨¦dicos alertan sobre la escasa disponibilidad de respiradores en todo el pa¨ªs: ni siquiera hay 200 unidades
Ha llegado poco antes de las cuatro de la madrugada y por el n¨²mero que le toc¨® en la fila que rodea la estaci¨®n de servicio pens¨® que iba tarde. Detr¨¢s de su camioneta, a las pocas horas, se sumaron m¨¢s de 100 veh¨ªculos. La fila se pierde ya entre varias cuadras a la redonda de los surtidores. As¨ª es desde que arranc¨® el racionamiento de gasolina. Hoy solo ha alcanzado para 200 coches.
Los venezolanos, despu¨¦s de 20 a?os de revoluci¨®n bolivariana, bien saben de colas, racionamientos, listas de espera, personas numeradas por un militar y mercados negros. Pero la Venezuela en cuarentena tambi¨¦n ha dejado escenas como el hallazgo de una gasolinera clandestina en una lujosa zona de Caracas, peleas entre conductores hastiados de la espera o la furia de una bandada de motoristas bloqueando autopistas en su sed de gasolina. El pa¨ªs con las mayores reservas de petr¨®leo se ha quedado varado sin combustible.
Venezuela afronta el coronavirus con una gran opacidad epidemiol¨®gica de la que resalta una reducida capacidad para verificar los contagios, que el 20 de abril alcanzaban 256 confirmados y 9 fallecimientos. El Gobierno de Nicol¨¢s Maduro asegura realizar el mayor n¨²mero de pruebas en la regi¨®n: 25.000 diarias. Pero casi la totalidad son r¨¢pidas, no recomendadas para el diagn¨®stico. Solo hay un laboratorio que puede procesar 93 pruebas de PCR al d¨ªa en Caracas. Tambi¨¦n se asegura que hay 23.000 camas entre hospitales, centros privados, ambulatorios y hoteles ¡ª1.200 en cuidados intensivos¡ª, pero organizaciones de m¨¦dicos se?alan que la disponibilidad de respiradores en el pa¨ªs no llega a los 200. Desde el 17 de marzo se aplica una cuarentena que se ha hecho m¨¢s severa por la grave escasez de combustible que ahora se vende racionado, una situaci¨®n que junto a la falta de insumos m¨¦dicos y de protecci¨®n para el personal sanitario y fallas en servicios b¨¢sicos como el agua ha encendido protestas en todo el pa¨ªs. La compa?¨ªa estatal Petr¨®leos de Venezuela (PDVSA) no logra producir los 135.000 barriles de gasolina que se consumen al d¨ªa. En la ¨²ltima d¨¦cada, una feroz corrupci¨®n que tambi¨¦n ha alimentado el contrabando y los malos manejos de la empresa han llevado la capacidad de refinaci¨®n a 55.000 barriles en las dos plantas que est¨¢n operativas de las seis instaladas. El pa¨ªs que vend¨ªa la gasolina m¨¢s barata del mundo debe importarla y ahora pagarla cara.
Bajo esa tempestad, en la misma fila de gasolina con Herrera, espera Jos¨¦ Mart¨ªnez, due?o de una compa?¨ªa de atenci¨®n m¨¦dica domiciliaria contratista de PDVSA, que le debe facturas desde hace a?o y medio. M¨¢s cerca de la meta, adormilada, est¨¢ Josefina Mor¨®n, enfermera de un hospital. Salida de una guardia a la que le iba a seguir otra al anochecer, se qued¨® varada y tuvo que pagar un par de litros de gasolina a dos d¨®lares cada uno para llegar a la fila. Delante de ella, Mar¨ªa Dagher hace la cola por su hijo, m¨¦dico de guardia en uno de los centros de referencia para la atenci¨®n de los enfermos de la covid-19. ¡°Que Dios nos agarre confesados¡±, dice cuando se le pregunta por lo que ha visto su hijo estos d¨ªas. Con el n¨²mero 198, aguardaba Mercedes Pichardo, de 72 a?os, bioanalista en un hospital sin agua.
Maduro ha maniobrado los ¨²ltimos a?os para administrar la debacle y Caracas no hab¨ªa sufrido todav¨ªa del mal de la gasolina que padecen hace a?os las provincias del pa¨ªs sudamericano. En la capital es lejano el recuerdo del paro que promovi¨® el sector empresarial y la oposici¨®n, despu¨¦s de intentar un golpe de Estado, en protesta contra el proyecto de Hugo Ch¨¢vez y los que eran los primeros signos de lo que ser¨ªa una deriva autoritaria: un extenso fajo de leyes habilitantes que le permitir¨ªan gobernar por decreto y el control centralizado de la petrolera.
La falta de gasolina en todo el pa¨ªs ha hecho a¨²n mucho m¨¢s severo, si cabe, el distanciamiento social al que obliga el nuevo virus que ha enfermado a 197 venezolanos, de los cuales 9 han fallecido, seg¨²n los datos oficiales. La escasez de combustible tambi¨¦n ha puesto m¨¢s lejos la comida para el 80% del pa¨ªs que no tiene ingresos para pagarla, para quienes viven de lo que venden al d¨ªa y no pueden contratar un servicio de entrega a domicilio y mucho m¨¢s lejos las medicinas, que los enfermos de c¨¢ncer o VIH solo consiguen luego de horas de viaje en carretera hasta la frontera con Colombia, ahora llenas de controles que no se cruzan sin salvoconductos.
Pandemia con pandillas en El Salvador
As¨ª vigilan las maras el cumplimiento de la cuarentena.
Invisibles en los Andes de Colombia
Decenas de miles de familias ind¨ªgenas denuncian indefensi¨®n ante la pandemia en el pa¨ªs andino.
Buenos Aires: la cultura se apaga en la metr¨®poli
El confinamiento ha decretado un apag¨®n cultural en una de las capitales m¨¢s aferradas a los teatros y las librer¨ªas del mundo.
El cuestionado plan de Bolsonaro para Brasil
Caravanas de coches piden el desconfinamiento entre ecos de conspiraci¨®n y el presidente defiende que una crisis econ¨®mica ser¨¢ peor que el virus. La polarizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs se adapta a la crisis sanitaria.
El virus que silenci¨® a Chile
La c¨¢mara que retransmiti¨® el estallido de la ira de Santiago muestra ahora una plaza vac¨ªa mientras se multiplican los esfuerzos para controlar la covid-19.
Miedo al gobierno de Nicaragua
Los m¨¦dicos denuncian la falta de acci¨®n gubernamental y se organizan para cuando llegue lo peor.
Otro terremoto invisible en M¨¦xico
La historia de una madre y su hijo muestra el drama que viven estos d¨ªas los 30 millones de mexicanos que subsisten gracias al comercio informal.
En la frontera entre M¨¦xico y EE UU: ¡°?Alguien necesita un m¨¦dico?¡±
La comunidad de exiliados cubanos que aguardan asilo de EE UU al norte de M¨¦xico forma un grupo vulnerable con muchos sanitarios dispuestos a ayudar.