El corto trecho entre coronavirus y mutilaci¨®n genital
Las medidas de confinamiento son una trampa para mujeres y ni?as. Un estudio sobre el aumento de la ablaci¨®n a causa de la nueva pandemia confirma que el cierre de escuelas y programas en zonas vulnerables provocar¨¢n dos millones m¨¢s de casos en la pr¨®xima d¨¦cada
Algunas veces, las coincidencias pueden ser realmente extra?as. El 28 de abril, el Gobierno de Sud¨¢n anunci¨® una ley que por fin convertir¨¢ en delito la mutilaci¨®n genital femenina, en uno de los pa¨ªses africanos con mayor n¨²mero de v¨ªctimas de esta cruel tradici¨®n patriarcal (Unicef considera que el 87% de las mujeres del pa¨ªs la ha sufrido). Sud¨¢n era, hasta ahora, uno de los m¨¢s reacios a considerar delito lo que para muchos grupos ¨¦tnicos sigue siendo un sello de pureza indispensable para cualquier chica que aspire a un buen matrimonio.
En las mismas horas en que activistas de todo el mundo celebraban esta victoria hist¨®rica por los derechos de las mujeres, el Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en ingl¨¦s), inici¨® un estudio sobre la posibilidad de que la mutilaci¨®n genital femenina se propague en todo el mundo a causa de la pandemia en curso. Es uno de los numerosos efectos secundarios de la covid-19: las medidas de confinamiento, el toque de queda y el cierre de las actividades econ¨®micas y de las escuelas, decretado en toda en ?frica para detener el virus pueden ser una trampa para muchas mujeres y ni?as, que ser¨¢n a¨²n m¨¢s vulnerables frente a la violaci¨®n de sus derechos.
Seg¨²n los expertos del UNFPA, que han publicado el an¨¢lisis en colaboraci¨®n con la ONG Avenir Health, la universidad estadounidense Johns Hopkins y la universidad australiana Victoria, la prolongaci¨®n del confinamiento podr¨ªa provocar en la pr¨®xima d¨¦cada dos millones m¨¢s de casos de mutilaci¨®n genital femenina respecto a las cifras previstas, adem¨¢s de 13 millones de matrimonios forzosos para ni?as menores de 10 a?os.
?Las razones? En primer lugar, el retraso en la aplicaci¨®n de los programas contra la mutilaci¨®n genital femenina, que se basan en encuentros con las comunidades, la sensibilizaci¨®n de los jefes de las aldeas, las reuniones y el intercambio continuo de informaciones. Todo ello ha quedado en suspenso debido a los cierres causados por la covid-19 y la restricci¨®n de movimientos.
La mutilaci¨®n genital femenina afecta a 200 millones de mujeres en el mundo y tiene consecuencias psicol¨®gicas y sanitarias devastadoras, seg¨²n el ¨²ltimo informe de Unicef. La mayor concentraci¨®n se produce en ?frica, donde 27 Estados siguen registrando distintos porcentajes de esta violencia de g¨¦nero, incluidos aquellos que la declararon ilegal mucho antes que Sud¨¢n. Estos porcentajes var¨ªan del 95% de mujeres que han sufrido la mutilaci¨®n en Guinea al 76% de Burkina Faso; del 65% de Etiop¨ªa al 24% de Senegal; hasta pa¨ªses donde la pr¨¢ctica es marginal, pero a¨²n no se ha erradicado, como Ben¨ªn (9%) y Togo (3%).
¡°Los nuevos datos muestran el impacto catastr¨®fico que la covid-19 podr¨ªa tener pronto en las mujeres y las ni?as de todo el mundo¡±, afirma la directora del UNFPA, Natalia Kanem. Aunque son solo c¨¢lculos: ¡°Las proyecciones ofrecen una visi¨®n alarmante sobre el futuro de las mujeres y las ni?as, a menos que se hagan urgentemente esfuerzos para garantizar su bienestar y sus derechos¡±.
Es probable que las mutilaciones genitales femeninas aumenten tambi¨¦n debido a la crisis econ¨®mica y la consiguiente pobreza, que es el principal motor de los matrimonios infantiles que, en pa¨ªses en los que se sigue esta tradici¨®n, van precedidos del ¡°corte¡± de la ni?a para que llegue pura a la boda. ¡°Las familias pobres tienen m¨¢s probabilidades de casar a sus hijas en tiempos de estr¨¦s econ¨®mico, para aliviar la carga que supone cuidarlas¡±, subraya Natalia Kanem.
Judy Gitayu, coordinadora regional en ?frica de la campa?a Equality Now, ha observado que tambi¨¦n el cierre de las colegios durante la pandemia puede ser perjudicial, y no solo desde el punto de vista educativo. ¡°Las escuelas, en general, son lugares seguros para las ni?as¡±, asegura, ¡°y aquellas que no asisten a clase son m¨¢s vulnerables a la violaci¨®n de los derechos humanos, incluida la explotaci¨®n sexual y laboral, la mutilaci¨®n genital, el embarazo precoz y el matrimonio infantil. Adem¨¢s, las escuelas suponen un canal para denunciar violaciones o amenazas y tomar medidas; la pandemia ha bloqueado esta importante fuente de salvaguardia, lo que seguramente se traducir¨¢ en una menor protecci¨®n para las ni?as y una menor responsabilidad para los autores del delito¡±.
Tambi¨¦n hay quienes aprovechan el encierro para retomar de nuevo campa?as a favor de la mutilaci¨®n genital femenina, que se presenta como una tradici¨®n cultural t¨ªpicamente africana que debe mantenerse para preservar su identidad ¨¦tnica. Lo denuncia, en Nairobi, en Kenia, Everlyne Komba de la red EndFGM: ¡°En las comunidades donde la mutilaci¨®n genital femenina est¨¢ profundamente arraigada, la ni?a no tiene otra opci¨®n, no puede negarse sin pagar un precio social, f¨ªsico o cultural muy alto. En situaciones de emergencia como la que estamos experimentando debido al virus, esas consecuencias degeneran en intolerancia extrema o en etnoterrorismo, o incluso en sanciones sociales como la marginaci¨®n dentro de la comunidad, el abuso psicol¨®gico, o la maldici¨®n, la excomuni¨®n y las amenazas de muerte¡±.
Tomemos el ejemplo de Kenia, considerado el pa¨ªs m¨¢s avanzado del ?frica subsahariana en la lucha contra la mutilaci¨®n genital femenina, con un porcentaje de v¨ªctimas en constante disminuci¨®n (actualmente, el 21%). El Gobierno de Uhuru Kenyatta se ha comprometido a suprimirla por completo de aqu¨ª a 2022, es decir, ocho a?os antes que el quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU. ¡°Una meta muy ambiciosa¡±, comenta Komba, que ahora se enfrenta a un movimiento peque?o pero decidido que se opone a la criminalizaci¨®n de esta pr¨¢ctica.
"La pandemia ha creado las condiciones ideales para que estas personas persigan sus motivaciones perversas, aprovechando que las instituciones est¨¢n completamente enfocadas en responder a la covid-19 y, por lo tanto, prestan menos atenci¨®n a otros asuntos". La activista africana comunica que ha recibido noticias directas de ni?as a las que mutilaron clandestinamente (en Kenia se considera un crimen desde 2001), y lo mismo cuenta la psicoterapeuta y feminista de origen somal¨ª Leyla Hussein, que ha fundado en Reino Unido, donde vive, varias asociaciones que brindan apoyo psicol¨®gico a las v¨ªctimas de la mutilaci¨®n genital: ¡°En este per¨ªodo, estoy dando apoyo a trav¨¦s de Internet a muchas activistas de ?frica¡±, explica. ¡°Una de ellas me dijo que en su aldea mutilaron a 45 ni?as en una ma?ana. Por supuesto, la pandemia est¨¢ matando a muchas personas, pero creemos que, en el mundo, cada 11 segundos se le corta el cl¨ªtoris a una ni?a. ?Por qu¨¦ no podemos preocuparnos tambi¨¦n por esto? Sin embargo, el aumento de esta violencia contra las mujeres tendr¨¢ un gran impacto en comunidades enteras¡±.
Es probable que las mutilaciones genitales femeninas aumenten tambi¨¦n debido a la crisis econ¨®mica y la consiguiente pobreza
De hecho, en toda ?frica se alzan voces que invitan, en este per¨ªodo de covid-19, a no bajar la guardia en lo relativo a los derechos de las ni?as. En Ghana, la actriz Yvonne Ossei, protagonista de una serie de televisi¨®n que habla precisamente de la mutilaci¨®n genital femenina, no pierde ninguna ocasi¨®n de recordar p¨²blicamente a sus compatriotas que no se escuden en la pandemia para no denunciar los abusos contra las mujeres. En Kenia, en el condado septentrional de Samburu, Bernadette Loloju, del organismo gubernamental Anti-FGM, declar¨® a la agencia Reuters que el cierre de escuelas desde el 16 de marzo ha provocado un aumento de la mutilaci¨®n genital. ¡°Se ha detenido incluso a una madre que hizo que mutilaran a su hija de 12 a?os¡±, refiere, ¡°y las autoridades nos pidieron a los t¨¦cnicos y a los jefes de la aldea que visit¨¢ramos las comunidades rurales del condado para vigilar¡±.
En el sureste de Nigeria, Kenneth Ehouzou, del UNFPA, ha observado que durante el confinamiento es casi imposible vigilar a las comunidades, y que el alto riesgo de mutilaci¨®n genital tambi¨¦n se debe a la falta de apoyo social a las ni?as, obligadas a recluirse en su entorno familiar. En otras palabras, si los padres deciden mutilar a su hija, ella no puede pedir ayuda a nadie.
En Tanzania, la ONG Hope reuni¨® a expertos internacionales (todos a trav¨¦s de Internet) para buscar la mejor manera de lidiar con el posible aumento de las mutilaciones clandestinas debido al nuevo coronavirus: ¡°En la regi¨®n de Mara¡±, se?alan desde Hope, ¡°el 32% de las mujeres han sufrido la mutilaci¨®n genital. Hope ha abierto dos casas refugio para ni?as que huyen de esta pr¨¢ctica: llegan por la noche, con lo puesto, y les ofrecemos seguridad, educaci¨®n y esperanza. Ahora nos preguntamos c¨®mo equiparnos para un posible aumento de casos¡±.
En Nigeria, donde m¨¢s de 40 millones de mujeres, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), sufren la herida de una mutilaci¨®n genital, durante un foro organizado en Lagos por la fundaci¨®n Think Right, varias asociaciones han pedido al Gobierno federal que, durante esta pandemia, redoble sus esfuerzos contra esta forma de violencia. ¡°Nunca quise circuncidar a mi hija de 10 a?os, a pesar de la presi¨®n de la familia de mi marido¡±, contaba la activista Foluke Olowoyo durante el foro, ¡°pero cuando fuimos a visitarlos con ocasi¨®n de un funeral en el estado de Ekiti, al suroeste del pa¨ªs, los parientes cogieron a la ni?a y la mutilaron a la fuerza, y luego trataron de aplacar nuestra ira diciendo que el cl¨ªtoris es un tab¨² y que una ni?a no circuncidada sufrir¨¢ graves consecuencias en la vida. Mi hija desarroll¨® una infecci¨®n y poco despu¨¦s muri¨®. Esta es la realidad de la mutilaci¨®n genital femenina¡±.
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