M¨¦dico, institutriz, funcionario o taxista: as¨ª se ganaron la vida estos artistas geniales
Kafka fue jurista, Bram Stoker gestion¨® un teatro y Herman Melville pas¨® a?os en una oficina de aduanas. Repasamos los empleos de los que vivieron algunos nombres esenciales de la literatura, la fotograf¨ªa o el arte

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A veces, vivir del arte es una utop¨ªa. Muchos de los creadores m¨¢s relevantes del pasado y el presente han quedado asociados a sus obras, pero muy pocos tuvieron la suerte de poder dedicarse en exclusiva a su obra. Otros, como los que hemos seleccionado en este art¨ªculo, se vieron obligados a escribir, fotografiar o pintar en los ratos libres que les dejaban sus empleos a jornada completa. No es cosa del pasado: en un d¨ªa del trabajo en que el sector cultural, uno de los m¨¢s castigados por la crisis del covid-19, alza la voz para llamar la atenci¨®n sobre la precariedad a la que se enfrentan sus profesionales, averiguar de qu¨¦ viven los artistas hoy en d¨ªa lleva a un panorama des¨¦rtico que revela ingresos escasos, dependencia de las instituciones y malabarismos para llegar a fin de mes. Algunos de estos genios se enfrentaron a esos mismos problemas.

Franz Kafka: jurista
En una de sus cartas, el autor (1883-1924) de La metamorfosis escribi¨® que ¡°La escritura y el trabajo no pueden conciliarse¡±. Kafka sab¨ªa de lo que hablaba: trabajaba en una importante agencia de seguros de Praga y, de hecho, algunos de sus textos m¨¢s celebrados en vida fueron extensos y prolijos informes legales que ayudaron a la reforma jur¨ªdica del entonces imperio Austro-H¨²ngaro. La mayor¨ªa de sus obras se popularizaron tras su fallecimiento. La burocracia, sus infinitos laberintos y vericuetos, le marcaron casi como un trauma que se puede percibir en buena parte de su obra literaria, especialmente en El castillo y El proceso.

William Carlos Williams: m¨¦dico de familia
Este autor estadounidense (1883-1963) es sobre todo conocido por su obra po¨¦tica, en la que emplea formas enormemente modernas para hablar de cuestiones cotidianas. Pero tambi¨¦n porque, durante toda su vida, trabaj¨® a diario como m¨¦dico de cabecera y pediatra. Al contrario de otros integrantes de esta lista, Williams nunca vivi¨® su trabajo como una maldici¨®n alientante, sino como una vocaci¨®n tan importante como la literaria. La prueba es Los relatos de m¨¦dicos, un conjunto de relatos ¨Cpor cierto, recientemente traducidos al espa?ol por Fulgencio Pimentel¨C en los que demuestra que, adem¨¢s de un buen m¨¦dico y un poeta genial, era un observador y un narrador de primera.

Luis de G¨®ngora: racionero de la Catedral de C¨®rdoba
Los genios no siempre lo tienen f¨¢cil. G¨®ngora (1561-1627), el revolucionario que cambi¨® para siempre la poes¨ªa espa?ola con las Soledades o la F¨¢bula de Polifemo y Galatea, el escritor cult¨ªsimo y sofisticado al que retrat¨® Vel¨¢zquez, se pas¨® media vida con la cabeza puesta en su propia subsistencia. Tambi¨¦n es cierto que, en la Espa?a del siglo XVII, los autores no depend¨ªan de la venta de libros, sino del teatro ¨Cel ¨²nico ¡°negocio¡± que reportaba beneficios¨C y, con m¨¢s frecuencia, del mecenazgo o protecci¨®n de altos cargos de la corte. G¨®ngora no escribi¨® teatro ni tuvo demasiada suerte al elegir mecenas ¨Calgunos de sus protectores cayeron en desgracia¨C, pero se orden¨® can¨®nigo en 1575 y entr¨® al servicio de la catedral cordobesa. Este trabajo le oblig¨® a viajar por toda Espa?a, visitando ciudades a modo de inspector eclesi¨¢stico y ocup¨¢ndose de cuestiones administrativas y legales. Cuando por fin consigui¨® un puesto importante, capell¨¢n real, mudarse a Madrid supuso su ruina.

Bram Stoker: gerente teatral
El irland¨¦s (1847-1912) ha pasado a la posteridad como el autor de Dr¨¢cula, que public¨® en 1897, cuando frisaba la cincuentena. Esta novela, libro de ¨¦xito y de culto desde el primer momento, le depar¨® una vejez literaria considerablemente dorada, pero hasta entonces Stoker se las hab¨ªa apa?ado muy bien trabajando en el mundo del teatro. Entre 1878 y 1904 fue gerente del Lyceum Theatre de Londres, propiedad del actor Henry Irving, su amigo y mentor. Ese empleo, aunque parezca sofisticado y glamuroso, le convert¨ªa en realidad en una especie de hombre orquesta que se ocupaba de contratar espect¨¢culos, llevar la contabilidad, supervisar la publicidad e incluso, como cuenta su bi¨®grafo Paul Murray, darle a la manivela de la maquinaria esc¨¦nica. Ante todo Stoker era un relaciones p¨²blicas de primera, y esa posici¨®n le permiti¨® conocer en persona a lo m¨¢s granado de la cultura y la pol¨ªtica de su ¨¦poca.
Henry Darger: Limpiador
La historia est¨¢ llena de artistas incomprendidos, pero hay pocos m¨¢s incomprendidos que los que la historiograf¨ªa ha encuadrado en la categor¨ªa del arte marginal o art brut. De Darger (1892-1973) no se sabe apenas nada, salvo que vivi¨® en Chicago, que trabaj¨® como limpiador y que no frecuent¨® a casi nadie. El, posiblemente, cre¨ªa tener motivos para ello, tras una infancia traum¨¢tica y una adolescencia de psiqui¨¢trico en psiqui¨¢trico. Tras su fallecimiento se descubri¨® que, durante toda su vida, se hab¨ªa dedicado a dibujar y escribir de manera compulsiva acerca de un mundo imaginario dominado por sangrientas guerras y cat¨¢strofes naturales. Su obra principal, un relato llamado La Historia de las Vivians, en lo que se conoce como Los Reinos de lo Irreal, sobre la Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la Rebeli¨®n de los Ni?os Esclavos, ocupa m¨¢s de 15.000 p¨¢ginas. Las enigm¨¢ticas acuarelas que pint¨® para ilustrarlo se subastan hoy por cientos de miles de d¨®lares y forman parte de la colecci¨®n permanente de museos como el MoMA.
Las hermanas Bront?: institutrices
Charlotte (1816¨C1855), Emily (1818¨C1848) y Anne (1820¨C1849) son conocidas como escritoras de cl¨¢sicos absolutos tan contundentes como Cumbres borrascosas (Emily) o Jane Eyre (Charlotte), pero en la Inglaterra victoriana la idea de que una mujer escribiera novelas no acababa de encajar del todo. As¨ª que buena parte de la producci¨®n literaria de esta familia tan prol¨ªfica tuvo que ser publicada bajo seud¨®nimos masculinos, mientras las hermanas Bront? se ganaban la vida como maestras e institutrices en distintas escuelas. La primera fue la que su padre, el reverendo Patrick Bront?, hab¨ªa construido en su Haworth natal y que hoy es lugar de peregrinaci¨®n para lectores de todo el mundo. Por cierto, hay todo un ensayo sobre el valor emancipador del trabajo en Jane Eyre, una novela protagonizada por una institutriz para la que el empleo no solo es el camino a la independencia econ¨®mica, sino tambi¨¦n vital.

Vivian Maier: ni?era
En 2010 el documentalista y cineasta John Maloof dio un golpe en la mesa (del arte) inaugurando una exposici¨®n fotogr¨¢fica de una autora desconocida, Vivian Maier (1926-2009), cuyas pertenencias Maloof hab¨ªa comprado a ciegas en una subasta de trasteros. Al empezar a examinar carretes, pens¨® que aquellas poderosas im¨¢genes de la vida cotidiana de Nueva York y Chicago entre los a?os cincuenta y ochenta ten¨ªan que pertenecer a un gran fot¨®grafo. Un nombre escrito en una etiqueta y una b¨²squeda en Google le demostraron, sin embargo, que la ¨²nica persona con ese nombre era una ni?era jubilada fallecida un par de d¨ªas antes del hallazgo de su obra. Ah¨ª empez¨® una b¨²squeda que desemboc¨® en un premiad¨ªsimo y popular documental (Finding Vivian Maier) en el que se traza la biograf¨ªa de esta mujer esquiva y de personalidad huidiza cuyas im¨¢genes hoy forman parte de museos de fotograf¨ªa de todo el mundo.

Philip Glass: taxista
El estadounidense Philip Glass (1937) es uno de los compositores vivos m¨¢s importantes y prestigiosos del mundo, pero durante los inicios de su carrera, incluso cuando comenzaba a cosechar ¨¦xitos en el mundo del teatro, ten¨ªa que compaginar su labor creativa con empleos como fontanero, alba?il, mozo de mudanzas y taxista. ¡°Siempre pens¨¦ que tendr¨ªa que tener un day job [trabajo alimenticio] toda la vida¡±, declar¨® en 2018 a The Atlantic. De hecho, hasta los 42 a?os sigui¨® recorriendo las calles de Nueva York con su taxi con regularidad, especialmente en los intervalos entre distintos encargos de ¨®peras, bandas sonoras y otras composiciones musicales. ¡°Me encargaron Satyagraha, una ¨®pera sobre Gandhi, y me pagaron por ello, as¨ª que no volv¨ª a trabajar durante cuatro o cinco meses, y luego vino otro encargo. Un d¨ªa me di cuenta de que no hab¨ªa conducido el taxi en un a?o. Renov¨¦ mi licencia de taxi un a?o m¨¢s, pero nunca m¨¢s lo volv¨ª a coger¡±.
Herman Melville: inspector de aduanas
Melville (1819-1891), el autor de Moby Dick, ven¨ªa de una familia neoyorquina de renombre pero econ¨®micamente arruinada, as¨ª que tuvo que buscarse la vida desde su adolescencia. Trabaj¨® en un banco, en la granja de su t¨ªo y ayud¨® a su hermano a tratar de resucitar la empresa familiar con resultados estrepitosos, as¨ª que en 1839 se enrol¨® en un barco mercante y pas¨® cinco a?os viajando por el Pac¨ªfico. Fue a su regreso cuando empez¨® a publicar sus primeras obras, que le reportaron algunos beneficios econ¨®micos. Estos ingresos no tardaron en mermar y Melville se postul¨® como c¨®nsul en Florencia. Al ser rechazado, aprovech¨® su ¨²ltimo cartucho y, a trav¨¦s de un viejo amigo, consigui¨® un empleo como inspector de aduanas en Nueva York en 1866. All¨ª pas¨® 19 a?os, hasta su jubilaci¨®n, cobrando cuatro d¨®lares al d¨ªa trabajando seis d¨ªas a la semana, sin ascensos ni promoci¨®n interna. Se jubil¨® en 1885 y pas¨® sus ¨²ltimos a?os escribiendo una novela, Billy Budd, que dej¨® inacabada al morir.
Jaime Gil de Biedma: abogado
Para muchos de los que lo conocieron, Jaime Gil de Biedma (1929-1990) no fue poeta, sino abogado. Trabaj¨® durante toda su vida en la Compa?¨ªa de Tabacos de Filipinas, que le llev¨® a pasar largas temporadas en Manila, con una doble vida: fr¨ªo trabajo burocr¨¢tico durante el d¨ªa, y expediciones a los bajos fondos de noche. Esta dualidad es uno de los temas centrales de sus diarios, publicados en 2015, y que desvelaron muchos aspectos de la personalidad de este rebelde de la literatura espa?ola.
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